15 Oct El Dios que te Oye

“25 Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: Escogeos un buey, y preparadlo vosotros primero, pues que sois los más; e invocad el nombre de vuestros dioses, mas no pongáis fuego debajo. 26 Y ellos tomaron el buey que les fue dado y lo prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: ¡Baal, respóndenos! Pero no había voz, ni quien respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando cerca del altar que habían hecho. 27 Y aconteció al mediodía, que Elías se burlaba de ellos, diciendo: Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle. 28 Y ellos clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos.”  1 Reyes 18:25-28  

Después que tú gritas y saltas, lo único que te queda es golpearte, a ver si ese dios te oye.  Por eso es que la gente hace tantos ritos.  Hay gente que camina distancias de rodillas como sacrificio.  Cuando un cristiano se pone en esa actitud, recurre a la autoflagelación emocional, a sentirse mal, a no querer nada, a olvidarse de todo, para ver si Dios le oye y le responde.  El problema es que puede chorrear sangre y no oyen porque esos dioses que se mueven por ese tipo de cosas, no oyen.  Por eso es que vemos tanta gente frustrada en la iglesia; porque se les enseña las dinámicas de hacer ciertas cosas, y no el poder de una determinación de servirle a Dios, piense el mundo lo que piense, sientan lo que sientan, pase lo que pase.  

Tiene que haber un momento donde tú decidas.  No importa bajo qué nación se encuentre el pueblo de Dios, cuando hay gente decidida, Dios siempre los cubre, los guarda, los protege.  El pueblo de Israel estaba en Egipto, y allí Dios hizo que Egipto prosperara, que Egipto pagara y los dejara ir.  Luego vino Babilonia, luego los medospersa, luego los romanos.  No importa el sistema bajo el cual tú estés, si has decidido servirle al Dios verdadero, en Egipto, prosperas; en Babilonia, prosperas; con los medospersa, prosperas; en Roma, prosperas.  No importa bajo el sistema que estés, lo importante es estar decidido.  

Y esta gente comenzó a brincar, a cantar.  Parece entretenido.  Cientos de personas cantando y bailando.  Es como cuando dices que el culto estuvo maravilloso, pero ni recuerdas de qué hablaron.  Por eso es que no vemos respuestas, resultados, vidas cambiadas.  

“30 Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le acercó; y él arregló el altar de Jehová que estaba arruinado. 31 Y tomando Elías doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, al cual había sido dada palabra de Jehová diciendo, Israel será tu nombre,32 edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová; después hizo una zanja alrededor del altar, en que cupieran dos medidas de grano. 33 Preparó luego la leña, y cortó el buey en pedazos, y lo puso sobre la leña. 34 Y dijo: Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña. Y dijo: Hacedlo otra vez; y otra vez lo hicieron. Dijo aún: Hacedlo la tercera vez; y lo hicieron la tercera vez, 35 de manera que el agua corría alrededor del altar, y también se había llenado de agua la zanja.”  1 Reyes 18:30-35  

El combustible para el poder de Dios no es tu cántico ni tu baile ni la sangre que derrames; es el agua de la que tú estés saturado.  El agua representa la palabra de Dios.  Cuando tú estás saturado de agua, lleno de la palabra de Dios, por dentro y por fuera, cuando Dios te ha llenado, eso es combustible para el poder de Dios en tu vida.  Cuando Cristo fue a hacer más vino, mandó a buscar agua porque es del agua que se puede sacar el mejor vino.  Dios dijo que de tu interior correrán ríos de agua viva, pero esos ríos de agua viva no son emociones ni sensaciones.  Cristo dijo muy claramente para qué vendría el Espíritu Santo; él les dijo a los discípulos: voy a enviarte otro Consolador, que va a hacer dos cosas; les va a recordar lo que yo les he enseñado, y él les va a enseñar las cosas nuevas que tiene el Padre.  Esto es, cuando de tu interior corren esas aguas.  Por eso es que la Biblia dice en Salmos 1: Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará.  (Salmos 1:3)  El árbol que está plantado junto a corrientes de agua, sabe que su fruto viene.  No viene mañana, pero el fruto va a llegar.  La recompensa viene para tu vida, en su tiempo.  

