08 Jan El secreto de la prosperidad

El Dios Todopoderoso al que tú y yo le creemos nos quiere prósperos y nos quiere sacar del sistema en el cual hemos vivido por tanto tiempo. 

Quiero llevarte a entender esto por unos minutos con un verso brevemente, que lo vamos a estudiar más profundo después, en otra ocasión. Pero quiero que vayas a Mateo 16:13-20 dice:

“Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos. Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo.”

Mira qué interesante: “Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.” Estos versos se utilizan constantemente para hablar del poder que tiene el creyente de atar y de desatar y a través de los tiempos se nos ha enseñado el poder de la confesión, el poder de la declaración, el poder de decretar.

Antes de aclarar un punto en el día de hoy, yo creo en el poder de la Palabra, creo que la Palabra de Dios es más viva y eficaz que toda espada de dos filos, y penetra hasta partir el alma y el espíritu. Creo en el poder de la confesión de la Palabra. 

Creo que cuando tú confiesas la Palabra, cuando tú declaras la Palabra, hay poder que se manifiesta. Creo que de las cosas más poderosas que tú y yo tenemos, y que tenemos en común con Dios, es que podemos hablar, es que podemos declarar. De la misma manera que Dios creó mundos a través de la Palabra, yo creo que nosotros podemos, a través de la Palabra, formar cosas y crear cosas, crear mundos. Esto lo podemos estudiar mucho más adelante.

Pero creo que, al mismo tiempo, aunque eso es verdad, en el tiempo que vivimos simplemente se ha quizás vulgarizado el concepto de que el hombre puede decretar y declarar cualquier cosa a lo loco. Entonces vemos gente declarando y decretando cosas y confesando cosas que no tienen ningún tipo de sentido. Y los vemos, verdad, batallando batallas espirituales que ni existen. 

Nosotros tenemos que entender que el poder para atar y desatar viene por una cosa: viene por una revelación. Las llaves que le dieron a Pedro se las dieron por la revelación.