12 Sep El filtro de los valores de Dios
Una de las innovaciones más interesantes de los últimos 10 años es el famoso FaceTime. Digo diez años porque fue lanzado alrededor del año 2010, pero en realidad la idea comenzó en 1927 y en 1956, si no recuerdo mal la fecha, es cuando se hicieron los primeros prototipos de lo que hoy es FaceTime.
En aquel tiempo se llamaba simplemente Picturephone y era básicamente una foto que se refrescaba cada 2 o 3 segundos en el teléfono al otro lado. AT&T comenzó a promover este servicio, pero no resultó porque una llamada de 2 minutos te podía costar entre 115$ y 140$, simplemente para ver la foto de otra persona. Por supuesto, todo fue evolucionando, comenzaron los famosos webcams, el internet se expandió y finalmente en el 2010 o 2011, Apple sacó el famoso FaceTime, la oportunidad de ver a tu familiar o a tu amigo en tu mismo teléfono.
Recuerdo cuando salió la aplicación me encontraba en Venezuela cuando lo anunciaron, me conecté al internet y estando en Venezuela pude hablar con mi esposa por primera vez a través del teléfono y verla al mismo tiempo. Es impresionante que podamos ver a una persona a la distancia cara a cara, no basta solo con escuchar, no basta solo con oír.
El ver a una persona cara a cara hace una gran diferencia en la vida de todos nosotros. Definitivamente, cuando tenemos estos contactos en nuestra vida, todo nuestro ser lo percibe, lo siente y se transforma. El ver el rostro de una persona es muy importante y cuando niño, te ayuda a desarrollar un montón de habilidades que no desarrollarías si no fueras capaz de ver el rostro de una persona. Porque cuando una persona te habla, tú puedes mirar las emociones, sentir el tono, ver los gestos.
Uno de los problemas más grandes que van a tener nuestros niños pequeños durante esta época después de la pandemia es haber pasado 2 años sin ver el rostro de sus compañeritos ni de sus maestros. Porque realmente no basta solo con escuchar, yo tengo que mirar y tengo que ver para poder entender todo lo que está ocurriendo. Los niños para desarrollar sus capacidades cognitivas necesitan mirar las expresiones faciales de aquellos que están a su alrededor.
La Biblia no se equivoca cuando nos dice claramente que somos transformados cara a cara cuando miramos al Señor. Ahora, el reto, oiga bien, el reto en nuestras vidas tiene que ser el aprender a enfocarnos correctamente. ¿A qué me refiero? Antes, cuando solo teníamos la posibilidad de hablar por teléfono y no ver ni mirar qué pasaba, tú estabas en el teléfono hablando con la persona haciendo múltiples cosas. Ponías los auriculares o tomabas el teléfono y estabas limpiando. Ahora te llaman por FaceTime. ¿Qué tiene que pasar? ¿De qué te sirve si tú estás ahora por FaceTime y la persona te ve fregando? Si yo te llamé, no quiero ver los trastes que tú estás fregando, lo que quiero es verte a ti.
Por lo tanto, para yo poder mirarte cara a cara, tengo que dejar todo lo que estoy haciendo y simplemente enfocarme, mirarte y observarte. Estas son de las cosas más importantes que tenemos que hacer en nuestra vida: la capacidad de enfocarnos, la capacidad de decirle que no a ciertas cosas, la capacidad de sacar de nuestra vista un montón de cosas simplemente para podernos enfocar.
Antes de llevarte unos versos, presta atención a estos pensamientos que son muy profundos, o por lo menos así pienso yo. Para poder ver, tenemos que apuntar y tú no puedes ver sin apuntar. Tú puedes mirar sin apuntar, yo puedo mirar aquí, yo estoy mirando aquí a todo el mundo, los miro, pero si yo quiero ver a alguien, yo tengo que apuntar.
Por ejemplo, para mirar a mis niñas, ¿qué tengo que hacer? Tengo que apuntar y cuando apunto entonces puedo ver, no mirar. Mirar es cuando yo estoy sin enfocarme, estoy mirando cualquier cosa que pasa aquí pero mientras miro así, realmente no hay grandes cosas que ocurran en tu vida.
Simplemente estoy mirando y pueden pasar un montón de cosas a mi alrededor y simplemente perderlas de vista. Ahora, si yo quiero ver, tengo que enfocarme, tengo que mirarte debo obviar todo lo que está a mi alrededor, para poder ver, tengo que apuntar.
Para apuntar, tengo que saber qué quiero alcanzar y lo que quiero alcanzar depende de los valores que hay en mi vida. Por lo tanto, tú solo ves aquellas cosas que realmente valoras y si yo quiero cambiar lo que veo, no es cambiar mi mirada, es cambiar mis valores para cambiar mi apunte.
Vemos cuando apuntamos y solo apuntamos cuando sabemos lo que queremos alcanzar y cuando sabemos lo que queremos alcanzar, eso está determinado por los valores que hay en nuestra vida, si queremos cambiar lo que vemos, no es cambiar la vista únicamente, es cambiar los valores que hay en nuestro interior.
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