16 Jan El Pacto de Gracia

Caín y Abel tienen el gran enfrentamiento. Caín mata a Abel, pero Eva vuelve a tener otro hijo que se llama Set. En medio de todas las generaciones del pueblo de Israel, siempre estaban mirando al que nacía, preguntándose: “¿Quién es el que viene?” Y creo que todos nosotros debemos entender eso: que siempre, aun en medio de toda maldición, hay esperanza. Siempre ha habido una esperanza porque Dios es un Dios de pacto.

Esa es una de las cosas más gloriosas que podemos ver. Pero tenía que haber esa oportunidad para que el hombre pudiera entrar en una dimensión diferente de relación con Dios. Ahora, para poder llegar al pacto que se llama el pacto de la gracia o el pacto de Gracia, como se conoce teológicamente, ya vimos el pacto de obras. También debemos prestarle atención a la palabra “simiente”.

Fíjate que Dios no dice “saldrá un hijo”, sino que de la simiente saldrá uno. Sabemos que ese uno fue Cristo, pero la palabra “simiente” tiene una implicación más grande que simplemente una persona. La palabra “simiente” quiere decir un grupo de personas. En inglés, la palabra es “offspring”, es decir, un grupo. De esa simiente saldría uno que le aplastaría la cabeza al enemigo, pero también se refiere al colectivo.

Aclaro: sabemos que la referencia principal es la profecía de que Cristo sería quien aplastaría la cabeza al enemigo. Pero desde ese momento siempre habría una batalla de simientes. ¿Qué es lo que vemos con Caín y Abel? Una batalla de simientes. Vemos a Caín matar a Abel, y vemos a Caín ser echado más lejos del huerto.

Adán fue echado fuera del huerto, pero Caín fue echado aún más lejos. Así que la tierra era más grande que el huerto. Lo primero que hace Caín es continuar con el mandato que Dios le dio a su padre: construir una ciudad. Caín comienza a construir ciudades, y ahora está la construcción de la ciudad del pecado. Por eso, Dios tiene que traer a otros, como Set, para que mantengan construyendo la ciudad de Dios.

El mandato cultural tiene que permanecer, pero esto demuestra la batalla entre simientes. Esto es tan poderoso que mira lo que dice Jesús en el libro de Juan, capítulo 8. Dice la palabra del Señor, búscalo en tu Biblia si puedes.

Fíjate lo que dice Juan 8:44. Estas son palabras rojas, quiere decir que Jesús las dice:

“Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de lo suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentira. Pero a mí, porque digo la verdad, no me creéis.

¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? El que es de Dios, la palabra de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios”.

Jesús dice: “Estamos en una batalla de simientes. Ustedes son hijos del diablo, y yo soy Hijo de Dios. Les hablo la verdad, pero no pueden creer porque no son nacidos de Dios, sino del diablo”.

Fíjate en la descripción del enemigo, porque esto es muy importante: homicida. Todo lo que el enemigo ha querido hacer es acabar con tu vida. Por eso Jesús dice en Juan 10:10: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.

El contraste entre las simientes es quién tiene verdadera vida y quién promete verdadera vida. El problema es que a través de los tiempos la gente ha creído la mentira del evangelio que predica Satanás.

“¿Por qué usted dice evangelio, pastor?” Porque la palabra “evangelio” no es solo para hablar de las buenas nuevas. Evangelio era un término que se usaba para dar una noticia grande. Los romanos, cuando había un nuevo rey, proclamaban el evangelio: “Hay un rey nuevo”. Ese era el evangelio, proclamar una noticia grande.

Todavía, hermano, la batalla que hay hoy en las redes sociales es entre dos evangelios. La pregunta es: ¿cuál evangelio tú vas a creer? ¿El del padre de toda mentira, que lo único que te ofrece es muerte? ¿O la verdad de Cristo, que te da libertad y vida?

Presta atención, porque aquí es donde quiero mostrarte algo. Dios le dice: “Hay consecuencias que no podemos evitar. Te dije que si comías, ibas a morir y tendrías todas estas consecuencias negativas. Pero aun en medio de ellas, está mi gracia, y siempre hay esperanza”.

Dios dijo que de la simiente de la mujer saldría uno que aplastaría la cabeza de la serpiente. Por lo tanto, hay esperanza. Hay esperanza si das a luz. Hay esperanza si sigues procreando, aunque no sepas cómo. Pero de la simiente saldría uno que aplastaría la cabeza al enemigo.

Es muy interesante que, cuando Adán ve a Eva por primera vez, no la llama Eva, sino varona. Pero cuando viene lo que se ha considerado como “maldición” , la consecuencia del pecado, Adán ve que, en medio de todo, Dios pone esperanza, y la llama Eva. De varona se convierte en Eva, porque ahora, para Adán, ella es la madre de todos los vivientes, y un símbolo de que siempre hay esperanza. Siempre voy a estar esperando quién es el que le va a aplastar la cabeza al enemigo.