28 Apr Promesas para tus Generaciones

Jacob engaña a su padre, para obtener la bendición que correspondía a su hermano, Esaú, y tiene que salir huyendo porque este último le buscaba para matarlo.  Jacob sale sin saber a dónde, y sin poder regresar al lugar de donde salió.  Tan sorprendentes son la misericordia y el amor de Dios para con Jacob que, en vez de reclamarle y decirle que aquello era lo que merecía, le dice: Yo tengo un futuro para ti, más grande del que tú jamás has soñado; ni tú mismo has podido cancelar mis planes; nada de lo que tú has hecho ha podido detener lo que yo tengo para tu vida.  Y es que, de nada sirven los reclamos por tu pasado, porque en nada contribuyen para lo que Dios quiere hacer contigo.

Y Jacob comenzó a caminar por aquel lugar de incertidumbre, pero con la seguridad de varias cosas.  En primer lugar, Dios le dijo: Yo voy contigo.  ¿Cómo tú puedes vivir seguro, en medio de la incertidumbre?  Sabiendo que Dios va contigo.  Dios le dice a Jacob: Mi presencia va contigo, yo voy a caminar contigo, yo voy a ir dondequiera que tú vayas, yo voy a estar contigo dondequiera que tú estés.  Lo más grande que Dios le da a Jacob, en aquel encuentro, es la promesa de la presencia de Dios sobre su vida.

Si de algo tú puedes estar seguro hoy es que, a pesar de todo lo que tú has hecho, a pesar de que tu pasado pueda haber alejado a la gente de tu lado, el Dios Todopoderoso nunca tendrá problema en que la gente sepa que él está contigo.  Dios se llama a sí mismo el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob, aun habiendo cambiado el nombre de Jacob por Israel.  Y es que Dios nunca ha tenido problema en identificarse con la peor parte de tu vida, con la que nadie se quiere identificar.

En segundo lugar, Dios le dijo a Jacob que había hecho una promesa a sus padres, a Abraham y a Isaac, y Dios es un Dios que cumple sus promesas.  Quizás, no sabes ni por qué estás vivo; pero, si miraras tu genealogía, probablemente, hubo una abuela, una bisabuela, alguien que ni conociste, pero que le sirvió a Dios, y Dios le prometió a esa persona cuidar de los suyos por generaciones.  Hoy, se te hace imposible evitar que Dios se encuentre contigo, porque hay alguien a quien él le está cumpliendo la palabra.

Tus hijos, a veces, no entienden por qué tú vas a la iglesia, por qué los llevas; no saben que el Dios Todopoderoso va a cumplir su palabra sobre tu vida, y va a cuidar de ellos, aun cuando tú no estés.  Cada vez que haces algo por el Señor, estás marcando el futuro de tus hijos, y de los hijos de tus hijos.  La Biblia dice que, cuando Abraham diezmo, también Leví estaba diezmando.  Abraham nunca conoció a Leví, ni a Jacob, pero Dios conocía cuál era el hijo de Abraham, Isaac, y a Jacob, y conocía lo que le había prometido a Abraham, y aunque Abraham ya no estaba vivo, la promesa de Dios permanecía para siempre.  Esaú había dicho que acabaría con Jacob, pero no importa lo que Esaú dijera, había una promesa que se les había dado a un abuelo y a un padre, y Dios la iba a cumplir.  La palabra que se les dio a tus padres, a tus antepasados que oraban por ti, igual que la palabra que tú has declarado sobre tus hijos, Dios la va a guardar, la va a cumplir, y esa promesa se va a hacer viva, en momentos cruciales de la vida de cada uno, para transformar su futuro.

En tercer lugar, Jacob tenía la seguridad de que Dios iba a proveer.  Dios va a traer provisión sobre tu vida.  Quizás, hoy, lo que tienes no es mucho; Jacob lo que tenía eran una piedra y aceite, pero sabía que Dios iba a proveer.

Y la cuarta promesa que Dios le hizo fue: Te voy a devolver en paz, no vas a tener que huir por el resto de tu vida; el problema que te hizo huir también lo voy a resolver; tomará tiempo, pero tendrás paz con tu hermano y paz en tu casa.  La promesa de paz no es en el más allá, sino en el más acá.  La promesa es que, cuando Dios termine contigo, te darás cuenta que Dios se habrá encargado, incluso, de ayudarte a arreglar aquellos errores que te llevaron al lugar donde te encontraste con él y tu vida cambió para siempre.

Quizás, hoy, no sabes para dónde vas, pero Dios está contigo, él tiene una promesa sobre tu vida, él va a proveer, y aunque hoy no puedas regresar al lugar de dónde saliste, algún día regresarás, y cuando regreses, Dios te llevará en paz.

Jacob, cuando salió de aquella experiencia donde Dios le abrió los cielos, hizo un voto a Dios.  Hacer un voto no es tratar de manipular a Dios para que él haga algo por nosotros.  Jacob dijo: De todo lo que me des, el diezmo apartaré para ti.  Jacob no podía manipular a Dios con eso, porque ya Dios se había comprometido, ya Dios había dicho: Te voy a bendecir, y no voy a dejarte hasta que yo haga lo que te he dicho.  Dios no le dijo: Si diezmas, voy a hacer esto por ti.  Dios se amarró a su palabra, y Jacob decidió hacer lo mismo: Comprometerse con Dios.  Decidió prosperar a la manera de Dios, decidió confiar en Dios, decidió apartar el diezmo de todo lo que sabía que recibiría de Dios, porque Dios ya se había comprometido.  Y, desde aquel día, la vida de cambió para siempre; nunca más engañó a nadie y, a pesar de lo que el mundo quiso hacer en contra de él, Dios lo prosperó.  Jacob cambió porque, un día, los cielos se abrieron sobre su vida.

A pesar de que te encuentres en un lugar incierto, tú puedes estar seguro de cuatro cosas: Aunque hoy no puedas regresar al lugar del que saliste, y no sepas para dónde vas, Dios va contigo, tienes una promesa de Dios que él va a cumplir sobre tu vida, Dios va a proveer, y algún día regresarás en paz.

Mensaje transmitido por Televisión y Radio el Jueves, 28 de Abril de 2016

Código del Programa: SI-02B