Enamórate de Jesús
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 Enamórate de Jesús

Para poder llegar a conocer a Dios, tenemos que conocer a Jesús. No solo eso: debemos enamorarnos de Él, de su camino y de todo lo que hizo por nosotros en el Calvario.

A través de la Palabra, podemos realmente llegar a conocer a Jesús de una forma diferente, adentrándonos en ella y sintiéndola. Una de las preguntas que más me han hecho es: “Pastor, ¿qué parte de la Biblia puedo leer para comenzar a conocer a Jesús?”. Y hoy respondo a esta pregunta.

Es momento de enamorarte de Jesús.

Hay una segunda etapa en nosotros que tenemos que comprender, y es que tú y yo tenemos que saber que la fuente de mayor conocimiento para nosotros debe ser la persona de Jesús. Conocer a Jesús, enamorarnos de Jesús, enamorarte de Él.

Cuando alguien me pregunta: “Pastor, ¿dónde debo comenzar a leer la Biblia?”, mi respuesta es muy sencilla: en Juan. Juan te va a presentar a Jesús desde una manera que ninguno otro te lo puede presentar.

Y si tú no te enamoras de Jesús primeramente, de quién es Él, de lo que hizo, de Su carácter, tú no vas a tener el conocimiento correcto o lo digo de otra manera, los conceptos correctos para tener el conocimiento que necesitas para renovarte.

Me explico: cuando yo comencé a predicar a través de la televisión para tantas miles de personas en el mundo entero, por mucho tiempo hablaba muy puertorriqueño, porque uno puede hablar muy puertorriqueño, muy puertorriqueño, comiéndote la “r”. Usaba muchas cosas, frases de Puerto Rico, cosas que uno dice que para nosotros es normal y nosotros las entendemos, pero que la gente que está en otros países no las comprenden.

Por ejemplo, si yo voy a Chile y digo: “Hermano, porque Dios me regaló una este año y te quiere regalar una a ti. ¿Cuántos de ustedes quieren una guagua?”. La mayoría de las mujeres no van a levantar la mano porque “guagua” es un bebé en Chile.

Imagínate tú predicar y: “Hermano, Dios te va a regalar un carro y te va a regalar una guagua. Muchos de ustedes van a recibir una guagua este año”, y la gente: “No, a mí no me interesa ninguna guagua. Estoy mal yo con el deseo que tengo”. No están juzgándote; es que no me puedo comunicar correctamente y nos podamos entender.

Esto nos pasa más común de lo que nosotros pensamos. Aprende: si usted quiere tener una buena conversación con su pareja, con sus amistades y con la gente, no tome por sentado que las palabras que ellos usan están usándolas de la misma manera que usted las usa.

¿Has aprendido que cada vez que voy a contestar una pregunta, refraseo? ¿Es esto, esto y esto? Ah, ahora estamos ya. Ahora ya estamos claros. Ahora te puedo responder porque, si primero no alineamos ese concepto, esas ideas, la comunicación va a ser totalmente errónea, totalmente errónea.

“No, porque, pastor, ¿qué usted cree de la libertad?” Espérate. ¿Qué es para ti es libertad? ¿Libertad en qué? Vamos a ponernos de acuerdo para saber dónde vamos a hablar, para entonces poder estar de acuerdo.

Y no quiere decir que estamos de acuerdo en lo que es la definición, pero, por lo menos, en el concepto nos podemos comunicar. Y aunque diéramos diferente opinión, estamos claros en el concepto.

¿Qué tiene que ver esto con Dios? Yo no sé cuántos entienden que la Biblia dice que Sus pensamientos son más altos que nuestros pensamientos, sus caminos son más altos que nuestros caminos y que, hasta que tú no comienzas a entender los conceptos de Dios, y cómo Dios ve las cosas, y cómo Dios te ve a ti, te vas a comportar siempre por debajo de lo que Dios te ve.

En la Biblia, hay siete personas a las que Dios les cambió el nombre, pero se los cambió porque en el mundo natural se los dieron mal. Porque para Dios, siempre fueron lo que Él dijo desde el principio.

Abraham, padre de mucha gente, fue para Dios, Abraham, padre de mucha gente, antes de que Él le cambiara el nombre. Porque, cuando en Génesis 12 lo llama, le dice: “Te voy a bendecir y te voy a dar mucha gente”, es porque ya Dios lo había visto como no padre de mucha gente. Lo que pasa es que el nombre que le dieron no significaba eso en el mundo natural.

Para Dios, cuando le cambió el nombre de Jacob a Israel, para Dios, Jacob nunca fue Jacob. Para Dios, siempre fue, ¿qué? Israel. Por eso, desde el vientre de la madre dijo: “El menor va a servir al mayor. Este, el segundo, va a ser el príncipe”. Ese va a ser así que, para Dios, siempre fue Israel.

Y toda la batalla de Jacob, toda su vida, fue tratar de vivir a la expectativa que le habían dicho de Dios sin entender el concepto de quién Dios quería que él fuera.

Y, ¿por qué yo te digo esto acerca de Jesús? Cuando tú vas a Juan capítulo 1, la Palabra del Señor nos dice claramente en el verso uno en adelante:

“En el principio era el verbo, y el verbo era con Dios, y el verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que hay hecho fue hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz de las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella”.

¿Quién era el verbo? ¿Quién era la idea? ¿Quién es la idea que se manifestó? ¡Jesús! Jesús era la idea manifestada, era el concepto manifestado de lo que es ser un hijo de Dios.

Vuelvo y repito: la idea de Dios de un bebé no es una guagua. La idea de Dios de un hijo de Dios es ¿quién?: Jesús. Pues, en tu mente, no debe haber confusión de quién es lo que Dios quiere que tú seas.

Porque la idea que Él tenía es la que la manifestó para que tú la puedas, ¿qué? Ver. Para que haya claridad, ¿en qué? En el concepto y en la idea. Para que tú puedas vivir específicamente por esa idea, por ese concepto, por esa persona, modelando a Jesús.

Y ahí es que tu vida va a ser transformada. Por eso, sobre todas las cosas, ¡enamórate de Jesús! Enamórate de cómo hablaba, enamórate de cómo caminaba, enamórate de la fe que demostró, enamórate de cómo respondía, enamórate de cómo actuaba.

Míralo, míralo, y te vas a dar cuenta: “Pastor, pero es que yo no sé cómo actuar”.

¡Pues, mira a Jesús!

Mira cómo lo hacía, lee la Palabra, lee el libro de Juan. Míralo, míralo, obsérvalo. Cómo caminaba, cómo hablaba, cómo respondía ante los problemas.

Y Él es el verbo hecho carne. Él es la idea hecha carne. Él es el concepto hecho carne. Él es la Palabra hecha carne, bajo la cual tú y yo tenemos que comenzar a caminar.

Y esa es mi oración en el día de hoy: que tú entiendas este nivel de conocimiento para que puedas comenzar a ser transformado en tu interior.

2 Comments
  • Sandra Judith Aguilar Muñoz.
    Posted at 08:10h, 28 November Reply

    Gracias pastor.
    Dios le bendiga por cada enseñanza 🙏

  • Oswaldo Monier
    Posted at 07:43h, 29 November Reply

    Lléname De Sabiduría Y Discernimiento Para Transformar Mi Carácter, Mi Corazón, Mi Mente Y Así Poder Verte En Tú Palabra AMADO PADRE CELESTIAL
    AMÉN 🙏🙏🙏🙏

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