Guardarás mi pacto
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Guardarás mi pacto

Hoy veremos algo simple pero profundo en Génesis 17. Estudiaremos cómo Dios se comunica con Abraham. La conexión entre ellos era fuerte y cercana; el Padre eligió comunicarse con él y hacerlo parte de Su manifestación.


Podemos decir que este pasaje bíblico es una especie de contrato donde el Padre le revela lo que hará en su vida. Pero antes de concluir, comienzan las condiciones, y todo inicia con: “Guardarás mi pacto”.

En Génesis 17, que es donde quiero llevarlos, aparentemente la cosa cambia. Aquí es donde quiero que veamos algo simple y profundo en los próximos minutos.

En Génesis 17, mira lo que ocurre: Era Abraham de 99 años cuando le apareció Jehová y le dijo: “Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto”. Anda delante de mí y sé perfecto. Mira qué invitación para Abraham: “Anda delante de mí y sé perfecto; sé un hombre diferente a los demás”.

Mira lo que dice ahora:


“Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera”.

Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y Dios habló con él diciendo:


“He aquí, mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gente. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios y el de tu descendencia después de ti. Y te daré a ti y a tu descendencia después de ti la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua, y seré el Dios de ellos”.

Dijo de nuevo Dios a Abraham:


“En cuanto a ti, guardarás mi pacto”.

Ahora fíjate: en los primeros ocho versos volvemos al mismo pacto. Esto es lo que voy a hacer contigo, esto es lo que voy a hacer contigo, esto es lo que voy a hacer por ti. Pero en el verso 9 se introduce algo nuevo:

“Dijo de nuevo Dios a Abraham:


‘En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones. Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: será circuncidado todo varón de entre vosotros. Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. A los ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones, el nacido en casa y el comprado por dinero a cualquier extranjero que no fuere de tu linaje. Debe ser circuncidado el nacido en tu casa y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo. Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto'”.

Parece ser que Dios está ahora poniendo una cláusula, bajando a que no sea un pacto incondicional, sino que Abraham tiene que cumplir algo para poder alcanzar lo que Dios le está prometiendo. Pero no lo podemos ver tan literalmente. Te lo voy a explicar con un ejemplo:

En la vida hay cosas que son necesarias hacer porque se necesitan hacer para poder alcanzar y obtener algo. Pero la manera en que lo obtenemos realmente no es lo importante. Me explico: si en la iglesia cobráramos una taquilla para entrar —la cual no cobramos— y aclaramos por televisión, por Facebook y por todos lados que aquí las sillas del frente no cuestan $10,000 (para aquellos que dicen eso, solo cuestan $7,000), es lo único, nada más. ¿Okay? Ya de la segunda en adelante, son gratis. Usted puede entrar, ¿okay?

Así que está aclarado el punto: no son $10,000. Imagínese que para entrar por la puerta de iglesia usted tenga que tener una taquilla. Ahora, va a haber alguien pendiente de esa taquilla. Cuando usted entra y se sienta aquí, puede ser que haya alguien que pagó la taquilla, alguien que pagó el precio de la taquilla.

Pastor, ¿pero todo el mundo necesita una taquilla? Sí, pero puede ser que alguien se la haya regalado. Pero, para entrar, ¿necesita la qué? la taquilla. Aunque se la hayan qué, regalado. Si tú llegas a la puerta y hace falta la taquilla, tú no puedes decir: “A mí me dijo el pastor que viniera porque él me regaló la taquilla”. Y el ujier te va a decir: “No ticket, no laundry”. Necesito ver la taquilla.

Pastor, pero la taquilla me la regalaron. Sí, pero la entrada requiere la taquilla.

Ahora, ¿por qué eso? Eso es lo que está pasando aquí. Dios le está diciendo a Abraham: “Abraham, por fe yo te regalé la taquilla, pero tienes que mostrar la taquilla. Hay algo aquí en la tierra que se tiene que hacer. Hay algo aquí en la tierra que tiene que ser correspondiente”.

La taquilla no te cuesta nada. La taquilla yo te la estoy dando por mi gracia. Voy a cumplir mi palabra, pero tiene que haber algo natural que demuestre que tú has aprovechado por fe la gracia de Dios sobre tu vida.

Si volvemos a este ejemplo, hermanos, el problema de muchos cristianos es que quieren recibir y quieren decir que por fe han recibido la gracia de Dios, pero nunca quieren mostrar la taquilla.

¿Cómo no quieren demostrar la taquilla? Porque siguen viviendo la misma vida pecaminosa, siguen viviendo la misma vida como antes, no cambian su carácter, no renuevan su manera de pensar.

Pastor, ¿pero Dios tiene misericordia? Sí, y dio su gracia, perdona. Pero el que lo ha aceptado, el que recibió esa taquilla por fe, no fue a pagarla. Yo no fui a pagar el perdón, el perdón lo recibí por gracia.

Pero se tiene que mostrar en mi vida. Yo tengo que demostrar que recibí la taquilla de gratis. No puedo pelear en la puerta y decir: “No, no, la taquilla yo la llevo meramente en el corazón o la llevo en mi interior”. No. Tiene que haber una marca en tu vida, algo que demuestre en todo tu ser, empezando desde tu corazón, que realmente has recibido por gracia la salvación.

Y ahí es donde tú vas a ver que hay muchos cristianos y muchos creyentes hoy en día que dicen que creen en la gracia, pero nunca muestran la taquilla.

¿Eres creyente? ¡Que se te note! ¿Tienes fe? ¡Que se vea! ¿Eres perfecto? No, pero tengo que ver una mejoría en ti. Tengo que verte luchando toda la semana. Tengo que verte.

Y por eso vamos a la iglesia. La gente no entiende por qué venimos a la iglesia. Venimos a la iglesia para eso mismo, para motivarnos los unos a los otros, para que sepamos que nosotros no somos los únicos que estamos en este camino.

Cuando venimos aquí, venimos un montón de gente imperfecta a motivarnos los unos a los otros.

Acuérdate que Dios te regaló la taquilla, chico. ¡Pero muéstrala! Cambia la cara, vive mejor, lucha con tu vida, sigue hacia adelante.

Pastor, pero esta semana fallé. No hay problema. Nadie te está quitando la taquilla. La taquilla la pagó Cristo por ti en la cruz del Calvario hace 2,000 años.

No hay problema, pero ¿sabes qué? Esta semana vuelve y levántate, renueva tu vida, renueva tus pensamientos, que se muestren en tus actitudes.

3 Comments
  • Oswaldo Monier
    Posted at 10:41h, 27 January Reply

    Por Amor Y Fé Hacia Tí, Cambiaré Mis Malos Hábitos, Para Acercarme Más Puro Y Limpio Ante Tí AMADO PADRE CELESTIAL
    AMÉN 🙏🙏🙏🙏

  • Marttha
    Posted at 14:26h, 27 January Reply

    Amén

  • Wiliam Antonio Chacon Vargas
    Posted at 21:35h, 27 January Reply

    Amén gracias por esta palabra muchas bendiciones

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