27 Aug La tercera oración

“Pablo no oraba meramente para que la gente prosperara; Pablo oraba para que la gente conociera quiénes eran en Cristo Jesús. La tercera oración muy poderosa que los discípulos tenemos que entender y aprender te la muestro en unas frases del apóstol Pablo. Pero te voy a hacer una referencia a un momento en la vida de Jesús con sus discípulos, y me gustaría que fueras al libro de Efesios, capítulo 1.

Efesios, capítulo 1, dice la palabra del Señor en el verso 15 en adelante:

Efesios 1, verso 15 en adelante dice: ‘Así dice la palabra del Señor: Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones’. Pablo dice: ‘Cada vez que yo pienso en ustedes, yo oro’, y dice: ‘¿Por qué él oraba? Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a la que él os ha llamado, y cuál es la riqueza de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándolo de los muertos y sentándolo sobre todo nombre que se nombra, no solo en este siglo, sino también en el venidero. 

Y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de aquel que todo lo llena en todo’. Pablo dice: ‘Cada vez que yo me acuerdo de ustedes, yo oro. Yo oro’. Esto es lo que oro: que los ojos de vuestro entendimiento sean abiertos y que ustedes conozcan el poder de Dios, y que ustedes conozcan aquellas cosas que Dios les ha dado.

Pablo no oraba meramente para que la gente prosperara; Pablo oraba para que la gente conociera quiénes eran en Cristo Jesús, para que ellos conocieran las promesas de Dios para su vida, para que los ojos del entendimiento se abrieran.

Por ejemplo, en una ocasión Jesús oró por Pedro y le dijo: ‘Pedro, el enemigo te va a zarandear’, y Pedro está ahí. Yo imagino que está pendiente: ‘Pedro, el enemigo te va a zarandear’. Pero, Pedro, ¿sabes qué? Yo he orado’. Y yo imagino que Pedro dijo: ‘Bueno, se resolvió el problema’. Y Jesús le dice: ‘He orado para que tu fe no te falte’. ¿Cómo, Señor? ‘No, no, te va a zarandear’. ¿Pero no oraste para que se fuera? ‘No, no, no, te va a zarandear y Satanás te va a zarandear’. ‘Señor, ¿pero por qué oraste?’ ‘Para que tu fe no te falte’. ‘Señor, ¿pero no puedes orar para que no me zarandee?’ ‘No, no, no, no. Déjame orar para que tu fe no te falte’. Me explico: la oración de Jesús fue para que sepas lo que te va a pasar y sepas de dónde tienes que depender para que puedas vencer eso que vas a vivir, para que tengas el conocimiento, que tengas el conocimiento.

Oiga bien, oiga bien. En el día de hoy yo sé que tú quieres enseñar a tus hijos, y hay que enseñarles disciplina, pero lo más grande que tú puedes hacer con tus hijos es orar de rodillas y decir: ‘Señor, que los ojos del entendimiento se abran, que este muchacho despierte, que esta muchacha despierte, que este muchacho abra sus ojos, que entienda el camino por el que va, que comprenda, Señor, que Tú le hables, que un día sus ojos se abran’. Deja de estar criticando a la gente. En vez de estar criticando a la gente, aprende a orar por la gente. En vez de estar tratando de convencer a tu marido, es bueno ir a consejería, es bueno ir a terapia, es bueno ir a un psicólogo, a todos los consejeros matrimoniales, ir a Love, todo eso es maravilloso. Pero nadie sustituye tu oración, el tú orar por tu marido y decir: ‘Señor, no lo cambies, Señor, lo amo como es, Señor, pero que los ojos del entendimiento se le abran’.”