25 Aug El Ejemplo de Jesús

“5 vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.”  2 Pedro 1:5-7  

En 2 Pedro 1, vemos lo que pudiéramos llamar la escalera de crecimiento y madurez de un creyente.  Por fe, tienes consciencia de salvación, y por apreciación a ella, pones diligencia en traer a tu vida estas virtudes.  Cuando Pablo escribió 1 Corintios 13, dice que la mayor fuerza es el poder del amor.  Podríamos preguntarnos, entonces, por qué en este listado de virtudes, tanto el afecto fraternal como el amor, están en último lugar.  Y la verdad es que, cuando vamos al aspecto práctico de estas dos virtudes, no podemos expresar afecto fraternal ni el verdadero amor, si todavía no hemos ejercido dominio propio, si no tenemos paciencia o perseverancia, si no tenemos las otras virtudes.  El problema que tiene muchas veces la iglesia, es que trata de amar, de tener afecto fraternal, sin tener las otras virtudes; y realmente, tú no puedes tener la expresión externa de afecto fraternal y amor, sin madurar en el interior, en tu vida de piedad y paciencia.  

“34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. 35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.”  Juan 13:34-35  

Si tú vas a mostrar que eres discípulo, tienes que mostrar amor unos por otros, pero tú no puedes mostrar amor correctamente, sin las virtudes de las que habla Pedro: Conocimiento de Dios, paciencia, dominio propio.  Porque lo que la gente siente que es amor, no lo es.  De otra manera, es un amor corrompido, dañado, que no es correcto, sino una manifestación carnal de lo que debería ser el producto de una virtud y de una verdadera relación con Dios.  

El afecto fraternal viene de un término compuesto que se refiere a amor de amigos y hermanos.  Así que, cuando hablamos de amor fraternal, hablamos del amor como hermanos o entre hermanos.  Uno de los amores más difíciles de manifestar, es este.  Amar al padre y la madre es fácil.  Si tienes una maravillosa relación con tus hermanos, eres privilegiado.  En el mundo, los más grandes conflictos familiares son entre hermanos.  

En la parábola del hijo pródigo, en Lucas 15, vemos dos hermanos que sabían ser hijos, pero no hermanos.  Cuando regresa el hijo pródigo, su hermano se queja; le dice al padre: Tu hijo estaba con las prostitutas.  Pero, si sabía dónde estaba, ¿por qué no fue a ayudarlo?  Su hermano llega, y él no lo celebra, no se goza, lo que hace es reclamar.  En la iglesia, el amor que más se enseña es hacia Dios; y Él, desde el cielo, dice: No me puedes amar a mí, si no amas al que está a tu lado.  Es fácil amar a Dios, pero amar al que está a tu lado es lo complicado.  Este amor no es porque tengamos algo más en común, que el haber reconocido la salvación de Dios en nuestra vida.  Nos conecta un mandato más poderoso que cualquier otra cosa.  Pero es complicado amarnos unos a otros.  

¿Cómo Jesús trató y expresó amor a sus discípulos?  Él los amonestó con obras de amor.  El hecho de que tú ames a tu hermano, no quiere decir que vas a estar de acuerdo en todo; pero hay una forma correcta de corregirlo: A través de obras de amor.  En otras palabras, tú no debes corregir, si primero no has amado; porque tu corrección no es demostración de amor; tú das amor primero, lo demuestras, y entonces, corriges cuando tienes que hacerlo.  

“8 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan? 9 ¿No entendéis aún, ni os acordáis de los cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántas cestas recogisteis? 10 ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil, y cuántas canastas recogisteis? 11 ¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos?”  Mateo 16:8-11  

Jesús está tratando de explicarles, de corregirlos, y lo hace recordándoles las cosas que había hecho por ellos.  El problema de la gente es que quieren amonestar, sin amar primero.  Por eso se ven gruñones y la iglesia se ve peleona; porque tú no debes corregir a nadie que primero tú no has amado.  Si tú amas primero, entonces, puedes corregir.  

Jesús les animó y les cuidó.  Lo vemos en medio de la tormenta:  

“27 Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: !!Tened ánimo; yo soy, no temáis!”  Mateo 14:27  

Les brindó descanso.  El amor fraternal a tu hermano, le brinda descanso.  Cuando tú amas a alguien, no le pones más carga, traes descanso a su vida.  

“30 Entonces los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado. 31 El les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer.”  Marcos 6:30-31  

Jesús los ve cansados, y les dice: Tranquilos, vengan aquí a descansar.  Los verdaderos hermanos, ayudan a que otro tenga descanso.  

Jesús, además, les sirvió.  Jesús fue servidor de todos los que estaban a su alrededor.  

“5 Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.”  Juan 13:5  

Y por último, Jesús les perdonó:  

“15 Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos.”  Juan 21:15  

Vemos a Jesús buscando a sus discípulos donde se encontraban.  Y durante todo ese capítulo, todo lo que Jesús hace es perdonar.  Si vamos a ver el ejemplo de alguien, de cómo tratar en la sociedad a la gente, veamos el ejemplo de Jesús.  Uno de los retos más grandes que tiene a veces la iglesia, es que tratamos de mirar la gente únicamente a través del Antiguo Testamento, los diez mandamientos, la corrección de la iglesia, y la corrección es necesaria, pero más importante que esa corrección es el amor de Dios a través de nosotros en la vida de otros.  Toda corrección que vayas a hacer, tiene que ser en el amor de Dios; por eso, tienes que ver el ejemplo de Jesús, para saber cómo tratar con los demás.