13 Jul La Elección Divina

“Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra: 2 Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús.”  2 Pedro 1:1-2  

Tu salvación tú tienes que verla como ese regalo por suerte que te ha tocado.  Como hemos visto, ese término alcanzado en el texto original es la palabra suerte.  Es el mismo que se usa cuando la Biblia nos habla de que se repartieron las ropas de Cristo por suerte entre los soldados romanos.  También es el término que se usa cuando dice que a Zacarías le tocó en suerte ofrecer el incienso.  ¿Por qué ese término?  

En el Antiguo Testamento, cuando se hablaba de los oficios sacerdotales se utilizaba la suerte para repartir y rotar las tareas.  Se hacía al azar porque era el conocimiento que ellos tenían, pero se tomaba como que cuando una persona era escogida al azar, realmente había sido Dios quien lo escogió para ese momento.  El judío no creía en la suerte, sino que creía que fue Dios quien hizo que cayera en tal persona.  Pero por no tener una mayor revelación, se utilizaba un mecanismo natural, y confiaban que, si cayó la suerte sobre esa persona, es porque fue Dios quien lo hizo.  

En el Antiguo Testamento, el conocimiento era limitado.  No había perfección de revelación.  Cristo no había sido manifestado.  La revelación máxima es Cristo, y todo eso no había sido revelado.  Por lo tanto, se trabajaba con el conocimiento que se tenía, pero con la consciencia de que era Dios detrás de todo el asunto.  Así que, para nosotros hoy, lo importante es entender que la importancia de escoger por suerte a quién le tocaban las tareas sacerdotales, es porque estaba el concepto de la elección divina.  Hoy, aunque Dios ha revelado su voluntad en las Escrituras, en Cristo y su Evangelio, Él todavía sigue ejerciendo su voluntad decretada a través de su elección divina, que nadie conoce ni sabe para que no le pueda manipular.  

Hoy no debemos usar suerte para escoger quién se va a hacer cargo de qué.  Hoy tenemos una revelación mostrada.  Hoy sabemos quién es el que debe servir; se nos dice que tiene que ser marido de una sola mujer, que no puede ser dado al vino; se nos dan muestras claras de lo que debe ser.  Hoy ya no hay suertes para ver a quién le toca; ya la revelación está dada; a través de su palabra podemos entender cuáles son los requisitos, qué es lo que te lleva a ese lugar.  Pero el concepto es el concepto antiguo en que la gente creía en la elección divina; si cayó por suerte, es que Dios lo quiso; de esa manera nadie manipula el asunto.  Obviaban la naturaleza humana o el déficit de esa persona, y entendían que fue Dios quien lo puso en ese lugar.  

Lo que este concepto de la elección divina quiere preservar es que Dios nunca está obligado a nada.  Él hace lo que quiere, como quiere, con quien quiere, y nadie puede manipularlo ni controlarlo.  Aunque hoy a través de su revelación podemos conocer de cierta manera como Él opera, comoquiera Él ha aguantado en su mano el poder de decidir que Él hace como Él quiere.  Dios siempre se reserva la última palabra sobre cualquier decisión.  

Si lo vemos así, a fin de cuentas es Dios quien escoge a cada quien, y tú como creyente tienes que aceptar a quien Él escogió, como Él lo escogió.  Si tú crees en Dios como Dios, y a lo último Él no escoge que tú seas salvo, Él sigue siendo Dios y no hay manera que tú lo puedas manipular.  Por supuesto, hoy tú puedes conocer la experiencia de la salvación porque ha sido revelada, pero el punto es que a lo último Él es quien decide.  En un hogar, alguien tiene que tomar la decisión final, alguien se reserva el derecho de esa decisión.  Y el concepto de la elección divina es eso: Que Dios siempre tiene la última palabra.  No hay nada que tú hagas o digas que lo pueda manipular; a lo último, Él es quien decide, y todos tenemos que ponernos en las manos de Dios.  

Anteriormente, utilizaban la suerte porque era lo que conocían, pero si caía en alguien, había sido Dios.  Ya tú no usas la suerte porque estudiando el Nuevo Testamento tienes mayor revelación, pero tienes que creer en el mismo concepto de elección divina.  Quien se reserva el derecho de toda decisión es Dios.  Esto es importante entenderlo para entender que Dios salvará a algunos que tú piensas que no deben ser salvos, porque a última hora quien tiene la palabra es Dios.  Tú tienes conocimiento de la salvación, tienes al Espíritu Santo que te convence de pecado, de justicia y de juicio; tienes relación con Dios porque ya has sido aceptado en Él, por lo que tienes un conocimiento adelantado.  Pero hay otros que no han llegado a ese conocimiento; sin embargo, eso no quiere decir que no vayan a ser salvos porque el que se ha reservado la última elección es Dios.  

A lo último, no hay nada que tú hagas que pueda manipularlo o controlarlo.  Tú tienes que saber que si se pudiera hacer eso, entonces, Él dejaría de ser Dios; tus decisiones lo reemplazarían a Él.  Dios se reserva siempre el poder de la última decisión.  Y tú tienes que respetar eso.