3 cosas que quiere enseñarte Dios
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3 cosas que quiere enseñarte Dios

Hoy quiero recordarte 3 funciones que Dios quiere enseñarte: 🙌Convencer 🙌Explicar 🙌Promover Todo en torno a Dios y Su Palabra, mira este video completo y descubre a qué me refiero. 

Estamos estudiando una serie que me parece bonita y muy interesante. Estamos hablando acerca del tema “Hola, soy el Espíritu Santo”. La premisa principal es representar, volver a presentar, la persona del Espíritu Santo a nuestras vidas, queriendo provocar que busques tener una relación con él todos los días de tu vida.

No sé por cuántos miércoles más vamos a estar. Pudiéramos estar semanas mucho más hablando de la persona del Espíritu Santo y estaremos quizás un par de días más, pero este tema realmente es más que maravilloso. Hemos estado viendo cosas muy importantes.

¿Y por qué volver a presentar la persona del Espíritu Santo? Bueno, es muy sencillo. Creo que una de las razones por la cual la gente no tiene una relación con el Espíritu Santo o no busca una relación con el Espíritu Santo es porque la primera impresión que reciben de quién es él no es la mejor.

A veces nos pasa a todos nosotros que cuando se nos presenta a alguien y se nos lleva a alguien por primera vez, nos cae mal esa persona. No estaba en el mejor día, esa persona estaba en su mejor momento o nosotros no estábamos en el mejor ánimo. Y tú vencer esa primera impresión es muy difícil. Toma una gran fuerza de voluntad el tu poder presentarte delante de esa persona y volver a intentar y volver a intentar, hasta que después de tres o cuatro ocasiones tú dices: “Sabes qué, no me cae tan mal, no fue así como cuando lo conocí la primera vez”.

Y creo que así pasa con la persona del Espíritu Santo. Y una de las razones es porque la gente lo único que ve del Espíritu Santo es algo que vamos a ver hoy, una manifestación que vemos en el libro de Hechos capítulo dos. Es la única presentación que la gente puede ver: el día de Pentecostés o la manifestación de hablar en otras lenguas. Esa es la primera impresión, punto y se acabó.

Y hemos estado estudiando la persona del Espíritu Santo mucho más allá de simplemente una experiencia en el Nuevo Testamento. Invertimos los primeros servicios en ver a la persona del Espíritu Santo a través de la historia bíblica, a través del Antiguo Testamento. ¿Cuál es su obra? Por lo menos parte de su obra, para entonces sí entrar ahora en la experiencia nuevo testamentaria.

Y me gustaría que recordáramos uno o dos puntos de la semana pasada. La semana pasada te hablaba que hay dos historias que tenemos que tener o dos relatos que tenemos que combinar para entender realmente la obra del Espíritu Santo. Y es la experiencia que describe Juan en el evangelio de Juan, cuando en varias ocasiones en la Biblia dice que Jesús entra donde estaban los discípulos y sopla sobre ellos el Espíritu Santo.

Juan, en el libro de Juan capítulo 14 al 16, expresa la más hermosa me parece a mí de lo que es el Espíritu Santo. Es el mismo Jesús describiendo la persona del Espíritu Santo. Y luego vemos cómo en el libro de Juan más adelante, en ese capítulo 19-20, vemos cómo el Señor Jesús llega donde los discípulos y les expresa a ellos, les da a ellos la persona del Espíritu Santo. Tienen esa experiencia gloriosa a puerta cerrada.

Luego vemos el momento del Pentecostés, que es lo que encontramos en el libro de Hechos capítulo dos. Y tenemos que ver que lo que ocurre en Juan 14 al 16, o lo que el Señor habla en Juan 14 al 16, vemos su cumplimiento en el libro de Hechos capítulo 2.

¿A qué me refiero? Tan solo dos ideas principales de la semana pasada, para que usted las pueda comprender. Vimos que el Señor, a través de Juan capítulo 14 al 16, nuestro Señor Jesucristo enseña tres cosas poderosas del Espíritu Santo. Digo, enseña muchas más, pero nosotros nos enfocamos en tan solo tres. Número uno, que el Espíritu Santo es quien convence. Él es el que convence. Y por supuesto hace una declaración: él es el que convence de pecado, de justicia y de juicio. Esa es la primera función. Observamos también que el Señor explica cómo el Espíritu Santo va a inspirar al creyente a través de la palabra de Dios. Cuando nosotros tenemos una relación con el Espíritu Santo, el Espíritu Santo nos va a llevar a través de su palabra, nos va a llevar a través de la Biblia y vamos a recibir la inspiración divina en nuestro interior.

Número tres, el Espíritu Santo va a promover la comunión con el Padre. Es el Espíritu Santo el que mantiene ese vínculo de nosotros con nosotros, con relación con el Padre celestial. Así que eso fue a grandes rasgos lo que vimos.

Ahora, dicho eso, yo quiero volver por un momento en el día de hoy al aspecto del convencimiento de pecado, de justicia y de juicio. Y que lo veamos en la experiencia del libro de Hechos capítulo 2.

