29 Oct Volver a Amar con Valentía
Sanar no comienza cuando el tiempo pasa, sino cuando me detengo intencionalmente a mirar dentro de mí con honestidad. El primer paso para toda restauración verdadera es atreverme a reconocer mis heridas, sin minimizarlas ni justificar lo que causaron. No se trata de vivir desde el dolor, sino de aceptar que existe. Cuando ignoro mi herida, me engaño a mí mismo; cuando la reconozco, comienzo a recuperar dominio de mi vida. Dios no sana lo que yo niego, sana lo que yo traigo a la luz.
El segundo paso es identificar los patrones que se formaron como consecuencia del dolor. Muchos reaccionamos no por maldad, sino porque aprendimos a defendernos. Pero lo aprendido para sobrevivir no siempre sirve para vivir en plenitud. Por eso debo observar: ¿por qué reacciono así?, ¿cuál es el patrón que repito sin darme cuenta?, ¿qué heridas detonan mi comportamiento? Sanar el corazón no es suficiente; también tengo que reeducar mis hábitos, romper ciclos destructivos y reemplazar respuestas impulsivas por decisiones sabias.
El tercer paso es recuperar gobierno emocional. No puedo seguir permitiendo que el enojo, el resentimiento, el temor o la desconfianza dominen mi mente. No significa no sentir —significa no ser esclavo de lo que siento. Las emociones son indicadores, no capitanes. Tomo dominio de mi interior cuando decido que mis pensamientos estarán alineados con la verdad de Dios, y no con el recuerdo de lo que otros me hicieron. Es aprender a vivir desde la fe, no desde la herida.
Y entonces llega el punto más desafiante: atreverme otra vez a creer, a confiar y a amar. Volver a abrir el corazón aun sabiendo que existe el riesgo. Porque el miedo me puede proteger del dolor, pero también me roba la posibilidad de plenitud. No todo el mundo es igual, no toda historia termina como la anterior, y si dejo que el pasado dicte mis límites, nunca veré lo nuevo que Dios tiene. La sanidad se evidencia no cuando ya no me duele, sino cuando puedo volver a dar amor sin miedo.
Lo peor que podría pasar no es que me hieran otra vez; lo peor sería dejar de amar, perder la fe y cerrar el corazón definitivamente. Sanar no es olvidar lo ocurrido, es asegurarse de que el pasado ya no determine el futuro. Hoy es una invitación a creer que sí es posible volver a confiar, volver a soñar y volver a amar —a Dios, a mí mismo y a los demás— con la misma pasión, pero con mayor sabiduría. Esa es la verdadera señal de sanidad.
El mensaje está disponible acá.
Wiliam Antonio Chacon Vargas
Posted at 09:35h, 29 OctoberAmén gracias por esta hermosa palabra bendiciones
Oswaldo Monier Bemudez
Posted at 08:09h, 30 OctoberSANA MI MENTE Y MI CORAZÓN PARA MOLDEAR MI CARÁCTER Y MI FORMA DE HABLAR PARA ACERCARME MÁS PURO Y LIMPIO ANTE TU PRESENCIA AMADO PADRE CELESTIAL Y ENTREGAR AMOR A TODO AQUEL QUE ME HA HERIDO Y NO CREE EN MI VIDA
AMÉN 🙏🙏😘😘🙏🙏
Marttha
Posted at 21:13h, 30 OctoberAmén