21 Jan El pacto incondicional

Dios mismo realizó una limpieza total de la tierra, pero el agua no limpia el corazón. ¿Cuándo comienza ese pacto de gracia? Comienza con Noé. Este pacto inicia cuando Noé construye el arca y sale de ella. En el libro de Génesis, capítulo 9, verso 8 en adelante, se nos dice:

“Y habló Dios a Noé y a sus hijos con él, diciendo: He aquí yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestros descendientes después de vosotros, y con todo ser viviente que está con vosotros: aves, animales, y toda bestia de la tierra que está con vosotros; desde todos los que salieron del arca hasta todo animal de la tierra. Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra.”

Dios declara estas palabras sobre la vida de Noé y establece un pacto incondicional, donde asegura que cuidará de Noé y su descendencia. Es interesante observar cómo Dios dice: “Mientras la tierra permanezca, habrá tiempo de siembra y cosecha.” Además, pone el arcoíris como señal visible de este pacto, para que el hombre lo recuerde.

Este pacto tiene tres enseñanzas importantes:

El diluvio no sacó el mal del corazón del hombre.

Aunque la tierra fue limpiada, el corazón del hombre no lo fue. Solo el Espíritu Santo puede limpiar el corazón humano. Esto queda claro cuando, después de salir del arca y construir un altar, Noé se emborracha. Esto nos recuerda que, incluso los hombres más grandes en Dios, pueden fallar.

Dios, en su justicia, ejecutó juicio sobre la tierra, pero reconoció que el agua no podía purificar el corazón. Por eso, decidió hacer dos promesas al hombre, aun sabiendo que su corazón seguía contaminado.

Dios prometió provisión constante.

Mientras la tierra permanezca, habrá un ciclo continuo de siembra y cosecha. Si trabajas, podrás comer. Es por eso que el sol sale tanto para los buenos como para los malos. No debemos molestarnos si una persona no cristiana prospera. Si trabaja duro y es honesta, merece disfrutar de los frutos de su esfuerzo.

Como cristianos, no podemos esperar que Dios bendiga nuestra vida si no trabajamos y hacemos lo correcto. La riqueza no llega solo con oración y diezmo; también requiere esfuerzo y diligencia. La Biblia dice: “Tiempo y ocasión le ocurre a todo el mundo.” Si sientes que no has tenido oportunidades, quizá las dejaste pasar o no estabas preparado. Pero no te preocupes, porque Dios siempre tendrá nuevas oportunidades para ti.

Dios prometió no destruir al hombre nuevamente.

Dios juró que nunca más destruiría a la humanidad con un diluvio. Además, decidió contener su ira contra nosotros. No es que Dios no se indigne, sino que no se indigna al punto de destruirnos. Su enojo fue canalizado hacia su Hijo, Jesús, quien llevó en la cruz todo el peso de nuestra culpa.

Por lo tanto, este pacto nos recuerda que Dios es justo y misericordioso. Nos da la oportunidad de trabajar, prosperar y estar listos para recibir sus bendiciones. Celebrar las bendiciones de los demás y esforzarnos en nuestro propio camino son actos que honran este pacto de gracia y provisión.