01 Jul   Dios te salvó de ti

Y desde ahora quiero que sepas que, de las muchas cosas que Dios te ha salvado, te ha salvado de ti mismo. Yo no sé quién puede darle gracias a Dios que Dios te salvó de ti mismo, porque como tú ibas en el camino que tú llevabas, la forma en que tú estabas pensando, hermano, el peor peligro que tú tenías eras tú mismo, el peor peligro que tú tenías eran tus propios pensamientos.

Para nosotros ir ampliando todo este tema en los próximos días y contestar todas esas preguntas que te hice al principio del mensaje, hoy es solo el comienzo de esta serie, y vamos a ver algunos aspectos, algunas facetas de lo que es la gracia de Dios y el poder de la salvación en la vida de todos nosotros. Tenemos que entender varias cosas. Número uno, la salvación es algo que se acercó a nosotros. Ninguno de los que estamos aquí podemos decir que nos acercamos a Dios realmente, hermano. La única manera en que tú te has podido acercar a Dios es porque Él se acercó a ti primero. La salvación vino de la eternidad; Dios envió a su Hijo para que muriera por nosotros en la cruz del Calvario. Por eso es que vemos las profecías que vendría Emanuel, Dios con nosotros, y Él tuvo que descender del cielo para acercarse a nosotros. Porque por más que el hombre tratara de acercarse a Dios, siempre iba a encontrar una barrera, siempre iba a encontrar una dificultad, siempre iba a ser incapaz. Nuestras obras siempre iban a ser incapaces de nosotros poder acercarnos a Dios perfectamente y completamente.

La única razón por la que tú y yo tenemos acceso al trono de la gracia de Dios y debemos tenerlo confiadamente es porque el apóstol Pablo decía: ‘Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia para hallar oportuno socorro’. La única razón por la que tú y yo podemos acercarnos confiadamente es porque Él vino, murió por nosotros en la cruz del Calvario, y abrió la puerta para que tú y yo pudiéramos accesar a Él confiadamente y disfrutar de ese poder de la gracia que no tan solo me asegura la salvación en la vida eterna, sino que me asegura la transformación. Y desde ahora quiero que sepas que, de las muchas cosas que Dios te ha salvado, te ha salvado de ti mismo. Yo no sé quién puede darle gracias a Dios que Dios te salvó de ti mismo, porque como tú ibas en el camino que tú llevabas, la forma en que tú estabas pensando, hermano, el peor peligro que tú tenías eras tú mismo, el peor peligro que tú tenías eran tus propios pensamientos.