03 Feb Disimula 

“20 Y haciendo Samuel que se acercasen todas las tribus de Israel, fue tomada la tribu de Benjamín. 21 E hizo llegar la tribu de Benjamín por sus familias, y fue tomada la familia de Matri; y de ella fue tomado Saúl hijo de Cis. Y le buscaron, pero no fue hallado. 22 Preguntaron, pues, otra vez a Jehová si aún no había venido allí aquel varón. Y respondió Jehová: He aquí que él está escondido entre el bagaje. 23 Entonces corrieron y lo trajeron de allí; y puesto en medio del pueblo, desde los hombros arriba era más alto que todo el pueblo. 24 Y Samuel dijo a todo el pueblo: ¿Habéis visto al que ha elegido Jehová, que no hay semejante a él en todo el pueblo? Entonces el pueblo clamó con alegría, diciendo: ¡Viva el rey!”  1 Samuel 10:20-24  

Algunos estudiosos dicen que en realidad esto fue un acto de timidez de Saúl; dicen que Saúl era un buen hombre, cosa que no dudamos.  Llenar los zapatos de Samuel era algo intimidante; fue una reacción normal, sincera, no de maldad, de un hombre que simplemente, por un momento, todavía no entendía todo lo que estaba pasando.  Otros le achacan a este momento el comienzo del fracaso de la vida de Saúl.  Dicen que esto demostraba su cobardía, que él no era el llamado, el escogido, que no era el correcto; pero cómo decir que no era el correcto, si Dios lo estaba ungiendo, lo estaba llamando.  Era la reacción natural probablemente de una persona que, ante un gran llamado, ante una posibilidad gigantesca, tiene temor.  ¿Por qué juzgamos a Saúl de esa manera, y no condenamos así también a Moisés?  Moisés lo primero que hizo fue quejarse y decirle a Dios que era tartamudo.  ¿Por qué no hablamos así también de Gedeón?  Gedeón le dijo a Dios que él era de la tribu más pequeña.  Juzgamos a Saúl por el error que cometió al final, pero nunca podremos dudar de que Dios lo había escogido y de que muchos de nosotros hacemos lo que él hace y lo que él hizo en esta ocasión, nos escondemos detrás de nuestra frustraciones, de nuestro llamado, de las cosas que han pasado.  

Puedes creer cualquiera de las dos historias; puedes darle el beneficio de la duda y pensar que era un buen hombre y que fue tan solo un momento de timidez, o que era un gran cobarde; pero el final de la historia es el mismo: hizo falta intervención divina para encontrarlo.  Saúl se escondió bien, pero de Dios nadie se puede esconder.  Cuando comenzaron a preguntar dónde estaba Saúl, Dios dijo: allí.  

Tu país está preguntando dónde tú estás, y Dios va a decir: allí.  Dios te va a llamar y no vas a poder quedar escondido por mucho tiempo.  

Pídele a Dios intervención divina para que te haga salir de detrás de todo el equipaje del que tú estás escondido.  Tú necesitas oír la voz de Dios y pedirle que intervenga en tu vida y te llame y te saque de detrás de todos esos miedos, de esos fracasos, y te muestre al mundo y te haga ver para qué fuiste llamado, escogido.  Hace falta esa intervención divina hoy.  

Realiza que no hay tal cosa para un cristiano como tratar de dejar de conocer lo que ya ha conocido.  No hay tal cosa como tratar de dejar de conocer la revelación que ya hay en tu vida.  Lamentablemente, por la fragilidad de nuestro cuerpo, el hombre puede sufrir varias condiciones que le pueden hacer perder la memoria; puedes tener amnesia y perder ciertas memorias, puedes tener demencia y perder ciertas memorias, puedes tener alzheimer y perder ciertas memorias; pero en las cosas de Dios, cuando tú has sido expuesto a una revelación, nunca podrás dejar de conocerla.  El día que tú conoces que Dios te quiere próspero, no hay tal cosa como dejar de conocer lo que ya tú conoces.  Lo que puedes es tratar de acomodarte a vivir fuera de la revelación que ya has conocido, pero dejar de conocerlo, no.  

Hay un día donde tú entiendes que Dios te quiere próspero, un día en que la revelación llegó.  Hay un día que tú entiendes que eres salvo, y no hay quien te convenza que eres pecador.  Cometes pecado, pero no eres pecador.  Porque hay un día que tú entendiste que eres salvo, que tú salvación no viene de lo que haces o no, sino de lo que Dios hizo en tu vida, y de quién conociste.  Por lo tanto, hoy no te puedes pensar pecador.  Si te piensas pecador, actúas como pecador, y lo que estás es viviendo lejos de lo que conociste.  Y lo único que estás tratando de convencerte es de conocer y de vivir fuera de lo que ya conoces, pero en el mundo espiritual no hay tal cosa como dejar de conocer lo que ya tú conoces; no hay tal cosa.  

Pablo dice: conozco un hombre que subió al tercer cielo, y vio cosas que le fueron prohibidas decir; pero aquella experiencia nadie se la podía borrar a Pablo, no había manera; porque después que tú lo vives, tú no puedes volverte ignorante a lo que ya conoces, no puede darte amnesia.  Esa es la frustración de muchos; tú sabes que fuiste llamado para algo más grande, pero te has acomodado al problema, a la dificultad, estás escondido detrás del equipaje, tratando de vivir por debajo de lo que tú sabes que hay dentro de ti; y cada vez que tú te acuestas a dormir, sabes que dentro de ti hay un potencial más grande, algo más poderoso en tu vida, pero vuelves otra vez y te escondes.  Pero desde el cielo hoy está saliendo un edicto que dice: te voy a encontrar donde estés, detrás de donde estés, te voy a llamar y te voy a sacar y voy a hacer que el mundo sepa dónde tú estás porque yo no te llamé para que estés escondido ni un minuto más.  