Da gracias a Dios.  Mira para atrás, mira cómo tú pensabas antes, cómo mirabas la vida antes; si te hubiera sorprendido esta pandemia con aquellos pensamientos, ¿dónde tú estarías hoy?  Pero la palabra que se te ha metido por ojo, boca y nariz, que te ha llenado la vida, de la que estás lleno hasta la zanja, esa palabra te ha hecho ser como Elías, que tú no tienes que demostrarle nada a nadie hasta que llegue el momento.  Pero, cuando tú hables, Dios te va a escuchar; cuando tú hables, Dios te va a oír.  De algo tú puedes estar seguro, y es que, cuando tú hablas, tienes quien te oiga, y no es tan solo que a ti te oyen, sino que Dios te escucha porque tu vida está llena de palabra.  

Cuando tú cantas, tú sí sabes a quién tú le cantas.  Cuando ofrendas, tú no vas con manipulación.  Tú has oído palabra.  El resto del mundo está gritando por que baje fuego del cielo, y tú eres de los que nos preguntamos: ¿hasta cuándo?  Esto es tan fácil como tomar una decisión: ¿a quién tú le vas a servir?  

Elías invocó a Dios, y del cielo bajó fuego para consumir aquel holocausto.  Dios no bajó fuego para consumir los profetas porque no es el trabajo de Dios consumir los profetas, sino nuestro.  El trabajo de Dios es consumir el altar, pero somos tú y yo los que tenemos que callar las voces de todos aquellos que hacen que el pueblo camine en dos opiniones.  Fue el profeta quien tuvo que degollar a aquella gente, luego de que fuego bajó del cielo.  

Un día, tú vas a tener una decisión del monte Carmelo.  Vas a ser confrontado y vas a tener que decir a quién crees y en quién crees.  Un día, Pablo le habló a Timoteo y le dijo: tranquilo, sigue confiando, creyendo.  La gente se burlaba, y Pablo le tuvo que decir: no te avergüences de lo que tú crees, no te avergüences de mí.  Algún día, tú vas a sentir vergüenza por lo que crees.  Pablo le dice: no te averguences de que estoy en la cárcel, de que estoy en problemas; no te desconectes de mí.  Porque es fácil desconectarte de la gente que no te favorece cuando otros te están tratando de avergonzar.  Pablo le dijo a Timoteo: cree en el poder de Dios que está en tu vida, en la decisión que has tomado, en el Dios al que tú has decidido servirle.  

Es imposible, en el mundo en que vivimos, que nuestra fe no sea confrontada.  Si verdaderamente tú dices ser cristiano, algún familiar te va a cuestionar, algún vecino te va a cuestionar, alguien te va a oír y te va a cuestionar.  La pregunta es: ¿estás tú decidido ya, o todavía tú no has creído?  ¿Necesitas más demostración, o ya tú has decidido en quién tú crees?  

Tu fe va a ser confrontada.  El peligro más grande que viene para la iglesia en los próximos años no es perspectiva de género.  No está bien que se enseñe eso en la escuela, pero ese no es el peligro más grande que viene.  El peligro más grande es la libertad religiosa.  Porque como grupo estamos protegidos, nos podemos reunir con libertad, pero ahora quieren proteger la religión del espagueti y el culto con marihuana.  Pero que traten que el espagueti les responda una oración.  Tú lo que tienes que saber es que el Dios al que tú le clamas sí te oye, y que el efecto que te da Dios no se compara con el de ningún narcótico.  Nada se compara a que el Dios Todopoderoso camine contigo todos los días.  Cada cual que crea lo que quiera creer.  La pregunta es: ¿qué tú crees?  Porque un día, te van a venir a cuestionar, se te van a meter en tu trabajo, en tu negocio, no te van a querer dar un permiso; y tú tienes que estar decidido, resuelto a mantenerte firme.