Esto no es un contrato
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Esto no es un contrato

Dios es un Dios de pacto, y toda nuestra relación con Él debe basarse en esa verdad. Para nosotros, la palabra “pacto” quizá no tenga un significado tan profundo, porque en la actualidad este término se ha relegado y se confunde con un contrato.


Sin embargo, los pactos no son contratos. Los contratos tienen cláusulas y permiten salir de ellos, pero los pactos no. Hoy te invito a descubrir por qué un pacto con Dios no es un simple contrato.

Dios es un Dios de pacto, y toda nuestra relación con Dios se basa en ese concepto, en ese compromiso de Dios con el hombre, compromiso que Él también espera que sea retribuido. Así que la relación de Dios con el hombre es una relación de pacto. Para nosotros, en la época en la que vivimos, esta palabra “pacto” no tiene un gran significado; no entendemos realmente lo que implica, porque, a través del tiempo, esta palabra se cambió y se ha utilizado más el término “contrato”. La gente tiene un contrato, pero no necesariamente un pacto.

Básicamente, la gran diferencia entre un contrato y un pacto es algo muy simple: en el contrato hay 500 cláusulas de cómo podemos salir de él. El contrato siempre tiene más cláusulas para salir que para entrar en la relación. Es algo muy simple: entrar en una relación contractual es complicado, pero salir de ella es aún más complicado. Sin embargo, hay un montón de excepciones o declaraciones que se determinan desde el principio.

Si usted va a comprar una casa, debería ser muy sencillo: ¿cuánto vale la casa? $50,000, $200,000. Eso es lo que usted va a pagar, acordamos y se acabó. Firmamos el contrato y eso es lo que vale. Si lo va a hacer con un banco, esa debería ser la forma básica: “Esto es lo que vale y esto es lo que yo estoy dispuesto a pagar en tanto tiempo y con tantos intereses”. Pero no funciona así. Tiene que firmar un montón de papeles que dicen que tiene que arreglar el título, que si falla hasta el día tal, que si no llega hasta el día tal, que si esto, que si lo otro. Y, para colmo, hay un montón de leyes que complican este tipo de relaciones, y todo esto facilita la salida de los compromisos.

Con el pacto es diferente. Con el pacto, nunca se busca una salida fácil; el pacto siempre busca permanecer. Por eso los pactos no dependen de la otra persona, los pactos dependen de nosotros. Cuando yo doy mi palabra a una persona, no depende de lo que esa persona haga. Yo voy a cumplir mi palabra hasta el final y voy a buscar toda excusa posible para cumplir lo que prometí. No voy a buscar ninguna excusa para salirme rápidamente del compromiso que hice.

Esa es la relación que nosotros tenemos con Dios. Esa relación, a través del tiempo, evolucionó, se desarrolló y se manifestó en diferentes dimensiones y con diferentes hombres. Ya vimos el pacto de Dios con Adán, el pacto de Dios con Abraham, y hoy, de forma simple y en unos minutos, quiero que veamos lo básico del momento en que Dios hace el pacto que se conoce como el pacto de Moisés, o el pacto con Moisés, pero que en realidad era el pacto con el pueblo de Israel.

Esto ocurre cuando Dios saca al pueblo de Israel de Egipto. Te llevo a unas escrituras, las únicas que vamos a leer en el día de hoy: Éxodo capítulo 19. No lo podemos leer completo, pero en Éxodo 19 –busque ahí su Biblia, los que la tienen físicamente, y si no, en la pantalla debe aparecer en un momento–, en el capítulo 20 específicamente –no te muevas allá, quédate en el 19–, es donde Dios le da a Moisés los diez mandamientos.

En nuestra mente, cuando vemos que llega ese momento donde se ratifica el pacto dando los diez mandamientos, entendemos que el preámbulo a ese momento ocurre en Éxodo 19. Porque Dios no da esa palabra, Dios no da los diez mandamientos sin explicar qué representan. Mira lo que dice el verso 1 del capítulo 19:

“En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de Sinaí. Habían salido de Refidim y llegaron al desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel delante del monte. Y Moisés subió a Dios, y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: ‘Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel: Vosotros visteis lo que hice a los egipcios y cómo os tomé sobre alas de águila y os he traído a mí. Ahora pues, si diereis oído a mi voz y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra’”.

Fíjate que Dios les dice: “Serán mi especial tesoro”. No eran el especial tesoro, eran el pueblo escogido de Dios, pero Él quería que llegaran a ser su especial tesoro, y eso es lo que voy a explicar en un momento.

Dice la Biblia en el verso 6:

“Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes y gente santa”.

Ahí es donde está lo especial: ustedes me van a ser un pueblo de sacerdotes y de gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.

Dice la Biblia que de ahí Moisés mandó a buscar a todos los ancianos. Y mira lo que dice el verso 14:

“Y descendió Moisés del monte al pueblo, y lo santificó, y lavaron sus vestidos. Y dijo al pueblo: ‘Estad preparados para el tercer día; no toquéis mujer’. Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento. Y Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios, y se detuvieron al pie del monte”.

De ahí continúa la experiencia donde Dios tiene ese encuentro con Moisés en el monte. Dice la Biblia que aquel monte ardía y que había truenos y relámpagos en la cima de la montaña, y que desde todo lugar se podía ver aquella manifestación de Dios sobre aquel monte y aquel lugar.

¡Aquello tuvo que haber sido una experiencia espectacular! Tuvo que haber sido un momento glorioso.

Mucha gente desea ir a Tierra Santa. Y ahora que están las cosas tan complicadas allá, mucha gente sigue deseando ir a Jerusalén. Pero creo que hay lugares más impresionantes para visitar. Hay algunos en particular donde no cabe duda de que algo especial pasó allí.

Cuando usted va a Jerusalén y a estas ciudades, a veces la gente se desilusiona. Porque si usted no va preparado mentalmente, aparece lo que se llama el síndrome de París.

El síndrome de París ocurre cuando usted mira las fotos de París y ve todo tan hermoso, tan lindo, tan romántico… pero cuando llega allí, lo que encuentra es una mole de metal podrido, mohoso, y usted dice: “¡Rayos! ¿Esto es todo por lo que yo venía a tomarme fotos aquí?” Oiga, no me malinterprete, vaya y tómese la foto, está bonito, está chévere. Pero no es lo que todo el mundo espera.

Hubo un momento en que se le llamó el síndrome de París porque mucha gente de Oriente viajaba y literalmente se deprimía. Allá, en sus países, los anuncios les mostraban todo tan maravilloso, pero cuando llegaban, no era lo que esperaban.

Y eso pasa algunas veces en Jerusalén. Cuando yo he llevado grupos, les explico eso. Pero cuando uno va a ciertos lugares, como el mar de Galilea, el río Jordán o el Sinaí, sabe que la Biblia dice que allí Dios habló con el pueblo.

2 Comments
  • Oswaldo Monier
    Posted at 15:16h, 03 February Reply

    Sé Que Eres Un DIOS De PACTO, Porque Sino, No Estuviera Escribiendo Estas Palabras, Lléname De Discernimiento Y Sabiduría Para Saber Que Deseos Mundanos Tengo Que Dejar Para Acercarme Más Puro Y Limpio Ante Tí AMADO PADRE CELESTIAL
    AMÉN 🙏🙏🙏

  • Marttha
    Posted at 18:43h, 04 February Reply

    Amén mi Sr es un Dios dé pactos y grande es su Amor

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