¿A quién le rindes cuentas? La decisión que cambiará tu vida
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 ¿A quién le rindes cuentas? La decisión que cambiará tu vida

Vivimos en un mundo donde nadie quiere rendir cuentas. Todos quieren hacer lo que les da la gana sin consecuencias. Pero hay una verdad que necesitas escuchar hoy: todos, absolutamente todos, rendiremos cuentas en algún momento.

No es una opción, es una realidad inevitable. La pregunta no es si rendirás cuentas, sino a quién se las rendirás. Y aquí está el secreto que cambió mi vida: es mejor rendir cuentas a Dios que a los hombres.

¿Por qué? Porque los hombres no tienen misericordia. El mundo es implacable, cruel y selectivo en su misericordia. Piénsalo: cuando una celebridad comete un error, el mundo los destroza.

Cuando un líder falla, la sociedad no perdona. Las redes sociales se convierten en un tribunal sin misericordia. Pero cuando caemos ante Dios, encontramos misericordia que se renueva cada mañana. El Rey David lo entendió perfectamente. Cuando tuvo que elegir entre caer en manos de los hombres o en las manos de Dios, eligió a Dios. ¿Por qué?

Porque sabía que, aunque el juicio de Dios es justo, también está lleno de gracia y compasión. Rendir cuentas a Dios significa vivir conscientemente, sabiendo que nuestras acciones importan. No es vivir con miedo, es vivir con propósito. No es limitación, es liberación. Porque cuando vives para agradar a Dios, dejas de ser esclavo de la opinión pública.

Y aquí está la parte más poderosa: cuando decides rendir cuentas a Dios primero, automáticamente vivirás una vida que honra también a las autoridades terrenales. No por miedo, sino por convicción. Tu integridad fluirá naturalmente porque tu enfoque está en lo eterno, no en lo temporal. Es como tener un GPS interno que siempre te guía hacia lo correcto.

No necesitas que otros te vigilen porque tienes una convicción interna más fuerte que cualquier presión externa. Tu estándar no es lo que diga la sociedad, sino lo que diga Dios.

Hoy tienes una decisión que tomar: ¿seguirás rindiendo cuentas al mundo o comenzarás a vivir ante la presencia de Dios? La respuesta a esta pregunta determinará no solo tu presente, sino tu eternidad.

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