01 Aug ¿En qué consiste la vida del hombre?

En el Nuevo Testamento, Lucas capítulo 12, el Señor Jesús está predicando frente a la multitud. De repente, se interrumpe el mensaje que Él lleva. El verso 13 dice: “Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia”. ¿Y cómo le contesta Jesús? “Hombre, ¿Quién me ha puesto sobre vosotros como juez?”

Es como si alguien le dijera al Pastor: “Vaya y dígale a papi que me deje salir”. ¿Mira dónde ponen al Señor? La gente va donde Dios a pedir cosas que ellos tienen que hacer. ¿Pastor, pero cuál será la voluntad de Dios? ¿Que compre la casa en la ciudad o en el campo? Donde te dé la gana, cómprala tú, decide. ¿Será que Dios quiere que yo tenga un buen carro? Ten lo que tú quieras. Adelante viene a pedirle a Dios cosas que no tienen nada que ver. Se amargan el cuero con cosas innecesarias.

Ahora siga conmigo, porque todos los versos están ligados. Viene este problema de herencia y mira lo que dice en el verso 15: “Y les dijo: Mirad y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. ¿Qué está viendo el Señor en este muchacho? Avaricia. Y viene a usar a Jesús para que le dé a él algo que a lo mejor ni se merecía. Sabrá Dios por qué no habían partido la herencia, o si debía estar satisfecho con lo que tenía. Entonces el Señor dice: Tienen que cuidarse de la avaricia.

Y sigue diciendo: “También les refirió una parábola”. ¿De qué se trata la parábola? De la avaricia. Porque la parábola es para resolver el problema de la avaricia, que viene por el problema de uno que quiere que se divida la herencia. Dice la Biblia: “También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré? Porque no tengo dónde guardar mis frutos. 

Y dijo: Esto haré, derribaré mis graneros y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios”.

¿Cuál fue el problema de este hombre? El problema de este hombre es que tiene toda la abundancia que necesita. ¿Cómo alguien que lo tiene todo puede ser codicioso? Para colmo, él no quería más; él quería guardar lo que él tenía. ¿Cómo eso es codicia? Bien sencillo: es codicia porque no tienes la confianza en que el Dios que te dio eso mañana también va a proveer. 

El Señor no está aquí diciendo que no ahorres y que no guardes; lo que está diciendo es que nunca tengas temor porque su naturaleza es proveerte todos los días. ¿Cómo sé eso? Porque mira lo que sigue diciendo.

Todo esto sigue aquí en el verso 22: “Dijo luego a sus discípulos: Por tanto os digo, no os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. La vida es más que la comida, y el cuerpo más que el vestido. Considerad los cuervos, que ni siembran ni siegan; que ni tienen despensa ni granero; y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Pues si no podéis ni aun lo que menos es, ¿por qué os afanáis por lo demás? Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si así viste Dios a la hierba, que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? No os preocupéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas”.

No te afanes por lo material, ni te dejes llevar por la codicia. Busca primero a Dios y Su voluntad, y todo lo demás se te dará por añadidura.