04 Nov Que el Desierto no te Mate

En medio de la espera, hay ciertas cosas que provocan aflicción de corazón.  Pero, cuando tú logras levantar tu espíritu, a través de tu relación con la persona del Espíritu Santo, eres capaz de sostenerte, en medio del tiempo de espera, de crisis, en el momento en que las cosas no salen como pensabas.  Dios comienza a mostrarse a tu vida, poco a poco, dándote señales y, cada momento que pasa, en vez de angustiarte, te llenas de expectativa por lo que va a ocurrir.  El Espíritu Santo te da testimonio de lo que se acerca, de lo que viene para tu vida de parte de Dios.  Y el Espíritu te da esta fortaleza para que tu espera sea con expectativa, para que puedas luego disfrutar de lo que Dios va a hacer en tu vida. 

Dios es fiel para el que sabe esperar en él.  Deja de estar preguntándole a Dios cómo y por qué.  Lo que tienes es que buscar quién es Aquel que está en ti; Cristo en ti es la esperanza de gloria.  Quizás no sepas cómo salir de esta, pero algo te dice que vas a salir.  Hay algo dentro de ti que no te permite perder la cabeza; el que está dentro de ti, te dice que todo va a estar bien.  Quizás no puedes explicar cómo tienes paz en medio de todo, pero la Biblia te dice que la paz que sobrepasa todo entendimiento, guarda tu corazón.  Cuando tú vives de esta forma, entonces, definitivamente, puedes alcanzar lo que Dios te ha prometido. 

Josué tuvo que esperar los mismos cuarenta años que esperó Caleb para entrar a la tierra prometida.  Él pudo haber tomado la actitud negativa de rendirse.  Lo primero que Dios le dice a Josué es que llegó el momento de cruzar el río, otra vez; pero Josué no se desmotivó.  Si había que cruzar un río otra vez, pues lo pasaba; si había una dificultad, pues la pasaría; Josué haría lo que tuviera que hacer, y no se iba a rendir porque delante de él hubiera algo tratando de impedir el paso a la promesa de Dios. 

En Josué 5, antes de cruzar el mar, Dios mandó a Josué a circuncidar a los hijos de Israel. 

“Esta es la causa por la cual Josué los circuncidó: Todo el pueblo que había salido de Egipto, los varones, todos los hombres de guerra, habían muerto en el desierto, por el camino, después que salieron de Egipto. Pues todos los del pueblo que habían salido, estaban circuncidados; mas todo el pueblo que había nacido en el desierto, por el camino, después que hubieron salido de Egipto, no estaba circuncidado.”  Josué 5:4-5 

El camino de la vida no te circuncida.  El camino del desierto mató a los circuncidados.  La circuncisión fue la señal que pidió Dios a Abraham para marcar su pacto con él.  Esta es una marca que solo tú puedes ver.  Dios le había prometido descendencia a Abraham, por lo que Abraham no podía relacionarse con cualquier mujer, y aquella marca se lo recordaba.  Aquella marca era señal del pacto; lo interesante es que todos los hijos de Israel tenían que circuncidarse.  Todos los que salieron de Egipto, salieron circuncidados; pero, aunque salieron circuncidados, dice la palabra que eran hombres de guerra.  La pregunta es, si eran esclavos, ¿en qué momento se prepararon ellos para la guerra?  En realidad no eran hombres de guerra por preparación en la milicia, sino que eran hombres de guerra porque Dios los hizo hombres de guerra, porque tenía un pacto con ellos.  La circuncisión de ellos marcaba que habían pasado de esclavos a hombres de guerra, hombres que Dios podía usar para entrar a la tierra prometida.  El problema es que esos hombres llevaban la marca del pacto, pero su corazón desfalleció; y, cuando el corazón desfallece, terminan en el desierto, y la Biblia nos dice que el camino del desierto los mató. 

A muchos, los ha matado el desierto, el caminar de la vida, el dar vueltas.  Eran hombres de guerra, capacitados por Dios, tenían un pacto con Dios, Dios les iba a dar la victoria; pero las experiencias que han enfrentado en la vida, las vueltas del camino, los han matado.  Pero Dios levantó un grupo de jóvenes que no fue circuncidado inmediatamente al nacer, ni en el desierto, porque el camino no circuncida a alguien.  Hay quienes dicen que los problemas forman carácter, pero no es así; los problemas revelan el carácter que tú tienes.  No hay tal cosa como que Dios te esté pasando por un desierto para procesarte y darte un nuevo carácter.  Tú puedes pasar por un desierto circuncidado, y morir en el desierto.  Los problemas lo que revelan es la fe que tú tienes, en quién tú crees, el carácter que tú tienes; y estos hombres de guerra que habían salido creyendo que Dios los iba a bendecir, por falta de fe en el corazón, terminaron muriendo en el desierto, dando vueltas. 

El desierto no debe acabar contigo, pero tampoco pienses que el hecho de atravesar el desierto es lo que te da derecho a poseer la tierra prometida.  Dios los entró a la tierra prometida, sin estar circuncidados.  Así que, el Jordán, lo cruzaron sin estar circuncidados, pero dentro de la tierra, para poseerla, tienes que circuncidarte; porque no puedes poseer la tierra, si no tienes un pacto con Dios. 

No permitas que las circunstancias de esta vida acaben contigo.  No permitas que el desierto te mate.  No permitas que el camino acabe contigo.  La promesa que Dios te dio, créele que la vas a alcanzar.  Este desierto no puede acabar contigo.  Procura que el desierto no te mate, y tú vas a entrar en la tierra prometida.    

Mensaje transmitido por Televisión y Radio el Viernes, 4 de Noviembre de 2016

Código del Programa: DE-05A