03 Oct Lo que tú Necesites

En Deuteronomio 6, Dios da al pueblo de Israel, el gran mandamiento: Amarás a Jehová, tu Dios, de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.  Y Dios dijo que cuidaran de poner por obra este mandamiento, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de tus padres.   

Dios estaba entrando al pueblo de Israel a la tierra prometida, los estaba estableciendo en el Sinaí, en el lugar que tenía reservado para ellos, y les recuerda que, en esa tierra, si ellos querían que les fuera bien, Dios debía ser el primero.  ¿Por qué no te va bien en el negocio que tienes?  Porque el negocio que tienes te lo dio Dios cuando tú eras nadie, y ahora te has olvidado de que él debe ser primero en todo; en tu alma, en tu mente, en tu corazón, en tu fuerza, en tus finanzas.  ¿Por qué no hay paz en la tierra que fluye leche y miel?  Porque, cuando entraste, te olvidaste que el que te dio todo eso fue el Dios Todopoderoso, y cambiaste tu afecto, tu alineación hacia otras cosas, hacia otra persona, y ahora estás tratando de hacer todo lo que hicieron por ti.  Si te pones a pensar qué tú tendrías que hacer para llegar a donde estás hoy, no sabrías qué hacer.  Tú puedes conocer ciertos principios, puedes tener ciertas ideas, pero tú no sabes cómo tú has llegado donde estás, porque la mayoría de las cosas que tienes, no sabes ni cómo han llegado.  La mayoría de las puertas que Dios te ha abierto, las cosas que Dios ha hecho, tú no sabes cómo ha sido que ha pasado todo.  Llega un punto en tu vida que tú tienes que entender que todo lo que tú necesites, tú lo que tienes es que pedírselo a Dios, y él va a proveer para tu vida.   

Dios siempre ha querido llevarte a ese punto en tu vida.  Adán buscó esposa y no la halló.  Dios no podía darle a Adán lo que una esposa le daría, pero Dios podía darle esposa a Adán, y así lo hizo; porque Dios no tiene problema con darte lo que tú necesitas y quieres, mientras no olvides quién es quien te va a dar todo.   

Nuestra sociedad vive una etapa difícil, que los psicólogos llaman el ser vacío.  Y tratamos de llenarlo consumiendo cosas.  Por eso la obsesión por la comida, porque lo vacío del espíritu lo queremos llenar con la comida.  Y hay varios síntomas de esto que podemos ver.  Nuestra sociedad es individualista, pensamos en nosotros únicamente.  Otro síntoma es la inmadurez; por eso, tenemos hombres obsesionados con juegos de niños.  La sociedad es narcisista, egoísta; por eso hay gente que nunca está satisfecha, porque nada es suficiente.  Entonces la sociedad es pasiva, reaccionando a las cosas, en lugar de ser proactiva; somos sensacionalistas, necesitamos vivir por las sensaciones.  La gente que vive con este vacío en el interior, siempre está ocupada, en estrés, buscando algo que hacer, porque la gente que está vacía no puede estar consigo misma.  Pero es que no conocen en quién es que pueden poner su afecto y quién es el que va a llenar sus vidas, y que lo que les hace falta al que se lo tienen que pedir no se lo piden, y siguen buscándolo en lugares donde no tienen que buscarlo, y cada vez que lo encuentran les sale mal.  Y estos que viven vacíos nunca desarrollan su ser interior, sino que están enfocados siempre en el exterior, buscando por sus fuerzas lo que Dios siempre les ha querido dar.   

Dios sabe que hay cosas que tú necesitas, y que él no va a poder llenar en tu vida.  Pero lo peor que puede pasar en tu vida es tener ese pensamiento de que te falta algo y que Dios no te lo quiere dar.  Cuando piensas así, es porque no sabes o has olvidado de dónde ha venido todo lo que tienes.  El enemigo no fue donde Adán, sino donde Eva, porque Eva tuvo la experiencia de que no hacía falta nada, pero no sabía de dónde había venido todo lo que tenía.  Si iba donde Adán, era muy probable que Adán hubiera dicho: No, todo lo que yo le pida a Dios, él me lo va a dar; necesitaba mujer, y él me la dio.  El enemigo le dice a Eva: Te falta algo.  Y uno de los peores problemas que tiene nuestra sociedad es que siempre piensa que le falta algo, y que Dios no se lo quiere dar.   

Cuando no entendemos eso, somos fácilmente manipulados, tentados.  Eso fue lo que les pasó a Adán y a Eva.  Dice la Biblia que, por el resto de sus días, cosecharían con cardos y espinas.  Adán y Eva tendrían ahora que trabajar por el resto de sus vidas por lo que querían, cuando le servían a un Dios que les daba todo lo que necesitaban.   

El Dios al que tú le sirves, todo lo que tú necesites, él te lo va a dar.  Hay gente que aguanta lo bueno, y nunca te lo da, porque de esa forma te manipulan, te controlan.  Pero Dios es nuestro Padre, y es como el padre del hijo pródigo, que cuando el hijo pidió la herencia, se la dio.  El problema es que, si no se quedaba en la casa, perdería todo aquello.  Pero al regresar, había más para él en aquel lugar de donde había salido todo lo que tenía y que había perdido.  No hay nada en esta vida que tú necesites o que tú quieras, que Dios no esté dispuesto a dártelo.  Él lo que quiere es que tú sepas que todo lo que tú quieras, él te lo puede dar, y quiere que no te olvides que él es primero.    

Mensaje transmitido por Televisión y Radio el Lunes, 3 de Octubre de 2016

Código del Programa: PP-04B