09 Dec Los deseos del futuro
¿Por qué es importante hacer morir el pecado? Porque puede llegar el momento en la vida de una persona donde peca simplemente por el placer de pecar. Y ese es un grave problema. Te lo escribí la semana anterior y lo utilizo una vez más hoy para ponerlo en perspectiva.
Hago una aclaración: nada justifica realmente que alguien peque o que alguien cometa una fechoría. No hay justificación alguna. Pero, en medio de las diferentes circunstancias, hay cosas que uno puede comprender.
Muchas mujeres, por ejemplo, que están en la cárcel en Puerto Rico, son procesadas porque cometen crímenes por necesidad. Uno de los crímenes más comunes es madres desesperadas que van a comprar leche materna. Ahora, nada justifica que alguien vaya y robe leche, nada justifica nada.
No quiero que pienses que estoy justificando que alguien haga algo negativo. Pero, si te pones a pensar por un momento y analizas a una persona que tiene un bebé llorando y no tiene con qué pagar la comida, creo que el instinto de madre puede llevar a una persona a tomar una decisión desesperada. No lo justifica, pero cuando veo eso, puedo entenderlo sin justificarlo.
Ahora, ¿qué justificación hay para las muchachitas que se roban un lipstick? ¿Qué justificación hay para las que entran a Walgreens a robarse el maquillaje? ¿Qué justificación hay para las que entran a la farmacia a robarse cualquier tontería? No hay manera de justificarlo.
Nadie puede decir que necesitaban ese lipstick para sentirse bien en su vida. Algo me impulsó a robarlo. Vuelvo y repito: no justifico a la que robó la leche, pero puedo entender que el instinto de madre lleve a alguien a tal desesperación que tome una decisión incorrecta. La gran diferencia entre las dos situaciones es que una lo hizo porque el instinto la llevó a tomar una mala decisión, y la otra lo hizo por placer. La que se robó el lipstick lo hizo por placer.
Cuando nosotros llegamos a pecar solo porque nos complace pecar, ahí es cuando la cosa se complica en nuestra vida. La mayoría de los pecados de la gente hoy en día son pecados de placer, simplemente por pasar el rato, simplemente por hacerlo. Llego a tener el conocimiento tan entenebrecido en mi interior que ahora lo que hago, lo hago no solo porque encuentro el resultado del placer en lo que hice, sino que encuentro el placer en hacerlo.
Y eso es lo doloroso, y eso es lo que nosotros tenemos que hacer morir en nuestra vida. Como dice el apóstol Pablo: “Haced morir el pecado, haced morir todas estas cosas”. Todos esos deseos tienes que dejarlos a un lado.
Ahora, para movernos teniendo eso en contexto, definitivamente para poder comenzar este proceso en esta dimensión, ya que cambié mi visión, ya me doy cuenta de que Dios no quiere que viva de esta manera, ya he comenzado a transformar mis pensamientos, ya he comenzado a transformar el conocimiento que tengo, ya he comenzado a matar el pecado en mi vida, entiendo lo que tengo que entregar.
Ahora, ¿cómo se debe manifestar esto en mí? Bien sencillo, lo pongo primero de forma simple: tenemos que renovar nuestros hábitos. Nunca tendrás un carácter renovado si no renuevas tus hábitos. Tus hábitos tienen que ser totalmente diferentes a lo que habías hecho en el pasado.
Pero antes de entrar en los hábitos, por un momento démosle un poquito para atrás a las cosas que provocan los hábitos en nuestra vida. Cuando analizamos y miramos nuestra vida como seres humanos, nos damos cuenta de que la lucha de nuestros hábitos de hacer lo bueno, de tratar de hacer las cosas correctas, comienzan con los deseos que hay en nuestro interior. Ellos están todo el tiempo en lucha y en batalla. Nuestros deseos.
Tú tienes el deseo, por ejemplo, de agradar a Dios. Como tienes el deseo de agradar a Dios, un día sientes el deseo de ayunar, pero ese día también te da el deseo de comer postre y no ayunar. Entonces, deseas al mismo nivel agradar a Dios y ayunar, y al mismo nivel deseas la comida que tienes delante. Cuando mis deseos están todos al mismo nivel, siempre el malo va a vencer. Siempre el malo va a vencer, siempre, siempre va a vencer.
Por ejemplo, tú deseas libertad económica, un deseo que tienes. Puedes tener el deseo porque quieres dizmar, ofrendar, honrar a Dios, un bonito deseo. Tienes el deseo de ahorrar o el deseo de pagar tus deudas, pero cuando vas al mall, el deseo de lo que quieres comprar está al mismo nivel del deseo de ahorrar y del deseo de agradar a Dios.
Siempre la cartera va a vencer, el zapato va a vencer. Por eso, tus deseos no pueden estar al mismo nivel, no pueden estar en la misma dimensión. No puedes estar aspirando a las mismas cosas en la misma dimensión. Tienes que aprender a maximizar aquellas cosas que te van a llevar al futuro que Dios tiene para nosotros.
Por eso, cuando voy a vencer mis deseos, que son los que me van a llevar eventualmente a mis hábitos, que son los que me van a llevar a no renovar mi carácter o sí renovarlo, tengo que comprender dos conceptos bien grandes y bien importantes. Debo entender que tengo que aprender personalmente a sacrificar los deseos del momento por los deseos del futuro. Tan sencillo como eso.
Oswaldo Monier
Posted at 13:31h, 09 DecemberFortaleceme En Tú Presencia Y Tú Armadura Para No Seguir Pecando Y Echar Fuera Toda Inmundicia Pecado Y Malos Hábitos AMADO PADRE CELESTIAL
AMÉN 🙏🙏🙏🙏