16 Aug ¿Qué es ser un discípulo?

No eres un verdadero discípulo, eres quizás un seguidor, un amante de sus enseñanzas. Lo primero que yo quiero que tú sepas de forma básica y sencilla es qué es un discípulo. Un discípulo no es otra cosa, cuando hablamos de Jesús, número uno, alguien que decide seguirlo, alguien que decide seguir sus enseñanzas, alguien que decide seguir su vida, alguien que acepta el llamado y dice: “Ese va a ser mi modelo y le voy a seguir”. Pero no todo el que le sigue se convierte en discípulo porque seguirlo es tan solo la primera fase.

Lo segundo para ser discípulo de Jesús es que tienes que ser transformado, tienes que ser cambiado, no es seguirlo como un fanático. Hay gente en la sociedad que admiran a Jesús, que celebran a Jesús, que respetan sus enseñanzas, pero sus enseñanzas no han cambiado sus vidas. Así que son fanáticos de Jesús, le siguen, pero tú no ves ninguna transformación en ellos. El discípulo es una persona que tú la ves transformada, madura, cambia, se nota el cambio en su vida.

Y número tres, un discípulo es una persona que está comprometida con la misión de Cristo. Si tú fuiste cambiado y transformado, pero no estás cumpliendo con la misión, no estás comprometido con la misión que él nos ha dado a todos nosotros, pues no eres un verdadero discípulo. Eres quizás un seguidor, un amante de sus enseñanzas. Pero la realidad es que para ser discípulo hay que seguirlo, hay que ser transformado y estar comprometido con la misión.

¿Cuál es la misión que él nos dejó? La Biblia dice claramente en el libro de Mateo, capítulo 28, el verso 18 al verso 20: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: ‘Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo'”.

La misión con la que tú y yo tenemos que comprometernos es ser un buen discípulo y encargarme también de que otro lo sea. Ir y discipular. El mejor discipulado que tú tienes que hacer es en tu casa, con tus hijos, es con tu esposo, es con tu esposa, en tu familia, es con tus vecinos. Tú y yo tenemos que tener el compromiso de discipular, de enseñar y de provocar que otra gente también decida seguirle a él y que sus vidas sean transformadas.