04 Apr Las metas de Dios

Deja la ofensa, deja de estar chismeando y de esparcir chismes con todo el mundo. Sigue adelante, acepta el ‘bullying’, ríete de ti mismo, búrlate de ti mismo, haz bromas sobre ti y celebra tus errores. Ríete de todo lo tuyo para que, cuando alguien se ría de ti, no te ofenda. El mundo sabe hacer eso; los cristianos no lo sabemos hacer porque, me parece a mí, una de las metas del Señor a través de toda la Biblia es que nosotros podamos tener el mismo corazón que Él tenía, el mismo corazón que Él tiene. Y es necesario tener un corazón de pastor para entender lo que Él hace por nosotros y lo que nosotros tenemos que hacer.

Cuando yo uso la palabra ‘pastor’ aquí, hoy no puedes pensar en el trabajo ministerial pastoral; no puedes pensar en esa posición. Piénsalo en el contexto en el que Él lo está hablando. Él está utilizando un ejemplo de cómo el pueblo judío trataba con sus ovejas y les está explicando: este es el trato que se tiene que tener. Para los judíos, estas palabras fueron muy ofensivas. Que Jesús dijera “Yo soy el buen pastor” para ti y para mí decimos: “¡Ay, qué bonito! Él es el buen pastor, ¡qué lindo!” Para ellos, ofensivo. ¿Por qué ofensivo? Porque los más grandes líderes del pueblo de Israel todos fueron pastores, y Dios usó pastores para cambiar la historia del pueblo de Israel.

Cuando Jesús dice “Yo soy el buen pastor”, él se está autodenominando como el líder nuevo que va a sacar a las ovejas de Israel a lo que Dios les ha prometido. Entonces, la gente pensaba: “¿Quién eres tú para ponerte a ese nivel? ¿Quién eres tú para ponerte al nivel de Abraham, que fue un pastor? ¿Quién eres tú para ponerte al nivel de Moisés, que fue un pastor? ¿Quién eres tú para ponerte al nivel de David, que antes de ser rey fue pastor?” Eso es lo que ellos oían. Entonces, por eso se molestaban: “¿Cómo tú pretendes? ¿Cómo tú dices? ¿Por qué tú dices esto?” Y eso es lo que les molestaba a ellos.

Pero cuando uno mira la palabra del Señor, esto es vital entenderlo porque en el Antiguo Testamento había solo dos tipos de líderes y, en la Biblia, hermanos, hay dos tipos de liderazgo: gobernantes opresores o pastores. Eso es lo que hay, son dos modelos diferentes, tan sencillo como eso. Y Dios nunca quiso poner en posición de reyes a gente que no tuviera corazón de pastor. Dios nunca quiso poner a gente en autoridad que no tuvieran el corazón de un pastor porque, si tú pones a alguien en autoridad sin el corazón del pastor, lo que tienes es a un opresor, un gobernante que oprime.

Lo triste es que hay gente en la sociedad que no sabe ser dirigida por alguien que tiene corazón de pastor. Hay gente que prefiere la opresión, hay gente que prefiere la machaca, el palo limpio, que estén encima de mí. Que si no me llaman, si no me chavan, si no estoy, si no están conmigo velándolas, de solo dirigirte por un modelo que tú puedas seguir y que tengas la libertad de tú caminar en la manada pero con libertad, sin que estén encima de ti. A las vacas hay que darle, a los caballos, cuando uno los tiene, uno no tiene que agotarlos. Uno tiene que las ovejas, no las ovejas siguen. Pero hay gente que, si no es con un palo, como las vacas, como los caballos, no funcionan. Pero Dios siempre quiso líderes con corazón de pastor.