Un Arranque de Fe
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Un Arranque de Fe

Tú tienes que dar en tres niveles: hacia abajo, hacia el lado y hacia arriba.  A la gente siempre le gusta dar hacia abajo, a gente que está en una condición peor que la suya, porque se siente bien darle a alguien que necesita.  Pero en la vida tú no puedes vivir únicamente dándole al que está debajo de ti porque las relaciones se forman cuando tú das al que está al mismo nivel tuyo, pero la bendición de Dios se multiplica cuando tú das a alguien que está arriba de ti.  Esos son principios bíblicos.  

17 A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.”  Proverbios 19:17  

La promesa bíblica es que cuando le das a alguien necesitado, a Dios le estás prestando.  Dios no multiplica lo que le das al pobre.  Le estás prestando a Dios.  Le prestaste, y Él te lo va a devolver.  Pero no hay multiplicación por dar al pobre.  Tienes que dar al pobre, al necesitado, pero tienes que saber que, cuando das al que necesita, le estás prestando a Dios, y Él se compromete en devolvértelo.  

A muchos les gusta dar al pobre porque les hace sentir bien; por un momento, nos pone en posición de que no estamos tal mal; y decimos: no estoy tan mal, hay gente peor.  Pero si tú vas a medir tu vida porque haya otro peor que tú, nunca aspirarás a las cosas más grandes que Dios tiene para ti.  

Tienes que dar al pobre, al necesitado, pero entiende la matemática: a Dios le estás prestando, y Él te lo va a devolver.  Pero tienes que saber la respuesta y la razón por la que lo haces.  No puedes poner fe de multiplicación en esa semilla.  Esa ofrenda que das, la agradeces diciendo: gracias, Señor, porque estoy invirtiendo y tú me lo vas a pagar.  

Tú tienes que dar, además, alrededor tuyo a aquellos que están en tu propio nivel.  Te vas a dar cuenta que hay gente a tu nivel económico, financiero, social, mental; son tus amigos; no es que estén exactamente igual, pero te sientes cómodo con ellos; y en la vida hay que hacer una inversión en esas personas.  Tú no puedes tener amigos si no hay dádiva.  Para tener amigos tienes que salir, invertir tiempo, dinero, tienes que invitar, tienes que recordar cumpleaños; y mientras más tú tengas para dar a los que están a tu alrededor -sin que vivan de ti porque se complicaría el asunto – mejor.  Pero qué malo es tratar de caminar con alguien que nunca da absolutamente nada.  Nunca paga, nunca invita, nunca nada; son de los que, cuando llega la cuenta a la mesa, tienen que ir al baño.  No se trata de comprar amistades, pero en las amistades se invierte.  En tu cónyuge, se invierte; en tus hijos, también.  

16 La dádiva del hombre le ensancha el camino y le lleva delante de los grandes.”  Proverbios 18:16  

Qué maravilloso es estar rodeado de gente que pagan, ayudan, sirven, que siempre tienen detalles, que hacen esa inversión mutua de tiempo, de amor, de respeto.  Y lo más que vas a alcanzar cuando das a los que están a tu alrededor es tener buenos amigos y buenas relaciones.  

Varias cosas dañan un matrimonio; una de ellas, la tacañería.  Hay que dar, regalar; no se puede esperar a aniversarios, cumpleaños, hay que llevar regalos, invertir.  No tienen que ser regalos caros; con un detalle, dices: estuve pensando en ti.  

Si tú quieres tener buenas relaciones en tu vida, tienes que volverte una persona generosa.  

Así que, das hacia abajo y prestas a Dios, ayudas, sirves; y das al lado para tener relaciones.  Pero tienes que dar hacia arriba.  

Tienes que encontrar a alguien que sea un líder, identificar una institución, un lugar, una persona a la que puedas bendecir; una que no necesite lo que tú tienes para dar, pero lo das en fe de que, si eres capaz de honrar a alguien que reconoces que es mayor, Dios mirará eso con honor delante de sus ojos.  

Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, 2 a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz; 3 sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre. 4 Considerad, pues, cuán grande era este, a quien aun Abraham el patriarca dio diezmos del botín.”  Hebreos 7:1-4  

Abraham acababa de ganar con trescientos dieciocho a todos esos reyes, y salió rico.  Tenía que haber tenido un tremendo orgullo por todo esto.  Pero en el camino se encontró con uno que le hizo pensar: yo pensaba que era grande, pero hay alguien más grande que yo, ¿cómo lo reconozco?  Y sacó de lo que ganó y lo presentó porque había alguien más grande.  Y todo lo hizo por una bendición.  Porque todo lo que tú necesitas de aquel que es más grande que tú, es que te bendiga, que te dé una palabra que desate en tu vida una nueva dimensión.  

Multiplicación en tu dádiva solo la recibes cuando das en un lugar, en una persona que es más grande.  

