Libera lo que Dios Tiene en su Mano
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Libera lo que Dios Tiene en su Mano

Diezmo es la décima parte que damos a Dios de todo lo que recibimos de nuestro trabajo, de nuestro incremento, del aumento que Dios nos da.  Luego de diezmar, entra el principio de la ofrenda, que es lo que llevamos delante de Dios cuando vamos a un servicio, a la casa de Dios.  

Nadie ofrenda hasta que no diezma.  Si todavía no has diezmado y llevas algo delante de Dios, eso es parte de tu diezmo.  La ofrenda es por encima de ese diez por ciento que Él nos ha pedido en su palabra.  

Muchos van a la casa de Dios y ofrendan y no tienen resultado.  Lamentablemente, a veces no saben por qué.  Y eso es lo que debemos corregir hoy.  Tú necesitas entender ciertas cosas que te van a ayudar a maximizar el momento de ofrendar.  

8 Dad a Jehová la honra debida a su nombre; traed ofrendas, y venid a sus atrios.”  Salmos 96:8  

El momento de ofrendar debe ser algo ceremonial, algo de honra a Dios, algo significativo.  Algunas iglesias, por no ofender a la gente, por no ser criticados, minimizan o dejan pasar por poco lo que es el ofrendar.  Dicen: Hagamos esto brevemente, ya que estamos por terminar.  No le dan el espacio correcto.  En nuestra iglesia, siempre hay quien se acerca al altar a entregar su sobre con su ofrenda, se presentan delante de Dios.  Algunos se molestan y piensan que no debe ser así, pero en realidad la ofrenda debe ser un momento de reverencia a Dios, un momento donde te presentes ante Dios ceremonialmente, habitualmente.  

El servicio a Dios es ceremonial.  Llegamos a una hora, cantamos cierto tiempo, nos presentamos con los diezmos y las ofrendas, se oye la palabra, se predica.  Es una ceremonia.  Pero, a veces, cuando llegamos al momento de la ofrenda no lo vemos de esa manera.  Al no hacerlo parte de nuestra ceremonia, lo que le quitamos es el honor.  

Cuando tú vas a ofrendar a Dios, tienes que saber que lo haces para honrarle.  

En tu momento de ofrendar, tu actitud es tan importante como la ofrenda misma.  En la palabra, vemos dos mujeres que podemos comparar para mostrar este punto.  En Marcos 12, se nos habla de aquella mujer que impresionó al Maestro cuando echó todo lo que tenía.  Una viuda pobre dio lo último que tenía, lo entregó allí en el altar donde se recogían las ofrendas.  Nadie la reconoció, pero Jesús dijo que nadie dio como ella; pero no por la cantidad, sino por la actitud con la que lo hizo.  En Lucas 7, vemos a una mujer que entra a casa de Simón, el fariseo, y derrama el pote de alabastro a los pies de Cristo.  Aquello costaba el salario de un año de una persona.  Así que, tenemos a estas dos mujeres; una muy pobre que da todo lo que tiene, y otra que tenía trabajo, que había ganado una cantidad sustancial, pero lo que impresiona a Dios es la actitud detrás del regalo.  Una da algo que podemos decir que es poco, otra dio algo que era muy grande.  Pero la actitud detrás de ambas fue lo que impresionó a Jesús.  

Aquella viuda dio lo que tenía, con una actitud de fe.  La otra mujer, una mujer próspera, cuando el Señor la celebra, lo que celebra es la actitud con la que ella lo está haciendo.  Es una actitud de agradecimiento; ella sabía que el Señor le había perdonado mucho, ¿cómo lo repagaría?  Aquel pote de alabastro no era nada.  ¿Qué era un año de trabajo, cuando él le había devuelto la vida?  

Hay momentos que, cuando vas a ofrendar, lo vas a hacer como la viuda; dando lo que tienes, lanzándolo al altar creyéndole a Dios, y esa actitud es la que va a provocar que algo pase.  A veces, cuando tienes suficiente, cuando has tenido abundancia, cuando has tenido un buen año y tienes un pote de alabastro, la actitud es una de agradecimiento.  ¿Qué importa que des tanto, si Dios te ha devuelto la vida?  

La actitud de estas mujeres hizo la diferencia y provocó que captaran la atención del Maestro.  

