No rechacemos el honor que Dios nos da
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No rechacemos el honor que Dios nos da

Tú no puedes construir una vida para agradar a la gente.  En la iglesia te vamos a amar, pero en la iglesia tenemos que asegurarnos que Dios esté aquí primero; que lo que hagamos, sea para agradarle a Él primero.  Porque si Él aparece, si llega y se manifiesta y se revela – que no necesariamente es únicamente con poder y milagros, sino también con revelación y entendimiento, donde tú oyes la voz de Dios, recibes palabra y tu vida se transforma.  

En Éxodo 25, hay una descripción bien interesante, y la vemos en el momento en que Dios comienza a darle la orden a Moisés acerca de cómo construir el tabernáculo.  

Jehová habló a Moisés, diciendo: 2 Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda. 3 Esta es la ofrenda que tomaréis de ellos: oro, plata, cobre, 4 azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras, 5 pieles de carneros teñidas de rojo, pieles de tejones, madera de acacia, 6 aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático, 7 piedras de ónice, y piedras de engaste para el efod y para el pectoral. 8 Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. 9 Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis.”  Éxodo 25:1-9  

Dios usa dos palabras; pide que se construya un santuario y un tabernáculo.  Para algunos, es lo mismo.  Y si vamos un poco más adelante, vemos que a esta misma estructura, cuando se convierte en algo fijo, se le llama templo.  ¿Qué diferencia hay entre el santuario y el tabernáculo, o entre el santuario y el templo?  En el santuario era donde estaba la presencia de Dios; aunque Él lo llenaba todo.  En el tabernáculo era donde la gente interactuaba unos con otros y con Dios.  En el lugar santísimo, solo entraba uno; iba y recibía la palabra, oía, salía y hablaba.  Pero la gente se construía en el tabernáculo.  Porque la gente iba allí a adorar en conjunto, a traer las ofrendas.  Y era allí donde unos con otros delante de la presencia del Señor, adorando en conjunto, presentando sus ofrendas, entonces, la vida del pueblo era construida.  

Tu vida es construida cuando tú vas al templo.  Es desde el santuario, de la presencia de Dios, de donde sale una palabra que construye tu vida.  Cuando sirves en la iglesia, se desarrolla tu carácter.  Un buen líder de una iglesia puede dirigir cualquier compañía, cualquier empresa.  A la iglesia tú vas por fe y Dios desciende en cada servicio para hablarte, para que tu vida se empodere.  Por eso, el personaje principal no eres tú.  Tú eres el resultado secundario de tener una palabra de Dios que uno entra y se transmite para que tu vida se construya, y en el tabernáculo es donde todos nos construimos los unos a los otros.  Esto no es menospreciando a nadie, sino para que lo tengamos claro.  ¿Cuáles son tus prioridades?  Cuando tú vas a la iglesia buscando que te agraden a ti o agradar a otros, llega el día que te cansas.  Todos tenemos que ser flexibles, tenemos que amar, tenemos que adaptarnos y sabemos que tenemos que modificar ciertas cosas en nuestra vida, pero hay un momento donde tienes que saber que tienes que vivir para Dios y que a Él solo tienes que agradar.  Si tú construyes tu vida para que le agrade a Él, Él va a llegar y lo va a llenar todo.  

Cuando tú vas a la casa del Señor, vas a poner un pedacito de la construcción de ese tabernáculo que necesita Dios para manifestarse en medio de nosotros.  Y qué maravilloso que tenemos un Dios que realmente quiere habitar en medio nuestro en todas nuestras jornadas.  Dios se te quiere aparecer cuando eres niño, cuando eres joven, quiere estar contigo en todas las jornadas; el día que tienes novio, el día que te casas, el día que tienes hijos, el día que falleces; Él quiere estar contigo en todas las jornadas.  Dios va contigo de principio a fin, y si tú lo construyes, Él va a llegar.  

