15 Dec El Socio Invisible

Hay gente que piensa que tener una empresa no es congruente con la vida de un cristiano.  

“14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. 15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. 16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”  Mateo 5:14-16  

¿Puede un pobre hacer buenas obras?  Sí; hay buenas obras que no requieren grandes cantidades de dinero.  Pero ¿cuántas buenas obras puede hacer una persona próspera y bendecida?  Muchas más.  Así que Dios nos posiciona en lugares de poder y abundancia para que nuestras buenas obras abunden y la gente pueda ver a nuestro Padre celestial.  Dios te va a posicionar en un lugar de influencia, y tú no puedes rehusarse a ser una persona de influencia.  Tienes que emprender, creerle a Dios, y saber que hay mucho más que simplemente suplir tus necesidades, pagar tus cuentas.  El propósito va mucho más allá.  

Es importante que como emprendedor, como empresario, tú entiendas que todo se trata de Dios.  Uno de los errores que hace que la gente tenga mala fama como emprendedores es la línea fina de cómo tú le muestras al mundo tu éxito sin verte arrogante.  Una de las cosas que hacen los influencers es mostrar el viaje en el que están, el carro que tienen, el jet.  Buscan impresionar a los demás con esas cosas, y demostrar al mundo que alcanzaron el éxito.  Aún cuando muchos de esos artistas y gente influyente hacen buenas obras, a veces, lo hacen para llevarse ellos la gloria.  Pero tú tienes que saber que todo lo que Dios te dé y todo lo que tú hagas, se trata de Dios.  

Tu luz va a alumbrar delante de los hombres.  Dios no tiene problema en que la gente te vea, y cuando tú te vuelves un empresario próspero, Dios te va a posicionar.  Es imposible avanzar en las finanzas y prosperar, y que no te expongas.  No lo puedes esconder; lo vas a mostrar.  Y Dios quiere que tú lo muestres.  ¿Para qué?  Para que vean las buenas obras.  Dios te va a poner en un lugar de prominencia, tú vas a hacer buenas obras, y el Padre que está en los cielos va a ser glorificado.  

La gloria no te la puedes llevar tú; es de Dios.  Todo es por Él y para Él.  Todo se trata de Dios.  

Si tú quieres emprender algo nuevo, tienes que ir con la consciencia y el corazón claros.  Se trata de Dios; se trata de que Él te va a dar influencia, te va a prosperar, te va a abrir puertas; se trata de que el favor y la gracia divinas irán contigo; se trata de que el mundo va a ver lo que Dios va a hacer en tu vida.  Pero al fin y al cabo, quien se va a llevar toda la gloria es  Dios.  todo lo que tienes, todo lo que haces, todo lo que logras, tiene que apuntar a Él.  Es por Él y para Él.  Aunque tu luz sea la que se muestre, quien se debe llevar la gloria es Dios.  

La pregunta es cómo comenzamos a hacer esto de manera correcta.  ¿Cómo te aseguras de que, en todo lo que hagas, Dios se lleve la gloria?  

“3 Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán afirmados. 4 Todas las cosas ha hecho Jehová para sí mismo, y aun al impío para el día malo.”  Proverbios 16:3-4  

Dios hizo todo para sí mismo.  Todo es de Él, por Él y para Él.  No hay otra.  Pon tus obras en manos de Dios.  Una de las cosas que siempre la gente pregunta es si es correcto que un cristiano tenga un socio, y cómo buscarlo.  Dicen: Dios quiere que abra un negocio, pero necesito un socio, estoy buscando a alguien que me dé la mano.  La pregunta es, si Dios te está pidiendo que tú emprendas ¿por qué no haces a Dios tu socio?  No lo haces porque no lo puedes ver.  Y como no lo puedes ver se te hace difícil tenerlo como un socio invisible.  

Cada vez que hablamos de socio, de alguien que nos va a acompañar en este camino empresarial, pensamos en alguien que podamos tocar.  La gente piensa en socio para dinero, por ejemplo; entonces, ¿no puede Dios ser tu socio?  ¿No puede Dios darte el dinero que tú necesitas?  Sí te lo puede dar.  Dios te puede prosperar, darte el dinero de alguna u otra manera.  También piensan en socio para consejería.  La pregunta es si no te puede Dios aconsejar, ¿no puede Él dirigir tus pasos, darte la sabiduría para que tú puedas avanzar en todas las decisiones que tomas, en todo lo que haces?  ¿No puede ser Dios quien vaya iluminando tu camino?  Vas a necesitar gente que te abra puertas, pero la pregunta es si no puede Dios darte favor y gracia delante de los hombres para que las puertas que se abran sean puertas divinas, sean las correctas.  

La dependencia que tienen muchos de lo que la gente puede hacer, anula la fe que dicen tener en su Padre celestial, en el Dios Todopoderoso, que debe ser tu socio aunque tú no lo veas.  El hecho de que no lo veas, no quiere decir que no esté ahí.  

Por supuesto, esto no tiene que ver nada con el principio de que, en la vida, siempre vas a prosperar en relación con los demás.  En otras palabras, Dios traerá personas, traerá gente y te dará conexiones divinas, que van a exponenciar lo que Dios tiene para ti, pero el socio principal es Dios.  Si Él te está diciendo que emprendas, Él te va a dar las finanzas.  Si necesitas sabiduría, Él te la va a dar.  Si necesitas favor y gracia, Él es quien te lo va a dar.  Es Él quien lo va a hacer para ti y para todos los tuyos.  Créeme a Dios.  

Guarda tu mente y corazón de todo mal pensamiento que te diga que no se puede ser un buen cristiano y ser emprendedor.  Quítate eso de la cabeza.  Haz de Dios tu socio principal, aunque sea el socio invisible.  No lo puedes ver, pero está ahí.  Encomienda a Jehová todas tus obras, y que sea ÉL quien te lleve por el camino de la victoria, de la prosperidad, de la abundancia y del éxito que tanto estás deseando.  Dios lo puede hacer.  Haz de Él tu mejor socio.  

Dice la Biblia en Efesios 3, que Dios te va a hacer mucho más abundantemente de lo pides y entiendes.  Eso es lo que Dios tiene para ti.  Haz de Él tu socio.  Encomienda a Él todas tus obras.  Dile: si tú no vas conmigo, yo no empiezo; si tú no haces esto conmigo, yo no voy; si tú no vas conmigo, nada se puede hacer.