En tus relaciones, se multiplican los amigos cuando eres dadivoso.  Hay varias cosas que hacen que la gente quiera estar contigo; entre ellas, tu humor, tu actitud ante la vida; otra, tu generosidad.  Nadie quiere estar con alguien negativo, amargado.  Al tener a alguien generoso, dadivoso, alegre al lado de uno, las cosas cambian.  Cuando tú consigues un lugar como este, tú dices: aquí está mi pastor; Señor, reconozco que hay alguien más grande que yo.  

Mucha gente nunca puede ver esto así porque cuando das a alguien más grande, tu dádiva parece absurda.  Primeramente, no lo necesitan, y eso es lo que viene a tu mente.  Cuando tú vas a la casa del Señor, no ofrendas a tu pastor, sino a Dios a través de la iglesia.  Pero a algunos les molesta que los pastores prosperen, que progresen, pero tu pastor no prospera por tus diezmos y ofrendas, sino por los suyos; porque tu pastor diezma y ofrenda, Dios se encarga de que haya progreso en su vida.  Pero se vuelve algo de orgullo para algunos el tener que reconocer que alguien mayor que debamos honrar, pero el romper con ese orgullo y dar, abre puertas en tu vida.  Esa es la semilla que Dios multiplica.  

Comenzar a andar bajo esa cobertura, esa es una de las claves más importantes que puedas aprender en tu vida.  

Pero todo lo anterior es lo básico.  Ahora bien, ¿qué es lo que produce fe para tú vayas más allá de tu generosidad y te presentes ante Dios con una ofrenda de sacrificio?  ¿Qué produce fe en tu vida para llevarte a ti a romper con todo esquema en tu mente y que tú puedas entrar y recibir lo que Dios tiene para ti?  

En la Biblia, vemos ofrendas de sacrificio, ofrendas de gran poder; por supuesto, la más grande de todas, la de nuestro Señor Jesucristo en el Nuevo Testamento.  Y podemos aprender varios principios de algunas de estas.  

En una ocasión, Jesús se sentó a mirar lo que la gente daba en la ofrenda, y llegó una viuda y tiró dos pequeñas monedas, que captaron la atención de nuestro Señor Jesucristo.  Esta mujer allí lo dio todo, lo entregó todo, dio más allá de sus fuerzas, entregó todo lo que tenía.  El Señor Jesús llamó a sus discípulos y les preguntó: ¿quién aquí ha dado más?  Los discípulos dijeron: tanta gente ha dado tanto, ¿cómo podemos saber?  Y él les dijo: de cierto les digo que esta viuda dio más que todo el mundo porque dio de su necesidad.  

Hay un momento donde, en tu necesidad, se te impulsa a dar lo que tienes para creerle a Dios por algo más grande.  Es cuando tú estás en la última parte de tu tanque de fe emocional.  Quizás has estado así con un hijo, con tu cónyuge; tu tanque emocional está agotado, pero de momento, algo te dice: “ese es mi hijo” o “ese es mi esposo”, “tengo que hacer algo más”.  Ese es el momento donde la necesidad te dice que tienes que moverte.  

Hay un momento donde tu necesidad te lleva a tener un arranque de fe, que te impulsa a experimentar el poder de llamar la atención de nuestro Señor.  

En el Antiguo Testamento, vemos una viuda que, cuando el profeta llegó, ella tenía tan solo un poco de harina y aceite para preparar una torta y comer ella y su hijo y morir.  El profeta le dijo: dame esa torta a mí primero.  Y, de su necesidad, ella se atrevió a dar aquella pequeña torta, y la harina no escaseó ni el aceite escaseó por tres años y medio.  De allí se alimentó durante todo aquel tiempo.  

Tu necesidad es un buen momento para ejercitar tu fe, un buen momento para decir: voy a correr la milla extra, voy a hacer un poco más de esfuerzo.  Tu generosidad con esa fe que tu necesidad produce, es la combinación perfecta para llamar la atención de Dios y provocar un mover de su mano a tu favor.  

Cuando tu necesidad produce fe, lo que cambia es el miedo en fe.  La torta ya no será la última torta.  No te vas a morir aquí, no te vas a quedar en este lugar; te vas a levantar.  Algo grande Dios va a hacer en tu vida.  Esto lo hemos vivido una y otra vez y, cuando tú pruebas ese nivel, producto de la necesidad -porque, si algo trae la necesidad es miedo-, de repente te das cuenta que la necesidad que tira a otros pedir, a ti te lanza a creer, sabiendo que no puedes esperar nada, si primero no lo entregas todo. 

4 Comments
  • Nely Silva
    Posted at 11:17h, 20 April Reply

    Gracias Pastor DIOS lo BENDIGA GRANDEMENTE

  • Nelson García
    Posted at 11:18h, 20 April Reply

    Amén buenos días gracias a Señor por todo y en todo para ti sea toda la gloria y toda la honra

  • Jhon Mario Rojas
    Posted at 20:00h, 20 April Reply

    Amén y amén

  • nairobis jauregui
    Posted at 20:03h, 25 April Reply

    Gloria a Dios, palabra de aliento , Gracias pastor,

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