Una conciencia diferente
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Una conciencia diferente

Una conciencia diferente es, tener una interpretación correcta de la Palabra, es esforzarte por ver la vida con los ojos de Jesús. Seamos como los discípulos, que sabían con quién estaban y actuaban de tal manera que todo el que los viera, los reconociera como hijos de Dios, hijos que no tendrán un obstáculo que les impida ser libres, porque así pasa con los discípulos. ¿Y tú, quieres ser cristiano o ser discípulo?

Un hombre que se paró a predicar, un simple pescador que la Biblia dice que no hablaba ni muy bien, que no era un hombre de mucha palabra filosófica, pero estaba lleno del poder del Espíritu Santo, y comenzó a citar varios versos y comenzó a citar al profeta Joel y también habló de Salmos capítulo 16 y citó también Salmo 110, me parece, y comienza a hablar en aquel lugar y comienza la gente a recibir el mensaje y les dice, por ejemplo, en el libro de Hechos capítulo tres, el verso 16, dice: “El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad. Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. Y por la fe en su nombre, a este, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros”. Pedro está justificando los milagros que están pasando y está diciendo: “Esto está ocurriendo porque hicieron ustedes esto”.

Y comienza esa palabra a convencer a la gente y la gente comienza a arrepentirse y vienen otros momentos donde, cuando lanzan la red, miles de personas le entregan su corazón al Señor y se bautizan y fue un verdadero avivamiento de arrepentimiento. La gente fue convencida de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, porque hicieron mal. De justicia, porque el que crucificaron era el Justo, el que crucificaron era el ejemplo vivo, la esencia viva de la justicia. Y de juicio, ¿sabes por qué? Porque en la cruz del Calvario se estaba juzgando a Satanás. Óigalo bien en el día de hoy. El gran juicio del no viene, el gran juicio del ya vino. El no está, no lo van a destinar un día al futuro. No, no. ¿Sabe cuándo lo juzgaron? El día que Cristo murió en la cruz del Calvario y resucitó. Se cumplió Génesis 3:15, cuando Dios le dijo a la mujer: “De ti saldrá uno que le aplastará la cabeza al que no tiene ninguna autoridad”. Y ese día los discípulos, óigalo bien, cuando los discípulos vieron a Cristo ascender, lo vieron resucitar y lo vieron ascender, se acabó el viejo pacto, se terminó el viejo pacto, se completó. Y con el sacrificio y la resurrección de nuestro Señor se acabó el dominio del enemigo y del en esta tierra. Y hasta que la iglesia no entienda eso, le damos autoridad y poder a alguien que fue juzgado hace 2000 años atrás en la cruz del Calvario.

Y los primeros que vieron eso fueron los discípulos. Los discípulos lo vieron allí. Ese fue el juicio que hubo. Y tú y yo tenemos que entender eso en nuestras vidas en el día de hoy. Por supuesto, yo explicarlo de esta manera te hace a ti pensar: “Bueno, pero entonces, ¿para qué nosotros mucho?”. Porque tú y yo somos de la era del Espíritu Santo, donde deberíamos caminar con una autoridad más grande que aún caminaron al principio los discípulos. Tú y yo deberíamos saber que ellos vivían en un tiempo donde el enemigo no había sido derrotado. El enemigo había sido atado, pero no derrotado. Tú y yo vivimos en el tiempo donde el enemigo fue derrotado. Es una. Deberíamos vivir bajo una conciencia diferente. Pero, ¿por qué usted dice eso? Jesús se paró un día y predicó y dijo: “Nadie entra en la casa del hombre fuerte, si primero no lo ata”. Y Jesús se metió en el desierto por cuarenta días y allí venció a Satanás y allí lo ató. Y dice la Biblia que cuando salió del desierto, salió lleno e investido del poder de Dios sobre su vida. Y por eso el enemigo no…

Un hombre que se paró a predicar, un simple pescador que la Biblia dice que no hablaba ni muy bien, que no era un hombre de mucha palabra filosófica, pero estaba lleno del poder del Espíritu Santo, y comenzó a citar varios versos y comenzó a citar al profeta Joel y también habló de Salmos capítulo 16 y citó también Salmo 110, me parece, y comienza a hablar en aquel lugar y comienza la gente a recibir el mensaje y les dice, por ejemplo, en el libro de Hechos capítulo tres, el verso 16, dice: “El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad. Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida, y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. Y por la fe en su nombre, a este, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros”. Pedro está justificando los milagros que están pasando y está diciendo: “Esto está ocurriendo porque hicieron ustedes esto”.

