11 Jun Sacrificios con Propósito: Tiempo, Prioridades y el Llamado de Dios

Una de las experiencias más difíciles para un padre o madre es escuchar a un hijo pedir más tiempo con ellos. En un momento así, podemos sentirnos divididos entre nuestras responsabilidades y el deseo sincero de estar presentes. Pero, ¿qué sucede cuando les explicamos que aquello que disfrutan —el carro, el celular, el viaje— es el resultado del tiempo que hemos tenido que sacrificar fuera del hogar? A veces, la respuesta es dura, pero necesaria: todo lo que tienen proviene del esfuerzo que hacemos por amor a ellos.

No se trata simplemente del tiempo en cantidad, sino de la calidad de nuestra presencia. Un momento presente y lleno de atención puede significar más que horas sin conexión emocional. Cuando ponemos a Dios en primer lugar, incluso en nuestras vacaciones, reconocemos que todo es por y para Él. Dar gracias a Dios al salir y regresar de un viaje es una forma de reconocer que nuestra vida gira en torno a su propósito, no simplemente en torno al descanso o el entretenimiento.

Poner a Dios como preeminente en todas las áreas de nuestra vida nos ayuda a ordenar nuestras prioridades. Desde el momento en que decidimos entregar nuestra vida a Dios, pasamos a formar parte de Su agenda en la Tierra. Y esa agenda no consiste solo en salvarnos y llevarnos al cielo, sino en transformarnos y usarnos para cambiar el mundo que habitamos. Somos llamados a ser agentes de transformación, a mejorar los lugares donde vivimos, trabajamos y servimos.

Dios no quiere solo salvarnos, quiere que hagamos una diferencia aquí. Si su único objetivo fuera llevarnos al cielo, lo habría hecho en el momento de nuestra conversión. Pero nos dejó aquí con una misión: ser sal y luz, marcar la diferencia y reflejar Su gloria en cada espacio. Cada oportunidad que tenemos de trabajar, ayudar, servir o incluso descansar, debe ser vivida con la intención de glorificar a Dios y bendecir a los demás.

Si eres entrenador personal, maestro, empresario o artista, lo que haces puede ser parte del propósito divino. Si lo haces con excelencia, integridad y servicio, estás sumando vida, valor y esperanza a este mundo. Estás cumpliendo la agenda de Dios en la Tierra. Entonces, cada sacrificio, cada elección, cada momento presente vivido con intención, se convierte en una ofrenda viva que honra a Dios y mejora la vida de otros.
El mensaje está disponible acá.