Fíjate lo que dice Hechos capítulo 2, del verso 1 al verso 4: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados. Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”.

Comenzaron a hablar en otras lenguas y dice que comenzaron. Esa palabra “lenguas” aquí, en realidad, es la palabra que se traduce como “idiomas”. Ellos comenzaron a hablar en diferentes idiomas y comenzaron a predicar el evangelio. Por eso, cuando Pedro hace el llamado al final, miles de personas se convierten y le entregan su vida al Señor. Fue una experiencia poderosa.

Y el libro de Hechos capítulo 2 registra el cumplimiento de lo que el Señor le había dicho a los discípulos que iba a pasar. Los discípulos entendieron que el Señor iba a traer su Espíritu Santo para tres cosas: convencer de pecado, convencer de justicia y convencer de juicio. Tres cosas. Oiga bien.

Y el Pentecostés es ese cumplimiento, ese cumplimiento. Cuando él comienza a predicar, Pedro comienza a predicar, la gente que está oyendo se convence de pecado, porque aquella gente que se convirtió fue la misma que crucificó a Cristo. Se convence de pecado, dijeron: “Lo hicimos mal”. Se convence de justicia, porque el que es justo es Cristo. Y se convence de juicio. El juicio del que habla ahí no es el juicio del creyente, es el juicio del enemigo. Satanás fue juzgado en el día de Pentecostés. Ese día se selló su final. Ese día se cumplió lo que dice Génesis 3:15, que vendría uno que le aplastaría la cabeza al diablo.

Y desde ese día, Satanás no tiene autoridad, no tiene dominio, no tiene potestad sobre los reinos. Él le ofreció los reinos a Cristo allí en la tentación. Él tenía la autoridad sobre los reinos. Pero Jesús dijo: “No, yo no te voy a adorar, solo a Dios voy a adorar. Y yo no importa que tenga que pasar por la cruz, yo voy a hacer lo que tengo que hacer. Yo sé que vine a buscar esos reinos, pero si tengo que pasar por la cruz para buscarlos, lo voy a hacer. Y el día que Dios me levante, él me va a dar toda autoridad”.

Por eso es que Cristo se levanta y dice: “Toda potestad me ha sido dada en el cielo y en la tierra”. Y te pregunto: si toda potestad le ha sido dada, ¿cuánta potestad le queda al enemigo? No le queda ninguna.

Absolutamente ninguna. Y cuando una persona llega a la revelación de Cristo Jesús, se da cuenta de que al enemigo lo juzgaron y que él no tiene potestad sobre tu vida de ninguna manera. Tienes que quitarte eso de la cabeza. Olvídate de los espíritus chocarreros. Ninguna potestad tiene sobre ti. Eres libre, eres libre. El Señor lo juzgó, se terminó, se acabó el viejo pacto y comienza el nuevo pacto en la gracia de Dios.

Así que cuando miramos el día de Pentecostés, vemos el cumplimiento de esa palabra. Los discípulos tenían que ver eso, los discípulos tenían que mirar eso. Usted se imagina la vida de Pedro, cómo cambió ese día, cuando fue bautizado y comenzó a predicar con autoridad. Y aquellos que habían dicho que había que sacrificar a Jesús, comenzaron a arrepentirse, comenzaron a levantar sus manos, comenzaron a decir: “Hicimos mal, tenemos que cambiar nuestra vida, tenemos que entregarnos a él, tenemos que…”. Fue una cosa impresionante.

Ahora, oiga bien, ese evento es el cumplimiento de la promesa que el Señor le hizo a sus discípulos. Tengamos eso claro. ¿En qué? Por favor, ahora, ¿quiere decir que ese evento no tiene más efecto en el tiempo presente? No, el efecto del Pentecostés sigue teniendo efecto en el día de hoy, aunque el evento no es lo que tenemos que esperar que se repita. Preste atención.

Vuelvo y repito, el Pentecostés, como pasó ahí, lo que ocurrió ahí, lo que sucedió ahí, que el Espíritu Santo vino y la gente comenzó a hablar en otros idiomas y la gente comenzó a predicar la palabra en ese momento de esa manera, y que vino un viento recio como de fuego y todo, todo lo que ocurrió ahí, era la declaración visible de que Cristo había dicho la verdad a Pedro. Pedro tuvo que experimentar eso para decir: “Mi maestro no me mintió”. Porque acuérdese que Pedro estaba con la promesa: “Vete allí, espera, porque vas a recibir al Espíritu Santo”. Recuerda, acuérdate que por 40 días les explicó el reino: “Se ha acercado el reino, está aquí, yo soy el Mesías”. Y Pedro tenía que ver ese cumplimiento, sino, ¿cómo Pedro iba a continuar predicando la palabra? ¿Cómo los apóstoles iban a continuar?

Así que aquel evento marcó esa temporada. Ahora, oiga bien, el evento, y esperar ese evento exactamente igual en estos tiempos, no es lo que la iglesia tiene que esperar. Pero no podemos quitarle que el efecto de ese evento todavía continúa en el día de hoy.

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