30 Sep Por Encima de Todas las Cosas

“37Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.  38Este es el primero y grande mandamiento.”    

Mateo 22:37-38    

En este verso, Jesús está citando lo que se conoce como el gran mandamiento, que vemos en el libro de Deuteronomio.    

“4Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.  5Y amarás a Jehová, tu Dios, de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.”   

Deuteronomio 6:4-5    

Esa palabra fuerzas, según el texto original, es la palabra sustancia, por lo que, en este verso, no tan solo se habla de fuerza física.  El Señor estaba diciendo que tenemos que amar a Dios con todas nuestras fuerzas, pero no se estaba refiriendo tan solo a nuestra capacidad física, sino que involucraba toda nuestra sustancia, todas nuestras riquezas.  A través de toda la Biblia, el Señor está diciendo: No puedes confiar en tus fuerzas, en tu sustancia, en tus riquezas.  Tienes que presentar a Dios tu sustancia y tus riquezas.  Hay que amar a Dios con todo lo que somos.  Hay que amar a Dios con nuestra mente, con nuestro corazón, con nuestras finanzas, con todo.  Dios tiene que ser primero en tu vida.    

Jesús citó este texto, Deuteronomio 6:4-5, que son palabras que Dios declara al pueblo de Israel, cuando estaba a punto de entrar a la tierra prometida.   

“3Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de tus padres.”   

Deuteronomio 6:3   

Aquí vemos la clave.  Tú puedes estar en la tierra que fluye leche y miel, pero eso no quiere decir que te va a ir todo bien, porque no es estar en la tierra que fluye leche y miel lo que te asegura que todo te vaya bien.  Lo que te asegura que todo te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel es que, estando allí, te acuerdes de que Jehová es primero.    

Dios le da la tierra prometida al pueblo de Israel, pero estando allí, se olvidaron de Aquel que se las dio.  Y el hecho de que tú estés en la tierra prometida no te asegura que te vaya bien.  Lo que te asegura que te vaya bien es que, cuando estés en la tierra prometida, no pongas toda tu vida en la tierra, sino en el Dios que te dio la tierra.    

Hay gente que se les mete en la mente que estarían mejor sin Dios, pero no se dan cuenta de dónde han salido desde el día en que conocieron a Dios, y que, el hecho de haberlo conocido y haber comenzado a honrarle con lo poco que tenías, es lo que ha hecho que hoy día tengas todo lo que tienes.    

Viendo estos versos, nos damos cuenta que Jesús está dando la clave para todo tipo de relación.  Tú no puedes tener una verdadera relación con nadie, si primero no tienes autoestima.  Amarás a tu prójimo como a ti mismo.  Así que el grado de amor que tú puedes dar, va a depender del grado de amor que tú tienes por ti mismo.  Pero, ¿cómo te vas a amar a ti mismo, si no conoces quien eres?  ¿Cómo te vas a amar a ti mismo, si no has tenido una experiencia con Dios?  Por eso es que tienes que amar a Dios con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser, para tú descubrirte y saber quién eres para que, cuando sepas quién eres, puedas entonces amar al grado de lo que tú conoces que eres.  De lo contrario, tu amor por otro va a ser única y exclusivamente basado en las experiencias y en las circunstancias en las que tú has estado viviendo.    

La personalidad de muchos es únicamente formada por sus experiencias del pasado, por sus dificultades, por sus situaciones, por la gente que está a su alrededor.  Hace falta una experiencia con Dios, para que te conozcas totalmente como tú eres, para que realices que tú no eres lo que el mundo dijo que tú eras, que tú no tienes que vivir como el mundo dijo que tenías que vivir, que tú no tienes que experimentar lo que el mundo dijo que tú tenías que experimentar.  A todos se nos enseñó de una manera; quizás no eras una persona con coraje, pero las acciones de la gente te han hecho adoptar una actitud defensiva y ahora a todo el que tú amas, lo amas, no como tú eres, sino basado en lo que otros han dicho que tú eres; y ahora todo el que se te acerca tiene que ver la persona defensiva que se está protegiendo, en vez de ser la persona que tienes que ser.  Y tú no quieres ser como estás siendo, pero hasta que tú no tienes una experiencia con Dios y él te libere de manera que puedas saber quien tú eres, nunca podrás ofrecerle a los demás todo lo que puedes ofrecer, y nunca podrás recibir de los demás todo lo que vas a recibir.  Por eso es que tenemos que amar a Dios por encima de todas las cosas.  

Mensaje transmitido por Televisión y Radio el Viernes, 30 de Septiembre de 2016

Código del Programa: PP-04A