10 Dec Emprende, Alumbra, Glorifica

Hemos recibido una asignación de parte del Señor.  Esta será una serie de mensajes dirigida específicamente para aquellos que quieren emprender.  Por las próximas siete semanas, tendremos un mensaje semanal en el que terminaremos cada uno orando por aquellos que van a creerle a Dios que este próximo año vas a comenzar tu empresa, que se va a multiplicar, que va a haber aumento, crecimiento y desarrollo sobrenatural y que aquellas cosas que habías estado esperando por tanto tiempo, definitivamente, van a comenzar a suceder.  Si caes en estas categorías, este mensaje es para ti.  

Siempre que hablamos de emprendimiento, hay controversia en torno al aspecto de cómo consolidamos el concepto de emprender, de prosperar, de ser un profesional, de aspirar a la abundancia, a las riquezas, de tener un negocio, con el aspecto de ser cristiano.  Por alguna u otra razón, en la mente de muchos, estas dos cosas no compaginan, no concuerdan, no mezclan.  Piensan que es imposible ser emprendedor, empresario, y ser cristiano.  Hay un estigma en la mente de muchos de que para prosperar en el mundo económico, en la sociedad que vivimos, se requiere de nosotros actos inmorales, y piensan que para prosperar uno tiene que tomar ventaja de los demás, cuando realmente, aquel que así haga, nunca prosperará permanentemente; sus riquezas, su abundancia se va a desplomar.  La realidad es que tenemos que llegar a términos en nuestra mente y comprender que ser creyente, moral, justa y creyente sí hace congruencia con la vida de un empresario y es vital para nuestras vidas.  

La mayoría de los discípulos de nuestro Señor Jesucristo era gente profesional, emprendedora, empresarios que tenían sus negocios y que fueron capaces de seguir a nuestro Señor Jesucristo y tomar las decisiones correctas; Dios los pudo llamar al ministerio y, a través de ellos, impactar al mundo.  Así que, se puede.  

Para tú poder hacer que guarde congruencia tu vida como emprendedor, como empresario, y tu vida como cristiano, tienes que saber cuál es el propósito de un cristiano, de un creyente en Cristo, qué es lo que se nos pide que hagamos, lo que Dios espera de nosotros.  No podemos pensar y decir que solo en una profesión se puede proyectar la vida de un cristiano.  Si decimos eso, estamos discriminando.  No hay tal cosa como una profesión particular para que un cristiano proyecte en ella el carácter de un cristiano.  En la gran mayoría de las profesiones, se puede demostrar el carácter de un cristiano.  Al fin y al cabo, es Dios quien te da el talento, las habilidades, el que hace por ti lo que otros no están dispuestos; y eso tenemos que agradecerlo dando ejemplo y testimonio a los demás.  

En la Gran Comisión, el Señor Jesús nos dijo a todos los creyentes, sin importar si eres barbero, estilista, peluquero, masajista, pastor, emprendedor, vendedor de teléfonos o de autos; no importa lo que seas, nos dice que todos tenemos que ir y hacer discípulos a las naciones.  Todos tenemos que discipular, debemos ganarnos a alguien para el Señor y discipulados para que ellos también se conviertan en seguidores de Cristo.  Pero, dentro de todo ese mandato, mira lo que dice Mateo 5:13-16:

“13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. 14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. 15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. 16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”  

Tu luz tiene que alumbrar delante de los hombres.  No la luz de Cristo; tu luz.  Y es para que vean las buenas obras; así que, las buenas obras no se pueden hacer en lo oculto, la gente tiene que verlas.  Y el resultado debe ser que glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos.  La pregunta para ti hoy es si se pueden hacer buenas obras a través de una empresa.  ¿Pueden los pobres hacer buenas obras?  A un grado, sí pueden porque las buenas obras no siempre requieren grandes cantidades de dinero, pero ¿podría hacer más buenas obras una persona próspera, rica, una persona que tiene empresa, recursos?  ¿En alguna ocasión en tu vida has dicho: si tuviera más, daría más?  Pues definitivamente, a través de tus empresas, las que tú puedes levantar, y a través de tu profesión y de tu talento, se pueden hacer buenas obras.  Lo importante es que esas buenas obras glorifiquen a tu Padre celestial.  

Entre las cosas que Dios nos pide como creyentes es que no nos rehusemos a brillar y a ser de influencia.  No te puedes rehusar a ser de influencia.  Tú tienes que mostrarte al mundo, tienes que salir y no puedes rehusarse, mantenerte encerrado y que la gente no pueda ver a través de ti, la obra gloriosa de Cristo.  Es la única manera en que podrán tener una relación con el Padre celestial, es la única forma en que lograrán alcanzar el poder tener un encuentro con Él.  Como emprendedor y como empresario, Dios nunca te va a posicionar en un lugar donde tú no puedas influenciar y, desde el lugar en que estás, no te puedes rehusar a ser de influencia a los demás.  Nadie enciende una luz y la esconde, sino que se pone en un lugar para que pueda alumbrar a todos los que están en el lugar.  

Una de las cosas que detiene a aquellos que desean emprender es la vergüenza.  El mero hecho de mostrar el pensamiento de querer prosperar, hace que algunos te digan que eres igual que los demás, que crees en el evangelio de la prosperidad -como algunos le llaman – y te dicen que no deberías estar pensando de esa manera; así que te escondes, pero por eso es que vemos a tanta gente siendo influenciada por las personas incorrectas en nuestra sociedad, simplemente porque los cristianos nos rehusamos a alumbrar, luego de que el Señor nos ha encendido y nos quiere mostrar al mundo.  

No se trata de proyectar tu nivel de influencia, sino la influencia de Cristo en tu vida y en la de los demás.  Cuando Dios te da la oportunidad de prosperar y avanzar, te da influencia.  La Biblia dice que al rico hay que escucharlo.  Imagina que tengas poder económico y te tengan que escuchar.  La pregunta es qué vas a decir, qué vas a hacer.  Por eso, no podíamos orar por ti sin que tú entiendas que, primero que ser empresario, tienes que ser cristiano, y que el Señor te va a posicionar en un lugar en la sociedad y es para que tú puedas proyectar la luz de Cristo y que la influencia que tú debes comenzar a impartir a los demás es la influencia de Cristo en ti.  Cuando un empresario tiene esto claro en su interior, su vida cambia porque se da cuenta el impacto que puede tener en la vida de los demás.  

El querer ser empresario tiene que ir más allá de simplemente suplir tus necesidades.  El querer aumentar el año que viene, debe estar dirigido hacia las buenas obras que vas a hacer y cómo será de influencia Cristo, a través de ti, en esta sociedad.  Ahí es donde tú debes llegar.  

Que tu mente y tu corazón hoy se alineen al deseo de Dios y que hagas congruencia con tu deseo de prosperar, entendiendo para qué y por qué lo tienes que hacer.  No es tener dinero por tenerlo; es saber que Dios va a exponer tu luz a los hombres, que el Señor va a hacer que la gente pueda ver las buenas obras, y al fin y al cabo Él se va a llevar toda la gloria.  Para esto es que Dios quiere darte una empresa.