Aprende a controlar el coraje
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Aprende a controlar el coraje

El aspecto de la ira y del enojo es algo que en la Biblia se trabaja desde el principio, desde el libro de Génesis.

Por ejemplo, cuando nosotros miramos la historia de Caín y Abel, lo que vemos es un hombre que no fue capaz de controlar su enojo. Observamos a un hobre que no fue capaz de controlar su coraje. Que no fue capaz de controlar su actitud y fue y mató a su hermano.

Fue y mató, en un acto emocional, por causa de la presión que sintió.

Y podemos analizar que fue lo que pasó en su vida, pero hoy, tan sólo lo que tenemos que mirar es que esto es algo que es consecuencia lamentable del pecado del hombre.

Y, a través de los tiempos, el hombre no ha sabido controlar su actitud y, lamentablemente, sus arranques y sus momentos de coraje y de ira, nos llevan a tomar decisiones erróneas que, eventualmente, tenemos que pagar consecuencias más caras, que simplemente el momento que estamos experimentando.

Cuando nosotros miramos la palabra del Señor, vemos una cantidad de versos que nos demuestran las consecuencias negativas del enojo y del coraje.

Por ejemplo, Salmo 37:8-9 dice:

“Deja la ira y desecha el enojo. No te excites de manera alguna a hacer lo malo, porque los malignos serán destruidos, pero, los que esperan en Jehová, ellos heredarán la Tierra”.

Porverbios 24 dice:

“No te entremetas con el iracundo ni te acompañes con hombre de enojo”.

Eclesiastes 7:9 dice:

“No te apresures en tu espíritu a enojarte, porque el enojo reposa en el seno de los necios”.

Colosences 3:8 dice:

“Pero ahora, dejad también vosotros, todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de nuestra boca”.

Santiago 1:9-20 dice:

“Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse, porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios”.

A través de toda la palabra del Señor, en el Antiguo y Nuevo Testamento, nos damos cuenta de que esto es algo con lo que tú y yo tenemos que trabajar día tras día por la consecuencia, o la posible consecuencia de vivir bajo este arranque emocional y no saber trabajar con una situación en la que nos enfrentamos dentro de esta condición emocional donde el hombre puede perder el control y tomar decisiones de las cuales arrepentirse más adelante.

Por supuesto, dentro de este mismo conexto, tenemos que saber que el enojo es una reacción normal, número 1, en ciertos casos.

Y número 2, que hay hasta un enojo podemos decir espiritual.

La realidad es que, hay momentos en nuestra vida en lo que tenemos que reaccionar y tenemos que, de alguna forma u otra, responder ante ciertas situaciones con esa actitud que nos permita a nosotros tomar ciertas acciones correctas delante de Dios.

Lo importante es saber definir cuán correcto es el enojo, en dónde es correcto el enojo, y cuáles son las acciones correspondientes.

Fíjate que Jesús, en un momento dado, se enojó en contra de aquellos hombres que estaban siendo usureros frente al templo.

Esa gente estaba robándole a todos los que estaban en aquel lugar y Jesús fue, y en un momento se airó, le dio coraje, viró las mesas, nunca golpeó a nadie, pero allí declaro ese lugar casa de oración.

“Aquí no se puede permitir que venga la gente a robar y a ser usureros con los demás, y simplemente aprovecharse del buen corazón de los demás”, y fue una indignación podemos decir santa que lo llevó a tomar una decisión correcta en un momento en particular.

Asi que tenemos que hacer ese balance, lo que pasa es que es una línea fina entre cómo es que nosotros reaccionamos ante las situaciones y cómo mantenemos bajo control esa emoción…

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