15 Jun La Fuente de tu Bendición

Siempre debemos tener a alguien que declare bendición sobre nuestra vida.  Proverbios 6, por ejemplo, nos da unas guías de ciertas cosas que es necesario hagamos con nuestros hijos.  El verso 23 nos cita lo siguiente:

²³ Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que te instruyen…”

Este verso nos dice que los padres tenemos la responsabilidad de declarar mandamientos a nuestros hijos.  Debemos declararles los mandamientos correctos, declarar lo que nos dice la palabra que declaremos, porque esto es lámpara a sus vidas.  Debemos, además, enseñarles mandamientos.  Luego de declarar, enséñales cómo aplicar lo declarado en su vida.  No basta con solo decir; también debe haber un proceso de enseñanza, ya que esto dará luz a sus vidas.  Y, por último, de este verso también se desprende que debemos corregir a nuestros hijos en base a lo que se les ha enseñado.  Nuestros hijos deben recibir reprensiones que les instruyan. 

Con estos puntos, encaminamos a nuestros hijos hacia lo correcto, pero ellos no recibirán la corrección, si no ven en nosotros la fuente de la bendición.  Muchas veces, cuando le hablamos a nuestros hijos, lo hacemos de la manera incorrecta porque, para reprenderles, les enseñamos lo mal que les puede ir, sin sacar el tiempo para decirles lo bien que les puede ir, si hacen las cosas correctas.  Nuestra juventud, muchas veces, toma decisiones incorrectas, por falta de la buena corrección, porque en sus vidas no tuvieron o no han tenido a nadie que realmente les pinte el futuro que ellos deberían tener.

José, hijo de Jacob, tuvo todas las posibilidades para enojarse con Dios y caer en pecado.  No era querido por sus hermanos, lo vendieron como esclavo, su papá se olvido de él, pasó trece años en la cárcel, pero él nunca se corrompió.  ¿Por qué?  Porque recibió de Dios lo que su papá nunca le dio.  Su papá le dio amor, pero Dios le dio un sueño.  Cuando Dios le dio un sueño, le dejo saber el porqué le había guardado tanto.  Esto provocó en José, a sus 17 años de edad, el deseo de querer guardarse para Dios, y así cumplir su propósito. 

Padre que lees esto, tus hijos aceptarán tu corrección, cuando el ambiente en tu casa sea uno de bendición; y, cuando hablamos de bendición, nos referimos a que siempre les muestres el final de bien y abundancia que tendrán, por hacer las cosas correctas. 

Toma tiempo con tu familia.  Saca un tiempo, especialmente para cenar todos juntos; quizás no todos los días, pero sí de tiempo en tiempo.  Cuando Isaac fue a bendecir a Jacob, lo hizo en una comida.  La bendición siempre se declaraba, sentados a la mesa. 

Habla bendición sobre tus hijos.  Cuando se sienten a cenar, no tomen ese tiempo para hablar de las noticias; más bien, aprovecha y declara bendición sobre tus hijos y todo aquel que esté sentado con ustedes.  Píntales un futuro de grandeza, enséñales lo que tú ves en ellos, las grandes maravillas que tú ves que ellos harán en el futuro. 

Comprométete en ayudarles a alcanzar ese futuro.  Muchas veces, nos comprometemos en ayudarles a hacer lo que ellos quieren en su futuro, pero no nos comprometemos en ayudarles con el futuro que Dios quiere que ellos tengan.  Cada vez que Dios bendecía a alguien, él mismo se comprometía en ayudarles a alcanzar lo que él les prometió.

Como padre, déjales saber a tus hijos que tú harás todo lo posible por ayudarles, por trabajar con ellos.  Enséñales que hay un lugar de esperanza para ellos y con mayores posibilidades para sus vidas.  Enséñales que, mientras tengan una conciencia de bendecidos, siempre transformaran la escasez en abundancia. 

Jacob no alcanzó la bendición de la forma correcta, pero tenía una palabra de su papá; y, como tenía una palabra de su papá, tenía el respaldo de Dios.  La gente que cambia la escasez en abundancia, es gente con consciencia de bendición.  Esa consciencia viene, a través de alguien en la tierra que declare esa bendición sobre sus vidas.  Jacob recibe la bendición de Esaú de la forma incorrecta, pero la recibió.  Luego, Dios respalda la palabra que ya su papá le había dado.  Los hijos reciben bendición, no tan solo por lo que ellos hacen, sino también gracias al trabajo que hacen sus padres; y Dios respalda lo que sus padres hicieron.  Los panes y los peces se multiplicaron en las manos de los discípulos, pero no fue porque ellos eran los discípulos, sino porque Dios estaba respaldando la palabra que declaro Jesús sobre ellos. 

Declara, en este momento, que Dios va a respaldar tu negocio, va a respaldar a tus hijos, a tus empleados, a tus familiares; y Dios lo hará, porque hay una palabra que tú has declarado y él la tiene que respaldar. 

Mensaje transmitido por Televisión y Radio el Miércoles, 15 de Junio de 2016

Código del Programa: EA-05A