29 Oct El Día que Todo Va a Cambiar

Entre las historias que hay en la Palabra, hay dos historias en las que es altamente notoria la intención de nuestro Señor Jesucristo de tocar la vida de cada una de estas mujeres, pero en privado, a solas, en ese momento íntimo.  La semana pasada vimos a la mujer samaritana con su historia, ese momento en que el Señor, pudiendo haber ido a cualquier lugar, se sentó en el pozo donde aquella mujer que iba al medio día a sacar agua del pozo.  Y en ese encuentro personal, no solamente la vida de ella se transformó, sino que por medio de la transformación de su vida, se transformó su familia y su ciudad.  

Muchos pensarían que era necesario un avivamiento en todo Samaria para llegar a la mujer.  En otras palabras, si vamos y tocamos a toda Samaria, esa mujer llegará.  Pero Jesús usó una estrategia diferente: si llego a esa mujer, llego a toda Samaria.  De un avivamiento personal, a un avivamiento en la nación.  

Ahora mismo, por ejemplo, estamos enviando una cajita como de fósforo, para que la tomes como un punto de contacto, algo simbólico; no hay que enviar un fuego que baje del cielo y queme todo un bosque.  Simbólicamente, lo que estamos diciendo es que lo único que hace falta es encender un fósforo y que caiga donde tiene que caer para incendiar un bosque entero.  Uno que se encienda, puede causar un gran avivamiento.  

“43 Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada, 44 se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre. 45 Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? 46 Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí.”  Lucas 8:43-46  

Y conocemos el resto de la historia.  La Biblia dice que la mujer se identificó como que ella fue quien había tocado el borde del manto del Maestro.  Aquella mujer quedó sana, algo que no había conseguido con todo lo que había gastado, luego de estar enajenada de su familia, de la sociedad; en un encuentro personal con Jesús, lo consiguió.  

Y pudieras pensar que esto no es como la mujer samaritana, que estaba con el Maestro; aquí había una multitud que lo apretaba, así que ella no fue la única que lo tocó; pero a ella fue la única que él se detuvo, tomó de su tiempo, tuvo una conversación uno a uno.  La mujer le contó toda la verdad; y sabemos que eso tiene que haber tomado un tiempo especial en medio de aquella multitud.  Esto es como cuando en una película alguien detiene su mirada fijamente hacia alguien, y hay un mundo alrededor, pero lo que se enfoca y se puede ver es ese encuentro de uno a uno.  Y en medio de aquella multitud, con los discípulos desesperados preguntándole: ¿cómo dices quién me tocó si todos te estamos apretando?; allí el Señor tomó de su tiempo para hablar a esa mujer, para ministrar a su vida, para escucharla, para atenderla.  Y solo podemos imaginar cómo se encendió la vida de ella, luego de haber estado doce años oprimida, enferma y gastando todo su dinero.  

Varios detalles llaman nuestra atención en esta historia.  No sabemos cuánto tiempo con exactitud le tomó a aquella mujer decirle al Señor toda la verdad, pero sí sabemos que en aquel transcurso, la hija de Jairo muere.  Así que aquello tomó un tiempo, y que el Señor haya detenido toda su agenda para ver a aquella mujer, demuestra el cuidado que él quería darle a ella.  Por otro lado, muchos lo tocaban, pero una recibe el milagro.  Así que el toque de todos los demás, tenemos que asumir que no tuvo el mismo efecto.  No todo el que lo tocó recibió un milagro.  Jesús no dijo que de todos los milagros, había uno especial que él quería resaltar.  No.  Él dijo: uno, hay alguien aquí que extrajo poder de mí, alguien que sacó virtud.  

Mucha gente se acerca a Jesús.  La multitud se acerca.  Y nos gustan las multitudes, pero dentro de las multitudes hay alguien que toca y se acerca con otra intención, con otra fe, y que tienen otros resultados.  Mucha gente va a la campaña evangelística, pero puede que una reciba el milagro, lo que estaba esperando.  Y eso es lo que queremos provocar durante este tiempo.  Entre medio de toda la gente que nos puede ver, que puede conectarse y ver el mover de Dios, que haya personas como estas mujeres, como la del flujo de sangre, que se detengan y que hagan detener al Señor y que reciban el milagro en sus vidas.  

Son maravillosas las multitudes que siguen al Maestro, pero ¿de qué servían las multitudes si no todos recibían el milagro?  Pero una recibió el milagro.  Y con esa y para esa se detuvo el Señor.  Estamos creyendo que así como esa mujer tuvo un avivamiento personal, tú tendrás el tuyo.  Que en medio de los miles que nos ven, tú vas a recibir el milagro que estás esperando.  Regístrate en otonielfont.com/enciende y recibe todos los detalles de lo que estamos haciendo para que te unas a nosotros en este tiempo especial.  

Lo que recibió aquella mujer fue el inicio de su sanidad.  Cuando Jesús se detiene, de allí cambia todo en la vida de aquella mujer.  Tu experiencia personal con el Señor no tan solo te da el milagro inmediato, sino que te devuelve todas las otras cosas.  Por doce años, esta mujer había gastado todo su dinero en médicos, las leyes no le permitían estar con su familia y en sociedad, así que esta mujer había vivido doce años en soledad, sufrimiento y aflicción física.  Si mal nos sentimos cuando tenemos una aflicción física, tenemos una dolencia, un flujo de sangre, una situación en nuestro cuerpo, y mal nos sentimos cuando tenemos una situación emocional porque nos hemos separado de nuestra familia, porque alguien ha partido con el Señor, porque hemos tenido alguna pérdida, imagina el hecho de que esta mujer estaba pasando todas las situaciones al mismo tiempo; la aflicción en su cuerpo, el no poder estar con la gente, la parte financiera, perdiendo todo su dinero; todas las situaciones que podemos enfrentar en la vida, a ella le tocó vivirlas al mismo tiempo y no por un corto tiempo, sino por doce años.  Así que, así de especial y transformador fue este encuentro.  

Fueron doce años de problemas, y todo cambió con un toque, quedó sana al instante, y los minutos que Jesús pasó con ella le cambiaron toda la vida a ella y a su familia.  

La mujer samaritana salió de su casa, sin saber que iba a encontrar un milagro.  Ella no salió buscando nada.  Ella estaba escondiéndose de la gente.  Llegó hasta aquel lugar, y se encontró de frente con el Maestro.  En contraste, la mujer del flujo de sangre, de seguro estaba buscando recibir algo del Maestro, estaba buscando tocarlo y recibir su milagro.  Así que, muchas veces, tenemos personas que nos preguntan qué tienen que hacer para que haya un cambio; y la respuesta es que el cambio va a llegar el día que tengas tu encuentro con el Señor, ya sea que tú lo estés buscando, o que te aparezca un contenido como este que te haga preguntarte qué es eso de una caja de fósforo y un fuego encendido, ¿de qué están hablando?; o ya sea que tú a diario fielmente conectes con nosotros esperando recibir algo de parte del Señor, lo importante es que hoy es tú día, el día en que Dios va a encender tu vida, donde algo diferente va a suceder en tu corazón, en tu mente, en tu vida, y de aquí en adelante habrá transformación.  Regístrate en otonielfont.com/enciende y conéctate con nosotros en este tiempo que estamos creyendo por un avivamiento personal en cada área de tu vida y la de los tuyos.  Recibe el devocional diario y cree con nosotros con la expectativa de todo lo que Dios va a hacer.