El problema es que, muchas veces, pensamos que no hay nada que tengamos que hacer.  Uno de los problemas que tiene la iglesia no es tan solo pensar que los importantes somos nosotros y no Él, sino el pensar que lo que Dios va a recibir de nosotros es lo que queramos darle.  Y no funciona así.  Dios quiere habitar en medio tuyo.  ¿Por qué Dios no mandó a hacer un tabernáculo en el desierto?  Porque el pueblo estaba en carpas.  Y Dios dijo: yo no voy a tener un templo, mientras mi pueblo está en carpas.  Pero, eventualmente, se molestó porque lo tenían a Él en carpas, y la gente tenía buenas casas.  Y un día dijo: ¿es justo que yo esté en una carpa, mientras ustedes están en casas artesonadas?  

Cuando tú construyes algo mejor para ti, y pretendes encontrarte con Dios, sin haber construido lo mejor para Dios, no funciona de la misma manera.  Dios no pretende que hagas por Él lo que Él ha hecho por ti porque no hay manera que tú lo hagas, pero al menos imítalo.  Tú debes decir en tu corazón: Señor, tú no puedes tener una peor casa que la que yo tengo.  Y si tú lo construyes, Él llega porque Él quiere llegar.  Y, de lo contrario, lo único que tendrás será entonces el monte.  Y todos tenemos que tener un monte, el monte de Sión, donde un día lo veamos en estruendo y digamos: esto es cosa seria, y eso que es tan poderoso quiere habitar en mi vida; lo que tengo es que construir el lugar donde Él salga del monte y llegue donde yo estoy.  Pero eso no implica que vas a hacerlo a tu manera, como tú quieras.  

En una ocasión, Dios le reclamó al pueblo y le dijo: ¿por qué no le llevas al rey la cabrita patiquebrada que me ofrendas a mí; él no te la va a recibir, pero tú pretendes que yo la reciba.  Hay gente que hay que empujarla para que cante en la iglesia, pero las seculares las cantan con alegría.  En la iglesia, si no te ponen la letra en la pantalla, no cantas porque no te la sabes.  Pero entonces, quieres que cuando tú le llames, Él llegue; pero no.  Él quiere llegar; si lo construyes, llega.  Y si llega, lo llena todo.  

Luego de saldar una deuda millonaria por nuestro antiguo templo, nosotros pensamos que ya no tendríamos que construir.  Pero el huracán María destruyó el templo, y hoy tenemos que construir.  Hasta un momento, habríamos querido no tener que hacerlo.  Pero el Rev. Miguel Cintrón, quien fuera pastor de nuestra iglesia en Orlando por los pasados años y hasta hace unos meses cuando partió con el Señor, dijo algo en su última prédica que nos impactó y ha cambiado nuestra perspectiva de las cosas.  Él dijo: cualquiera puede predicar, evangelizar; pero a unos pocos Dios les da el honor de construir un templo.  

No rechaces el honor que Dios te da de construir algo para Él.  Si lo construyes, Él va a llegar y va a llenar todo.  Pero tienes que construir a la manera que Él quiere.  

Si tú construyes tu vida para agradar a Dios, Él va a llegar y lo va a llenar todo.  

David quiso tener el honor de construir, y Dios no se lo dio.  Le dijo: tus manos están ensangrentadas, no lo puedes construir.  Que tus manos no estén tan ensangrentadas que tú no puedas construir lo que Dios quiere llenar.  ¿Por qué Dios no dejó que David le construyera el templo?  David tenía un corazón conforme al de Dios, pero no había congruencia entre su corazón y sus acciones.  Y cuando ese es tu caso, puedes tener la mejor intención, pero no construirías algo donde Dios pueda llegar.  Si David lo construía, aquel templo habría sido señal de dominio militar porque esa era su fama, la de un rey que conquista.  No había sido señal de la gloria de Dios.  El error de David fue contar su ejército; Dios se molestó porque qué hacía David contando cuando el único con el que había contado era Dios.  Él era un simple pastor, pero llegó a tener tal poder que un día pensó que era por sus fuerzas que podía lograrlo todo.  

