¿Qué está pasando con la familia? Un llamado a despertar ante los ataques del diseño divino
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¿Qué está pasando con la familia? Un llamado a despertar ante los ataques del diseño divino

En los últimos tiempos, hemos visto cómo el concepto de familia está siendo profundamente alterado y cuestionado. Hoy existen modelos como los matrimonios temporales, donde se firma un contrato con fecha de expiración, y relaciones poliamorosas que disuelven la exclusividad y el compromiso entre dos personas. Estas ideas, que hace apenas unos años parecían impensables, ahora se presentan como opciones válidas en nombre de la “libertad” y la “modernidad”. Sin embargo, esta redefinición del matrimonio ha traído consigo consecuencias alarmantes para la estabilidad emocional de los niños y la salud de la sociedad.


Uno de los impactos más evidentes de esta desconstrucción familiar es la fragmentación de la crianza. Hoy muchos niños viven entre tres o cuatro casas distintas, pasando de mano en mano sin una estructura firme, sin raíces emocionales, sin sentido de pertenencia. No se trata de desacreditar la custodia compartida que surge de un divorcio responsable, sino de señalar el extremo en el que estamos: niños criados sin dirección, sin estabilidad, y muchas veces, sin el respaldo de una figura paterna o materna constante. Esto no es progreso, es pérdida de fundamento.


A esto se suma un fenómeno aún más alarmante: la erosión de la autoridad parental. En varios países, incluidos los nuestros, hay leyes que permiten a menores tomar decisiones médicas sin el consentimiento de sus padres. Es decir, se les reconoce capacidad de decisión sin madurez emocional, mientras se despoja a los padres de su rol formativo. Vemos incluso casos donde se arrebatan hijos a padres cristianos por enseñar principios bíblicos, como si los valores fueran una amenaza en lugar de una base segura para el desarrollo humano.


Otro frente de ataque directo ha sido el diseño divino de la mujer. El feminismo radical ha tergiversado el valor de la maternidad, presentándola como una esclavitud o como un obstáculo para el éxito profesional. Se promueve la idea de que una mujer debe elegir entre su carrera o su familia, como si ambos fueran excluyentes. Se aplaude la dureza, la independencia extrema, mientras se ridiculiza la ternura, la entrega y el cuidado del hogar. Pero lo más peligroso es que se anima a las mujeres a actuar y comportarse como hombres, desdibujando su identidad y propósito.


Es tiempo de abrir los ojos y volver a colocar todo en su justa perspectiva. La familia, el matrimonio, la maternidad y la autoridad parental no son ideas obsoletas, son diseños divinos que traen orden, amor y propósito a la sociedad. Necesitamos volver a honrar esos principios, no solo por tradición, sino por convicción. Cuando las mujeres abrazan su llamado, cuando los padres asumen su rol, y cuando los hijos crecen en hogares estables y llenos de valores, toda una generación se levanta firme. La batalla es real, pero aún estamos a tiempo de restaurar lo que el mundo ha querido deformar.

El mensaje completo está disponible acá.

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