23 Aug El verdadero Padre Nuestro
Dios quiere que tú repitas ciertas oraciones porque hay cosas que tú debes orar no para que él oiga lo que tú le quieres decir, sino para que tú le digas lo que él quiere oír. Vamos a decir todo el Padre Nuestro en el día de hoy, ¿okay? Vamos a repetirlo, vamos a decirlo a la 1, a las 2 y a las 3. Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga… No, para, para, para, para ahí.
La versión Reina-Valera y NBI están cambiando las palabras. Vamos a leerla mejor, vamos a leerla mejor. Usted vio que empezaron todas bien, pero de momento empezó uno con NBI, Reina-Valera, y se la aprendió el estilo católico. Vamos a leerla mejor con la Reina-Valera todo el mundo, y así lo tenemos claro. Empiece no desde “y les dijo”. Okay, vamos a empezar desde “Padre nuestro”. Así que léalo ahí y por favor mantenga el ritmo y el ánimo. A la una, a las dos y a las tres: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy, y perdona nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben, y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Y diga amén. Amén.
¿Está mal repetir esa oración? No, al contrario. La explicación que los judíos dan para ellos repetir la misma oración la explican de esta manera. Todos los que están casados, especialmente los varones, saben lo que voy a decir. De tiempo en tiempo tu esposa se para y te dice: ¿Me amas? Y tú dices: sí, sí, sí, sí. Y ella te dice: ¿Qué te dice ella? Dímelo, mi amor.
Tú sabes que te amo, quiero oírlo. Yo mañana cumplo años de casado con mi esposa y es la misma situación todas las semanas. Y los otros días le dije: mira mi amor, hace 30 años en el altar te dije que te amaba y no he cambiado de opinión. Si cambio, te aviso. Y todo lo que la esposa pide es que tú le digas lo que ella quiere oír, porque aunque ella lo sabe, lo quiere oír. Y los judíos dicen: Dios quiere que tú repitas ciertas oraciones porque hay cosas que tú debes orar no para que él oiga lo que tú le quieres decir, sino para que tú le digas lo que él quiere oír.
La mayoría de nuestras oraciones son para nosotros decirle lo que queremos que él oiga, y usted nunca puede tener una relación con alguien si usted pretende que la comunicación sea solo usted decir lo que usted quiere decir, lo que usted quiere que ellos escuchen. De vez en cuando no estaría mal tomar el Salmo 23, tomar algún verso bíblico, alguna promesa del Señor, el cántico de Ana, el cántico de María, y tomar una palabra y leerlo. Y yo sé que lo que estoy diciendo me va a causar problemas con amigos evangélicos pentecostales, pero a mí qué me importa.
Óigame bien, esta semana de vez en cuando repita el Padre Nuestro. Enséñeselo a sus hijos, usted salga por la mañana y dígalo, pero no lo diga por decirlo, dígalo con conciencia, dígalo sabiendo que usted está haciendo una oración. Dígame si el Señor no quiere escuchar: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, Señor, venga tu reino. ¿Tú te crees que Dios no quiere escuchar eso? Hágase tu voluntad aquí en la tierra, Señor. El pan nuestro de cada día, el pan nuestro, no el mío, el pan nuestro de cada día, dánoslo hoy, Señor. Perdona nuestras ofensas como nosotros también perdonamos. Esa oración te obliga a perdonar al que te ofende. No es eso lo que el Padre quiere escuchar de ti. Y una bonita relación con Dios se basa en decir lo que él quiere escuchar, porque como tu esposa, aunque lo sabe, lo quiere volver a oír.
Pero la oración no se quedó ahí. Después que él les enseña estas palabras, él les dice: Pedid, buscad. Y usa el ejemplo de un amigo que va a pedirle algo a otro amigo a una hora inoportuna y le dice: ¿Sabes qué? Básicamente está diciendo: hay una oración que tú repites y una oración que es inoportuna. La oración inoportuna es la que tú pides fuera de tiempo, en horas diferentes, y cosas que Dios quizás en ese momento todavía tú no has entendido qué es lo que Dios quiere hacer contigo. Y tú vas y le tocas la puerta a la medianoche y tú tocas la puerta. Ayer estaba hablando con Carlos Bonilla y me está diciendo: Pastor, estoy orando porque necesitamos $5,000 para unas nuevas sillas para el nuevo templo, para el nuevo templo de Cagua, necesitamos 5,000 sill… Dije: Mira, yo te voy a ayudar con eso. No me entretengas al Señor, yo necesito 3 millones y medio, deja la línea abierta. No me lo interrumpas, por favor, no me lo interrumpas, no me lo interrumpas. Te ayudamos acá y yo… Déjame la línea abierta porque hay cosas que hay que pedir, hay cosas que hay que clamar, hay cosas que… Y tener la confianza de que Dios va a responder. Pero esto te lleva a otro pensamiento: si Dios sabe lo que tú necesitas, ¿por qué pedírselo? Si Dios sabe lo que tú quieres y lo que tú necesitas, ¿por qué pedírselo? Y volvemos a un grado, una vez más, de relación con Dios diferente. Todo lo que tú recibes que no pediste no lo valoras al igual que como todo lo que recibes porque lo pediste.
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