Y comienza esa palabra a convencer a la gente y la gente comienza a arrepentirse y vienen otros momentos donde, cuando lanzan la red, miles de personas le entregan su corazón al Señor y se bautizan y fue un verdadero avivamiento de arrepentimiento. La gente fue convencida de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, porque hicieron mal. De justicia, porque el que crucificaron era el Justo, el que crucificaron era el ejemplo vivo, la esencia viva de la justicia. Y de juicio, ¿sabes por qué? Porque en la cruz del Calvario se estaba juzgando a Satanás. Óigalo bien en el día de hoy. El gran juicio del no viene, el gran juicio del ya vino. El no está, no lo van a destinar un día al futuro. No, no. ¿Sabe cuándo lo juzgaron? El día que Cristo murió en la cruz del Calvario y resucitó. Se cumplió Génesis 3:15, cuando Dios le dijo a la mujer: “De ti saldrá uno que le aplastará la cabeza al que no tiene ninguna autoridad”. Y ese día los discípulos, óigalo bien, cuando los discípulos vieron a Cristo ascender, lo vieron resucitar y lo vieron ascender, se acabó el viejo pacto, se terminó el viejo pacto, se completó. Y con el sacrificio y la resurrección de nuestro Señor se acabó el dominio del enemigo y del en esta tierra. Y hasta que la iglesia no entienda eso, le damos autoridad y poder a alguien que fue juzgado hace 2000 años atrás en la cruz del Calvario.

Y los primeros que vieron eso fueron los discípulos. Los discípulos lo vieron allí. Ese fue el juicio que hubo. Y tú y yo tenemos que entender eso en nuestras vidas en el día de hoy. Por supuesto, yo explicarlo de esta manera te hace a ti pensar: “Bueno, pero entonces, ¿para qué nosotros mucho?”. Porque tú y yo somos de la era del Espíritu Santo, donde deberíamos caminar con una autoridad más grande que aún caminaron al principio los discípulos. Tú y yo deberíamos saber que ellos vivían en un tiempo donde el enemigo no había sido derrotado. El enemigo había sido atado, pero no derrotado. Tú y yo vivimos en el tiempo donde el enemigo fue derrotado. Es una. Deberíamos vivir bajo una conciencia diferente. Pero, ¿por qué usted dice eso? Jesús se paró un día y predicó y dijo: “Nadie entra en la casa del hombre fuerte, si primero no lo ata”. Y Jesús se metió en el desierto por cuarenta días y allí venció a Satanás y allí lo ató. Y dice la Biblia que cuando salió del desierto, salió lleno e investido del poder de Dios sobre su vida. Y por eso el enemigo no pudo detener nunca ningún milagro. Óigalo bien en el día de hoy. El no pudo detener ningún milagro de Cristo. La incredulidad de la gente hizo que él no hiciera milagros en algunos lugares, pero él tenía que someterse y tenía que estar derrotado. Tenía que estar paralizado. No podía interrumpir absolutamente nada de la obra de Cristo.

Imagínate si tú y yo entendiéramos que nada puede detener lo que Dios va a hacer contigo. Ellos caminaban con la conciencia de un enemigo que estaba atado. Tú y yo tenemos que caminar con la conciencia de un enemigo que está derrotado y que fue derrotado en la cruz del Calvario. [Aplausos] La conciencia debe ser diferente. Y tú y yo tenemos que caminar bajo ese espíritu de nuestros corazones. Dios, tenemos que tener esa libertad de nuestras vidas. Pastor, pero entonces el Espíritu Santo convence de pecado, de justicia y de juicio todavía hoy. Seguro que sí. Pero lo que yo quiero que tú entiendas es primero que los discípulos tuvieron que verlo ellos primero y que esto era el cumplimiento de muchas profecías, de muchas palabras que se habían dado, que daban espacios a una nueva temporada y que desde ese tiempo las cosas cambiaron. Y por supuesto que hoy el Espíritu Santo es quien convence de pecado, de justicia y de juicio. Déjame sugerirte que hay mucha gente que dice ser cristiano y no dudo de su salvación, pero nunca serán discípulos, porque los verdaderos discípulos son los que han estado convencidos de la obra de Cristo en su vida y que dan su vida por el Señor, porque entienden lo que él hizo por ellos en la cruz del Calvario. Hay algunos que llegarán al cielo por misericordia, pero su impacto aquí en la tierra será absolutamente ninguno en pro del Reino de Dios. Pero yo quiero ser del otro bando.

Yo quiero ser de los que sé de lo que Dios nos libró, de lo que sé de lo que Dios me sacó, de los que sabemos que realmente que sin él no podemos vivir, que sin él no podemos caminar, que yo pueda saber de dónde él verdaderamente me sacó, que yo pueda entender para dónde yo iba, para dónde yo iba y ahora para dónde voy, es solo por la obra redentora de Cristo en mí. Y es muy triste que en la iglesia hoy no vemos eso. Y oiga bien, no tiene que ser un mensaje tan sofisticado. Lo que tiene que ser es un mensaje lleno del poder de Dios.

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