28 Feb El veneno silencioso que está matando tu espíritu: el narcisismo.

En una era de selfies y autopromoción constante, hay un veneno silencioso que está destruyendo nuestra capacidad de experimentar una verdadera relación con Dios: el narcisismo espiritual. Hoy voy a hablarte de algo que quizás no quieras escuchar, pero que necesitas oír.

Las redes sociales nos han convertido en expertos en autopromoción. Constantemente estamos buscando likes, compartiendo nuestros logros, mostrándonos al mundo. Y tristemente, hemos llevado esta misma actitud a nuestra vida espiritual.

Hay una diferencia entre tener confianza en quién eres en Cristo y estar constantemente promocionándote a ti mismo. El apóstol Pablo lo dijo claramente: “Nadie tenga más alto concepto de sí que el que debe tener.” Necesitamos lo que los expertos llaman un “yo amortiguado”.

Este “yo amortiguado” no significa que no valores quién eres. Significa que tienes la humildad suficiente para reconocer que no eres el centro del universo. Significa que puedes celebrar tus dones sin olvidar quién te los dio.

El narcisismo espiritual se manifiesta de muchas formas: en la manera en que oramos, en cómo servimos, en cómo nos relacionamos con otros creyentes. Nos hace pensar que somos más espirituales, más sabios, más cercanos a Dios que los demás.

La verdadera reverencia requiere humildad. Requiere que nos veamos a nosotros mismos en la correcta perspectiva: como criaturas ante el Creador, como siervos ante el Rey, como hijos ante el Padre. No menos, pero tampoco más.

Esta humildad no nos disminuye, nos eleva. Porque cuando dejamos de tratar de ser el centro de atención, podemos realmente experimentar la grandeza de Dios. Cuando dejamos de promocionarnos a nosotros mismos, Él puede promoverlos.

Si este mensaje está tocando una fibra sensible en tu corazón, si reconoces que quizás has estado más enfocado en ti mismo que en Dios, te invito a ver el mensaje completo en nuestro canal. Es tiempo de dejar el narcisismo y redescubrir la verdadera adoración.

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