06 Aug Una gracia que cueste

Estas son algunas de las cosas que menos se quiere predicar en el día de hoy. Estas son de las cosas que, quizás, dentro de la iglesia que nosotros hoy vivimos, son de las cosas que poca gente a veces se atreve a hablar por lo que se requiere del creyente y de aquel que recibe esta palabra. Porque hoy por hoy mucha gente lo que predica es una gracia barata y no una gracia que cuesta. Tito capítulo 2, mira estos versos, los primeros versos del verso 11. Para mí, estos son de los versos más poderosos para explicar todo lo que vamos a ver los próximos días. Dice: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. Esto habla y exhorta y reprende con toda autoridad. Que nadie te menosprecie”.

Pablo estaba motivando a sus predicadores: predica esto, habla esto, declara esto. Que nadie te menosprecie cuando tú hables de lo que es la gracia de Dios y lo que debe pasar en tu vida. Pablo claramente, cuando le escribe a Tito en esta ocasión, está mostrando lo que es el poder de la gracia de Dios y lo que debe ocurrir en la vida de una persona. La gracia está disponible para todos. Hay unos que renuncian a ciertas cosas, otros que no. La pregunta es, ya debes ir poco a poco tú mismo haciendo tu análisis de alguna de las preguntas que te acabo de hacer. Y Pablo le está diciendo a Tito: Esto es lo que tienes que predicar. Esto es lo que tienes que enseñar.

Y quiero que sepas que, lamentablemente, estas son algunas de las cosas que menos se quiere predicar en el día de hoy. Estas son de las cosas que, quizás, dentro de la iglesia que nosotros hoy vivimos, son de las cosas que poca gente a veces se atreve a hablar por lo que se requiere del creyente y de aquel que recibe esta palabra. Porque hoy por hoy mucha gente lo que predica es una gracia barata y no una gracia que cuesta.