El mundo está lleno de cosas sin valor
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El mundo está lleno de cosas sin valor

Cuando conocemos a Dios, cuando vemos el valor de estar en una vida en Cristo, nos damos cuenta de una verdad, el mundo está lleno de cosas sin valor, que nos han robado el tiempo y la vida.

En Filipenses Pablo dice: “Mira, yo tengo que confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. 

Vamos a echarnos las cosas aquí. No hay problema. No piensen que yo estoy aquí porque no tengo nada que hacer. Yo tengo todas las credenciales y quiero que sepas que soy mejor”. 

“Soy mejor que todos ustedes. Si vamos a hablar de irreprensibles, soy yo. Si vamos a hablar de celo perseguidor, soy yo. Si vamos a hablar de las cualidades, soy yo. Así que no vengas a echarte los galones aquí. 

Si vamos a hablar de idioma, yo hablo más idiomas que todos ustedes. Ciudadanía tengo más que todos ustedes. Si alguien tiene de qué echárselas, soy yo”. Ahora aquí es que te dice por qué Jesús se encuentra con Pablo: porque en la vida Dios quiere gente que persiga cosas con pasión, porque es más fácil encaminarnos a que persigan las cosas correctas a tratar de encender a alguien que no quiere perseguir absolutamente nada. 

Pero el Señor busca gente que ha perseguido cosas, pero esa gente va a tener que un día dar por pérdida todo lo que ha perseguido y lo que dicen: “Bájalo ahora”. Dicen el verso 7: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente aún estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo y lo tengo por basura”. Esa palabra basura no es la mejor; la mejor palabra sería excremento; la palabra que se traduce en los días; la palabra que se traduce en inglés que quiere decir estiércol; caca. 

Y Pablo dice: “Todo lo doy por caca; todo lo doy por basura solo por perseguir a Cristo y ser hallado en Él; no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo; la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle y el poder de su resurrección y la participación de sus padecimientos; llegando a ser semejante a él en su muerte; si en alguna manera llegase a la resurrección entre los muertos”. 

No que lo haya alcanzado ya ni que ya sea perfecto sino que prosigo por ver si logro asir aquello para lo cual yo también fui hecho por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo alcanzado todo pero una cosa hago: olvido lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está adelante prosigo a la meta al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Cuando Pablo se convirtió, no dejó de perseguir; cuando Pablo le entregó su vida al Señor, no dejó de buscar, lo que cambió fue el enfoque de lo que buscaba. El problema de mucha gente hoy es que la vida te ha herido tanto que ya has dejado de perseguir y encender ese fuego de perseguir. Es un lío, porque la actitud de “yo no quiero nada, yo no necesito nada, la peor es esta: no me importa nada”, y todo el que vive así y piensa así es una persona depresiva. Y la peor actitud que hay es “no me importa nada”. “Eso a mí no me importa”. 

¿Sabes cuando una persona dice “a mí no me importa que aquel esté de viaje”? Tú lo que eres es un envidioso. “No, pastor, esas cosas no me importan”. Lo que te dice es que con esa frase nada más me está diciendo que sí te importan y que en tu mente te estás tratando de convencer de que no te importen, porque en tu corazón ya dejaste de perseguir, en tu corazón ya dejaste de buscar, en tu corazón ya dejaste de desear. 

Pastor, ¿pero entonces cuál es la clave? Aquí está la clave: en la vida, sí, para yo perseguir algo tengo que ser indiferente a ciertas cosas. Hay ciertas cosas que ya no persigo, no porque no me importen, sino porque hay algo que quiero alcanzar que me importa tanto que esas cosas ya no las quiero ver. La diferencia no es que no me importe; la diferencia no es que no quiero nada; la diferencia es que quiero algo que tiene tanto valor que ahora no le presto atención a lo que otros le prestan atención. 

El problema de mucha gente es que cuando llegan a viejos es que empiezan así; comienzan a pensar así, si los jóvenes comenzaran a pensar así desde jóvenes, vivirían una vida totalmente diferente, porque para tú perseguir las cosas buenas tienes que ser indiferente a las cosas que el mundo busca y te vas a dar cuenta de que el mundo se llena de perseguir un montón de cosas que a la larga o a la postre no traen ninguna satisfacción en tu vida y cuando llegues a una edad en la que te des cuenta de que te queda menos tiempo para vivir de lo que has vivido, habrás dicho y dirás: “El tiempo que perdí buscando cosas que realmente hoy me doy cuenta de que no son necesarias”. 

La vida nos golpea, pero no debe golpear tanto al punto tal de que no queramos perseguir algo. Persigue a Dios, persigue las cosas correctas, persigue una buena familia, persigue ser un buen padre, persigue ser una buena madre, persigue ser un buen hijo. 

Y el que persigue a Dios nunca lo va a lamentar.

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