La historia de Caín y Abel
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La historia de Caín y Abel

¿Qué nos enseña esta historia? Primero, lo fácil que puede ser dejarnos llevar por nuestro orgullo que nos empuja a que queramos agradar a Dios según lo que nosotros queramos y no lo que Dios manda. Nos enseña además, cómo empieza a nacer la competencia La mala competencia entre nuestros hermanos, en este caso, se presentó con hermanos de sangre, pero…¿Cuántas veces no hemos creado competencia entre nuestros hermanos en la tierra? ¡No dejes de ver este video!

Leamos por un momento la historia de Caín y Abel. 

En el libro de Génesis, capítulo cuatro, el verso uno dice así: “Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón. Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra. Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante”. Entonces Jehová dijo a Caín: “¿Por qué te has ensañado? ¿Y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? Y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él”.

Piensa conmigo: estaba el huerto del Edén y ellos no podían entrar al huerto del Edén; estaban en la tierra alrededor del huerto del Edén. Cuando Caín y Abel ofrendan, ofrendan básicamente a la puerta del huerto del Edén. Comienza el tiempo de los sacrificios y de las ofrendas de los hombres para tratar de conectarse con Dios, un principio real. Y Dios comienza a demandar a los hombres que tiene que haber un reconocimiento de que Dios es real y de que sólo a través de Él podemos recibir el perdón de nuestros pecados y la libertad de nuestras vidas.

Y están ellos ahí, en la puerta del huerto. Pero estando allí, a la puerta del huerto, en aquel lugar cerca del huerto del Edén, comienza la batalla por la forma de adorar. Y Caín quiere adorar a su manera, a su forma, como él quiere; y quiere que Dios se agrade de cómo él quiere adorar a Dios.

Y ese es uno de los primeros grandes problemas de nuestra sociedad: yo quiero establecer cómo le adoro y quiero que él se ría como yo le adoro y que la acepte como yo le adoro. Y en la iglesia nos pasa eso: queremos que la gente esté contenta haciendo a Dios triste; y cambiamos nuestra manera de adorar y cambiamos nuestra manera de hacer ciertas cosas para agradar a los hombres, no necesariamente para agradar a Dios. Y después nos cuestionamos por qué tenemos los resultados que tenemos estando tan cerca del huerto del Edén.

Y Dios te dice: si bien haces tendrás resultados correctos; y si no, ¿quién es el responsable? Tú, no más nadie.

Y mira lo que pasa cuando Dios le da esta respuesta. ¿Qué pasa? “Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató”. Y Jehová dijo a Caín: “¿Dónde está Abel tu hermano?” Y él respondió: “No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?” Y Él le dijo: “¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Ahora pues, maldito seas tú de la tierra que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano; cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra”. Y dijo Caín a Jehová: “Grande es mi castigo para ser soportado. He aquí me echas hoy de la tierra”.

Una vez más, entonces, había una tierra fuera del huerto del Edén y Dios lo está echando ahora de un segundo nivel. Adán es echado del huerto y Caín es echado fuera de la tierra y es desterrado a la tierra de Nod. ¿Cuánta gente no se ha dado cuenta de eso? Estando al borde del Edén, su adoración los echa más fuera. Estando tan cerca, en vez de entrar al huerto, te vas más lejos. Y qué triste cuando vives engañado pensando que tu adoración te tiene cerca, sin darte cuenta de que tu adoración te tiene lejos.

Y he aquí que me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y extranjero en la tierra; y sucederá que cualquiera que me hallare me matará. Un lloriqueo: “Me estás botando de la tierra, no voy a estar en tu presencia y esto va a ser que alguien me mate”. Pero por lo menos hay un grado de humildad, y ahí viene la gracia de Dios. Y dice la Biblia: “Y le respondió Jehová: Ciertamente cualquiera que matare a Caín, siete veces será castigado. Entonces Jehová puso señal en Caín, para que no lo matase cualquiera que le hallara”. Y el verso dice: “Salió, pues, Caín de delante de Jehová, y habitó en la tierra de Nod, al oriente del Edén. Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc. Y edificó una ciudad, y llamó el nombre de la ciudad del nombre de su hijo Enoc”.

O construyes ciudades o multiplicas el huerto del Edén; esas son nuestras dos opciones. Pero algo tú vas a construir en tu vida: o construyes una ciudad lejos del Edén o multiplicas el Edén. Tú decides en el día de hoy. Tú decides si tienes la actitud de Caín o tienes la actitud de Abel, que mueres en esta tierra adorando a Dios y recibiendo buen testimonio delante de Dios; o vives lejos como Caín.

El que vive lejos como Caín, hermanos, el miedo que tiene a morirse y la gente que está afuera que tiene miedo a morirse están vivos por la misericordia de Dios, porque Dios pone su marca sobre la gente para que no mueran en la ciudad de Caín; no los mata hasta que Dios haga algo con ellos, viendo siempre la posibilidad divina de la restauración.

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