Tú tienes que levantarte.  Olvídate del que no está, del que se fue, del que no cree.  Dios te llamó a ti.  Créele a Dios.  Atrévete a caminar de acuerdo a lo que Dios te ha llamado y deja de esconderte.  

Por supuesto, la reacción de todo el mundo no va a ser positiva de primera intención.  Pero ahí es que tú tienes que escoger.  

“25 Samuel recitó luego al pueblo las leyes del reino, y las escribió en un libro, el cual guardó delante de Jehová. 26 Y envió Samuel a todo el pueblo cada uno a su casa. Saúl también se fue a su casa en Gabaa, y fueron con él los hombres de guerra cuyos corazones Dios había tocado. 27 Pero algunos perversos dijeron: ¿Cómo nos ha de salvar este? Y le tuvieron en poco, y no le trajeron presente; mas él disimuló.”  1 Samuel 10:25-27  

No todo el mundo va a creer lo que hay en ti.  No todo el mundo va a ver lo que hay en ti.  Hay gente que siempre va a cuestionar qué tú te crees, que te crees que puedes; pero no hay problema; deja que Dios afine el corazón de aquellos a los que Dios tiene para tu vida en este tiempo, y a los demás, no les hagas caso; sigue caminando, olvídate del asunto.  ¿Por qué estar pendiente a aquellos que no deciden caminar junto a ti?  ¿Por qué estar pendiente a aquellos que no ven lo que Dios está haciendo contigo?  No los necesitas.  Entiende que no fueron ellos los que te escogieron, sino Dios; y Dios escoge a quien le da la gana.  Los demás, que vivan con eso.  Atrévete a creerle a Dios.  

En la primera etapa, Saúl se descubre a sí mismo; en la segunda, lo presentan delante de todo el pueblo; pero la tercera es cuando se activa en Saúl aquel llamado.  

“5 Y he aquí Saúl que venía del campo, tras los bueyes; y dijo Saúl: ¿Qué tiene el pueblo, que llora? Y le contaron las palabras de los hombres de Jabes. 6 Al oír Saúl estas palabras, el Espíritu de Dios vino sobre él con poder; y él se encendió en ira en gran manera.”  1 Samuel 11:5-6  

Saúl cogió un par de bueyes, los picó en pedacitos y dijo: todo el que no quiera estar conmigo, así les voy a hacer a sus bueyes.  Y se enlistó todo el mundo.  

“14 Mas Samuel dijo al pueblo: Venid, vamos a Gilgal para que renovemos allí el reino.15 Y fue todo el pueblo a Gilgal, e invistieron allí a Saúl por rey delante de Jehová en Gilgal. Y sacrificaron allí ofrendas de paz delante de Jehová, y se alegraron mucho allí Saúl y todos los de Israel.”  1 Samuel 11:14-15  

Ahora se levanta el gran ejército, y lo que ocurrió después de estos versos, fue una de las más grandes victorias que ha tenido el pueblo de Israel en su historia.  Fue la confirmación de que aquel era el escogido de Dios.  ¿Pero de dónde salió?  De que, delante de un problema, el Espíritu de Dios vino sobre Saúl y le dio una ira santa.  

Que te dé una ira santa que diga: ¿Qué hacemos llorando todavía?  ¿Por qué seguimos huyendo?  ¿Por qué seguimos en el problema, en la dificultad, corriendo, huyendo?  A Saúl le dio una ira donde dijo: hay que acabar con esto.  Tiene que haber un momento donde en tu vida te pares firme y te des cuenta que, si el problema va a terminar, es porque el llamado de Dios sobre tu vida se va a cumplir, y tiene que haber una indignación divina donde tú digas: se acabó, vamos a levantarnos, nuestra familia se tiene que levantar, tenemos que prosperar.  

¿Vas a pasar el año entero llorando, lamentándote, teniendo miedo?  ¿O vas a decidir levantarte y creerle a Dios?  Que haya en ti una indignación divina.  Haz lo que tienes que hacer.  El que esté contigo, perfecto; el que no, también.  Haz lo que Dios te llamó a hacer.  Hazlo, y la gente sabrá que Dios te escogió para este tiempo.  

Te has acostumbrado a vivir con el problema, con la dificultad; y le has sacado más provecho al llanto, al lloro, al ser víctima.  Un mensaje como este no es fácil, y hay a quien le fascina victimizar a la gente; pero no queremos una iglesia llena de gente que sean víctimas, sino llenas del poder de Dios, y que vean que hay potencial en su país, y que hay que dejar de llorar.  

Tú tienes que levantarte.  ¿Vas a pasar toda tu vida sufriendo, cuando ya tú sabes que Dios tiene algo grande para ti?  Atrévete a salir de detrás de tu equipaje y a decir: este año salgo corriendo con toda la fuerza.  

Pedimos a Dios que hoy tú salgas del escondite en que estás.  Tú eres el tesoro escondido más grande que hay en esta historia.  Estés en la etapa que estés; puede que todavía no te hayas descubierto y estés buscando algo perdido; pedimos a Dios que te encuentres.  Puede que ya tú sepas que fuiste llamado, y lo que estés sea escondido detrás del bagaje; pedimos a Dios que oigas su voz, que te dice que salgas del lugar donde estás.  Y si ya saliste del lugar en que estabas escondido, que te dé una ira santa y digas: este año no termina igual, me lo como de frente, salgo corriendo ahora a hacer todo lo que tengo que hacer.  Comienza a crear momentum desde el principio del año.  Créeme a Dios que su propósito sobre tu vida se va a cumplir y que el tesoro que hay en ti, el mundo lo va a ver.