Tu actitud hace que tu ofrenda se magnifique.  Es sumamente importante que, cuando tú vayas al momento de ofrendar, lo hagas con expectativa de que algo va a ocurrir en tu vida.  

Seguramente, has oído que debes dar sin esperar nada a cambio.  Pero esa es una manera errónea de pensar.  Cuando piensas de esa forma, no estás honrando a Dios.  

9 Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; 10 Y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto.”  Proverbios 3:9-10  

Aquí lo que vemos es una ley de causa y efecto.  Por lo tanto, cuando te presentas ante Dios, debes tener expectativa de que algo va a ocurrir.  Aquel que dice que no esperes nada, le está quitando el único factor que le agrada a Dios de tu ofrenda: tu fe.  Tu fe es la que lo mueve a Él, la que provoca que Él se mueva en favor tuyo; es tu fe la que lo mueve a Él y la que realmente establece el milagro económico que estás esperando, la bendición de Dios sobre tu vida; y esa fe tiene que esperar algo.  Por lo tanto, si das sin esperar, le has quitado el factor de fe a lo que es el momento de ofrendar.  

Cuando tú das a alguien o a la casa de Dios, tú no estás esperando que la casa de Dios te devuelva.  Cuando ayudas a alguien, cuando Dios pone en tu corazón dar algo, no estás esperando que esa persona sea la que te retribuya.  Tú debes esperar que sea Dios quien te haya visto, que sea Él quien te mire, quien vea tu fe y te recompense.  Pero tienes que esperar algo de parte de Dios.  

Cuando tú dejas ir lo que hay en tu mano, lo que Dios ha puesto en tu mano, entonces, lo que está en la mano de Dios se libera, lo que Dios está reteniendo se libera en favor tuyo.  

El Señor siempre iba a enviar a Jesús para que salvara la humanidad, pero dice la Biblia que lo había retenido en los cielos; no se podía liberar hasta que alguien en la tierra liberara a su hijo, lo sembrara, lo sacrificara.  Abraham dejó ir de su mano a su hijo, Isaac; lo puso en el altar, se lo entregó a Dios, y Dios dijo: encontré a uno como yo; ahora puedo liberar al mío, a Jesús, para que los redima.  

Una acción en lo terrenal provocó que en los cielos se desatara aquello que se había estado reteniendo por tanto tiempo.  

Cuando tú liberas lo que hay en tu mano, Dios de su mano suelta lo que Él tiene.  Cuando tú liberas lo que hay en tu mano, se libera lo que hay en la mano de Dios.  Atrévete a creerle a Dios y darle lo mejor, a liberar de tu mano lo que tienes, y espera lo que hay en las manos de Dios.  Te vas a sorprender.  Lo que Dios va a hacer contigo es sumamente poderoso.  

10 Comments
  • Nely Silva
    Posted at 12:41h, 13 May Reply

    ??? DIOS LO BENFIGA GRANDEMENTE PASTOR

  • Carlos Daniel Parra Suarez
    Posted at 12:41h, 13 May Reply

    Muchas gracias

  • Alicia Farías González
    Posted at 13:15h, 13 May Reply

    Amén! Convencida estoy,desde hace 10 años,que la obediencia,trae consigo Bendición, Dios le continúe bendiciendo grandemente, gracias Pastor Otoniel,

  • Richard Rangel
    Posted at 13:44h, 13 May Reply

    Amén amén Dios le bendiga grandemente pastor y le siga llenando de su Espíritu Santo

  • Rosa Rodríguez
    Posted at 15:12h, 13 May Reply

    AMÉN.? BENDICIONES

  • Luisa Hernández
    Posted at 15:49h, 13 May Reply

    Gloria a Dios por esta palabra, llego en el momento en el cual lo estaba necesitando, gracias pastor Otoniel por esta hermosa palabra Dios le bendiga.

  • Rosana Elera
    Posted at 22:09h, 13 May Reply

    Amén, muchas bendiciones Pastor.

  • Oswaldo Monier
    Posted at 14:48h, 15 May Reply

    Gracias Amado Padre Celestial por todo tu amor y misericordia
    Amén ???????

  • Carla Rocío Girón Guinto
    Posted at 12:34h, 18 May Reply

    Amén, lo creo y lo recibo

  • nairobis jauregui
    Posted at 00:34h, 28 May Reply

    Amen Gloria a Dios

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