10 Oct ¿Realmente amas?

Y después decimos a nuestra esposa: ‘Te amo’, pero realmente, si amas tanto las papas fritas con tanta pasión y me dices a mí que me amas, entonces, ¿soy yo una papa frita para que tú me ames? Es la manera en que nosotros debemos vivir como creyentes. 

Échate un poquito acá para aquí así. Oiga bien, déjame ver… Si cuando nosotros miramos el amor por nuestros hermanos, como te dije, es diferente. El mundo ama cualquier cosa: se aman los perros, se aman los carros, se aman los aviones, se aman las vacaciones, se ama la bebida, se ama la discoteca, se ama la fiesta, y después decimos a nuestra esposa: ‘Te amo’, pero realmente, si amas tanto las papas fritas con tanta pasión y me dices a mí que me amas, pues entonces, ¿soy yo una papa frita para que tú me ames? Tenemos que saber que hay una diferencia en los niveles de amor y la expresión.

Cuando nosotros miramos la palabra del Señor hacia nosotros, que son nuestros hermanos, hay muchas cosas que Dios nos pide que nosotros hagamos los unos por los otros, que no tenemos que hacerlo con más nadie. Eso es lo que mucha gente no entiende. Por ejemplo, la Biblia dice que tenemos que ser devotos los unos con los otros. Tenemos que tener cuidado los unos de los otros, tenemos que honrarnos, dice el libro de Romanos. 

Oiga bien, tú no tienes que honrar a un pobre, tú no tienes que honrar a un necesitado, ni aún a tu familia. Al único que tú tienes que honrar es a tu padre y a tu madre, pero los demás, óigame bien, entre nosotros los que estamos aquí, tenemos que honrarnos los unos a los otros, tenemos que darle honor a la otra persona entre los que estamos aquí.

Dice la Biblia en el libro de Romanos, capítulo 12, que tenemos que vivir en armonía aquí entre nosotros. Tenemos que vivir en armonía aquí en la iglesia. Dice el libro de Romanos, capítulo 15, que tenemos que aceptarnos los unos a los otros aquí en la iglesia. Dice la Biblia en el libro de Romanos, capítulo 15, también que tenemos que instruirnos los unos a los otros aquí en la iglesia. Dice la Biblia que tenemos que servirnos los unos a los otros. 

Dice la Palabra del Señor en el libro de Gálatas, capítulo 5:6, que todos nosotros aquí tenemos que cargar los padecimientos de nuestros hermanos, ayudarles a cargar todas sus cargas. La Biblia dice que tú y yo tenemos que ser pacientes en amor con los que están aquí, tú y yo tenemos que someternos los unos a los otros. ¿Cómo yo sé que tú amas a tu hermano? Cuando te sometes a él, cuando tú sabes que alguien lo han hecho líder, lo han puesto a cargo de una actividad o de algo y tú dices: ‘Estoy aquí para servir, estoy aquí, me someto a ti en este momento para que tú me digas qué es lo que tengo que hacer.’ Eso tú no lo haces con todo el mundo, pero lo haces con tu hermano.

Dice la Biblia que con mi hermano, ¿sabes lo que tengo que hacer con mi hermano? Confesarle mis pecados y orar los unos por los otros. En otras palabras, tú y yo tenemos que tener la valentía de yo venir donde Próspero y Próspero venir donde mí y decir: ‘Mira Próspero, ¿sabes qué? Estoy pasando este momento en estos días, estoy en esta tentación,’ y Próspero tiene que oírme. 

Y Próspero no es que Próspero me va a eximir de los pecados, ni yo lo voy a eximir de los pecados de él, es que todo el mundo necesita a alguien que sepa lo que está pasando en tu vida y que diga: ‘¿Sabes qué? Me voy a arrodillar y voy a orar por ti, me voy a poner de acuerdo.’ Y entre nosotros, ese es el amor que debe existir. Ese es el amor que debe existir. Lo que pasa es que eso siempre es más fácil hacerlo con uno que tú no conoces que con uno que tú conoces. Es más fácil hacerlo porque desde afuera se ve más bonito, es más fácil hacerlo con alguien a la distancia. Es más fácil a veces darle un plato de comida a un extraño que a un propio familiar tuyo. Es más fácil ayudar al necesitado que a alguien que tú tienes cerca y que tú tienes tus prejuicios. Eso es lo difícil del asunto.

Por eso es que nosotros, como creyentes, tenemos que saber que lo que Jesús estaba pidiendo no era fácil. 

Porque amar a tu vecino es más fácil, amar a Dios debe ser fácil si Él te amó primero, pero amar al discípulo que está a tu lado, a ese que tú tienes que ver todos los domingos, a ese con quien tú compartes en las actividades, a ese con quien tú ves que tiene sus actitudes, a ese que está aquí, que está aquí, que está aquí, que está aquí, que está aquí, que está aquí, que está aquí, que tú sabes sus altas y sus bajas, que conoce también tu flaqueza, que conoce también tus debilidades, amar a esa persona requiere demasiado de Cristo en tu corazón. Amén.

Y en los momentos de tensión y en los momentos difíciles, ahí es cuando más se tienen que amar. Jesús pidió esto cuando ya habían descubierto quién era quien iba a traicionar y quién lo iba a negar. Y Jesús dice: ‘Muchachos, lo que ustedes van a vivir ahora es duro y si ustedes no se aman, no lo van a sobrevivir.'”