19 Oct Solo la palabra de Dios puede cambiar tu mente y corazón 

Por alguna razón u otra, de alguna manera, en algún momento dado, se nos ha metido en la cabeza -creo que permea en el mundo de forma general – que son los cambios de gobiernos ideológicos los que realmente traen esperanza a la vida de una persona; y, por lo general, vemos estas grandes luchas, estas grandes batallas ideológicas de un lado a otro, y comenzamos a levantarnos y a crear grupos y a crear ideales, y comenzamos a agruparnos, pensando que eso es lo que traerá la respuesta a nuestras naciones.  La realidad es que los movimientos ideológicos de todas partes tienen impacto en nuestra sociedad, pero tiene que haber un momento donde nosotros como creyentes entendamos cuál es nuestra verdadera misión, y que realmente sepamos cuál es nuestro trabajo aquí en la tierra, qué es lo que tenemos que hacer.  

Me entristece ver a un montón de cristianos hablar más de cosas ideológicas que de cosas de Cristo.  Te pregunto: esta semana, ¿cuánto tú hablaste de LUMA (compañía a cargo de transmisión y distribución de energía eléctrica en Puerto Rico) esta semana?  Piensa por un momento.  Ahora, te pregunto: ¿a cuántos de esos les hablaste de Cristo?  En todos los almuerzos que tuviste, ¿hiciste alguna oración o no te has dado cuenta que el problema de Puerto Rico no es falta de electricidad?  El problema de Puerto Rico es falta de la luz de Cristo.  Debemos luchar por tener mejor electricidad; por supuesto que no debe haber apagones, por supuesto; pero el problema de Puerto Rico no se resuelve porque poden los cables que se dañan porque los árboles crecen; el problema de Puerto Rico se que se resuelve cuando se pode el corazón, la mente de la gente; y eso solo lo puede hacer la palabra de Dios.  Y, si en medio de eso, podemos tener buena luz, ¡mejor todavía!  Pero ponte a pensar; a todos nos pasa; nos metemos en movimientos sociales y perdemos de vista cuál es nuestra verdadera misión.  Y, lamentablemente, comenzamos a caer en extremos; y ahí es donde la iglesia pierde la fuerza.  

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. 3 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.”  Génesis 1:1-3  

Entre el verso 1 y el verso 2, hay una gran transición que, a veces, perdemos de vista.  Si nos damos cuenta, en el verso uno, se nos dice que, en el principio, creó Dios los cielos y la tierra.  Desde el verso 2, no se habla más de los cielos.  Este libro no está hecho para describir los cielos.  Desde el verso 2, hasta el último verso de Apocalipsis, es todo acerca de la tierra.  ¡Todo!  

Hay dos grandes extremos en el que la iglesia ha caído:

1. Pensamos que nuestra meta principal, de los religiosos y los cristianos, es llevar gente al cielo.  Entonces, estamos tan pesimistas con la tierra porque aun los cristianos pensamos que esta tierra es una porquería, y que la única manera que esto se resuelve es que Dios mande fuego del cielo y que suene la trompeta y que esto se acabe y que, entonces, todos parezcamos en bata blanca y que todo esté bien.  Entonces, la obsesión es: ¡conviértete!, ¡conviértete y vive una vida moral para que vayas para el cielo!  Pero la vida moral no te beneficia en el cielo; la vida moral te beneficia aquí en la tierra; aquí es que, si haces las cosas correctas, no te metes en problemas, no te enfermas, no haces montón de cosas.  ¡Es aquí!  Así que, la vida moral no es para yo llevarte al cielo.  Tú vas al cielo por la gracia del Dios Todopoderoso, por la sangre de Cristo que te perdona; pero la obsesión de los religiosos es el cielo, el cielo; que te vayas, que esto se fastidie, que venga el anticristo, que nos vayamos en nubes.  Pero la Biblia no está obsesionada con el  presionado con cielo; este libro está obsesionado con la Tierra, con cómo Dios comienza a trabajar con la tierra.  

Entonces, el primer extremo que tenemos es el extremo religioso, donde lo que se obsesiona con el más allá, con la vida eterna; pero vivimos el infierno aquí en la tierra, vivimos los problemas, vivimos las dificultades, vivimos las situaciones, los problemas en este lugar.  Y, lamentablemente, no nos damos cuenta cuál es nuestra responsabilidad.  

2. Llegamos a pensar que, si nos unimos, nosotros cambiamos la Tierra.  Son dos extremos peligrosos.  El extremo de yo pensar que todo esto es para el más allá, que todo esto para el futuro, que todo esto para que algún día tener mansiones celestiales donde, entonces, no hago nada aquí, esto que se fastidié, vivo una vida básicamente cómoda de cristiano en la iglesi, tratando de ver a quién alcanzo, pero como ya estoy bien, los demás que se fastidien, algún día esto se va acabar y se terminó el asunto.  Y el otro extremo, entonces, son lo que dicen: si nos unimos, esto lo cambiamos; vamos a hacer marcha, vamos a unirnos, vamos a protestar, vamos a luchar porque en la unión está la fuerza, y vamos a unirnos; y todos, si nos ponemos a una misma voz, si nosotros, los puertorriqueños, nos pusiéramos todos unidos, cambiaríamos a Puerto Rico.  Eso no es correcto.  Son dos extremos erróneos: aquel que piensa que todo lo que vamos a hacer es llenar el cielo, está igual de mal que aquel que piensa que unidos cambiamos nuestro país.  Pero ¿cómo va a ser?  Bien sencillo.  Oye bien lo que dice la palabra del Señor: 

No importa lo que nosotros tratemos de hacer con nuestras propias fuerzas.  Solo Dios es el que determina.  Y el que piensa que por la unión podemos hacer algo en nuestra tierra, está sacando a Dios de la ecuación.  

No importa cuánto nos unamos, si Dios no está en el asunto; lo que cambia a Puerto Rico no es que nos unamos; lo que cambia a Puerto Rico es que el Evangelio sea predicado y que la gente sea transformada una a la vez, por la predicación de la palabra del Señor, y que la gente comience a tomar responsabilidad en su vida.  

Todo movimiento que comienza con esas ideas, termina en confusión.  No hay problema con que tú tengas un ideal por el cual tú debes pelear, batallar y luchar; el problema es si tú dices que eres cristiano, y habla más de eso, que de Cristo.  El problema es que tú pienses que, si se derroca al gobierno una vez más, esto va a cambiar.  Ya lo intentamos y no cambió nada; y la que se quedó, está en problemas. Hay solución; la solución no es un cambio de ideológico.  La solución no es un cambio de gobierno; la solución es que el Evangelio sea predicado y que la gente en Puerto Rico sea transformada por el poder de Dios.  

Lucha por los ideales que tu quieras, lucha por las batallas que tú tengas que luchar; pero tú debes luchar con mayor intensidad para que esta Palabra se predique, para que la gente sea cambiada por el poder de Dios, para que el Espíritu Santo entre en cada casa, para que el Espíritu Santo entre en cada lugar y que podamos ver la verdadera transformación.  Esa es la mentalidad que, como creyentes, debemos tener.