Muchos de nosotros, hoy, sin darnos cuenta, tenemos nuestras manos ensangrentadas.  Tienes el gran corazón de que Dios está en tu vida, pero en tus manos, sigues batallando por tus propias fuerzas.  Sigues haciendo cosas, pero que no están alineadas a lo que Dios quiere que tú hagas.  Tú estás construyendo tu matrimonio, pero a tu manera, y no a la de Dios.  El matrimonio se construye a la manera de Dios; los hijos se guían a la manera de Dios.  Igual tu trabajo, tu negocio; lo construyes a la manera de Dios y lo honras; pero si lo haces con tus fuerzas, te llevas al mundo de por medio.  Por eso es que Dios no le da el honor a todo el mundo de construir algo que Él pueda llenar.  

¿Cómo construyes a la manera de Dios?  Cuando buscas su palabra.  Construye con lo mejor que tienes; Dios no va a aceptar una porquería.  Construye con excelencia, con pasión, construye como Dios dice.  El matrimonio, los hijos, todo se guía como Dios dice, basado en la revelación que recibes en el templo, donde Dios comienza a guiar tu vida.  Cuando construyes de esta manera, descansas porque no es por tus fuerzas, sino por el poder de Dios, dándole lo mejor a Él porque, si se lo construyes, Él va a llegar.  

Entre otras cosas que te ayudan a construir está la paz.  Tuvo que venir un Salomón, un hombre de paz, no uno de guerra, para construir un templo donde Dios llegara.  ¿Por qué todo esto?  Porque un templo no puede ser un símbolo de dominio.  Tiene que ser un símbolo de gracia, donde todo el mundo se acerque.  De lo contrario, seguirás en el Sinaí, donde la gente no se quiere acercar.  El templo que hagamos tiene que estar accesible, de modo que todo el que llegue tenga acceso a la presencia de Dios.  Eso es lo que tú tienes que construir.  

Que Dios te dé la sabiduría de cómo construir tu vida para que Él la llene y lo llene todo.  

Qué maravilloso sería que Dios llene todo espacio de tu vida, que no haya nada vacío; que no esté la alacena vacía, tus hijos, tu casa, tu mente, tu cuerpo.  Que Dios lo llene todo.  Con Dios no puedes tener la excusa de que tienes el corazón correcto porque Él te va a decir como a David: sí, pero ¿qué estás haciendo?  Que guarden relación tus manos con tu corazón porque si las tienes ensangrentadas por tratar de construirle algo a Dios con violencia, no funciona así.  Es como Él te ha pedido que lo hagas.  

Que tu corazón y tus acciones guarden congruencia, y que puedas oír hoy la voz de Dios que te dice:  Si tú construyes, a mi manera, yo voy a llegar a tu vida y lo voy a llenar todo.  Aunque nadie más lo escuche, si tú lo construyes, todo el mundo lo va a ver.  

8 Comments
  • Nelson García
    Posted at 07:25h, 25 July Reply

    Amén es a tu manera mi Dios gracias te doy hoy y todos los días de mi vida

  • Maryori
    Posted at 07:34h, 25 July Reply

    Amén

  • Jhon Mario Rojas
    Posted at 10:42h, 25 July Reply

    Gloria a Dios, gracias por la palabra, bendiciones

  • Alicia Farías González
    Posted at 19:45h, 25 July Reply

    Amén, amén! Gracias Pastor Otoniel, bendiciones para sus vidas

  • Wiliam Antonio Chacon Vargas
    Posted at 00:35h, 26 July Reply

    Amén tomo esta palabra bendiciones

  • Martha+Obando
    Posted at 08:02h, 26 July Reply

    Amen. Gracias Padre por hablarme a traves de tu siervo, bendicelo a el y a su familia

  • SILVIA H. GÓMEZ
    Posted at 13:29h, 26 July Reply

    Amén. Bendiciones

  • marttha
    Posted at 22:24h, 04 August Reply

    Amén Gloria a Díos
    Si mi Díos tú heres quién dirige mi vida

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