Esto es por fe
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Esto es por fe

Cuando circuncidamos nuestro corazón, comenzamos a caminar por fe. Todo lo que hacemos parte de esa transformación, y aunque hablamos de la circuncisión del corazón como una metáfora, es importante tener este concepto presente.


Nuestro corazón es marcado por la fe, y las cosas cambian no solo en lo relacionado con la espiritualidad, sino también en nuestro entorno. Te comprometes más con tu salud, tu alimentación y te entregas de manera especial a tu familia.


Comienzas a caminar únicamente por fe.

Cuando un corazón se circuncida, se unen estas dos cosas, el angelito bueno y el malo, para graficar un poco la situación. ¿Cómo se unen? Bien sencillo: lo que me da placer es obedecer a Dios. Eso es un corazón circuncidado. Ya no busco placer en otra cosa ni busco obedecer meramente por obedecer, pensando que ese es mi boleto, como si mi circuncisión fuera suficiente. No. Esto es por fe, y por fe me circuncido. Y siento gozo en hacerlo porque sé que es lo que le agrada a Dios.

Y ahora siento placer en agradarle a Él. Antes venías obligado a la iglesia, pero un día se junta el placer con el saber que Dios me pide venir a la iglesia. Ahora ya no vengo obligado. Ahora vengo y, cuando vengo, siento placer. Es como algún día en el que uno debería sentir placer al comer bien. Algún día tiene que enamorarse del brócoli. Yo no lo he logrado todavía, pero algún día usted tiene que decir: “Wow, prefiero esto antes que un Big Mac”.

De verdad que sí. Mira lo que me pasó hace días. Hace tiempo que no voy a McDonald’s, así que no sé sus horarios. Me fui al gimnasio un sábado en la mañana, solo, y entrené lo mejor y más fuerte que pude. Salí de allí y dije: “Hoy me merezco un Big Mac”.

Y le puse una señal a Dios: “Si hay un McDonald’s en el camino, esto es tuyo, Señor. Esto es tuyo”. Oiga, y de la nada apareció una “M” bien grande a la distancia. Decía: “El Señor habla”. Y enseguida se me vino el verso de Pedro: “Mata y come lo que tú quieras”. Yo: “Señor, lo inmundo no”, pero me acordé de lo que le dijiste a Pedro.

Llegué, hice la fila en el servicarro. Mire, hermano, estaba saboreando el momento. Pensé que el desayuno se acababa a las 10:30. Hice la fila como 20 minutos. No, el desayuno se acababa a las 11, y a las 11 es que sirven el Big Mac. Le digo a la muchacha: “Mira, dame un Big Mac”.


–”Caballero, estamos en desayuno, ¿quiere algo?”


–”¿Cómo que están en desayuno? No, esto es a las 11 que empiezan con el Big Mac”.


–”Señorita, en algún otro lado son las 11 de la mañana. ¿Tú no crees que puedes hacer un Big Mac ahora?”

No me pude comer el Big Mac. Salí de allí y, hasta el día de hoy, todavía no me lo he comido. Eso fue hace dos semanas, pero mire, todavía lo quiero.

Y ojalá algún día uno pueda decir: “¿Sabes qué? Comer bien es lo que me da placer. Obedecer es lo que me da placer”. Todos los días que entro a hacer ejercicio o a correr, pienso lo mismo: “Tiene que haber una forma más fácil. Señor, dámela. Te prometo que voy a diezmar porque me voy a hacer millonario el día que la encuentre”.

¿Por qué digo esto? Porque todos nosotros necesitamos disciplina en nuestra vida física y emocional. Tiene que haber un día donde encuentres placer en eso. Un día donde digas: “¿Sabes qué? Hoy me doy cuenta de que voy a servirle a Dios. Mi corazón está circuncidado. Lo recibí por gracia, Señor, pero hoy me da placer servirte”. Para mí no es un fastidio, Señor.

Para mí no es un fastidio diezmar, ofrendar, venir a la iglesia, levantar mis manos y adorarte. Para mí no es un fastidio venir un miércoles, sentarme y escuchar la Palabra. Para mí no es un fastidio leer la Biblia, ayudar a otros. Siento placer. Esa es una de las demostraciones más grandes de un corazón circuncidado.

Y yo le pido a Dios hoy que eso lo pongas tú como meta. Que lo pongas como meta en toda tu vida. Siente placer en amar a tu esposa, amar a tu familia, amar a tus hijos. Siente placer en hacer las cosas correctas. No hagas las cosas de mala gana. Tienes que hacerlas por amor. Hazlas con amor y con placer.

No estés reclamándole a tus hijos con frases como: “Ah, yo sacrifiqué mis sueños por ti”. Eso es lo que hacemos los padres, y lo hacemos por amor. Me da placer que algún día ellos logren ser más grandes que yo. Me da placer que prosperen y que tengan más que yo. Me da placer ser parte de eso. No lo hago con dolor ni con angustia.

Eso es un corazón circuncidado, y voy a orar en este día para que esa sea nuestra meta. La gracia de Dios es grande, pero todos necesitamos disciplina. Todos necesitamos ese boleto, ese ticket.

Le pido a Dios que, cuando salgas de leer esto, digas: “Señor, desde hoy en adelante esa va a ser mi aspiración”.

2 Comments
  • Marttha
    Posted at 23:25h, 03 February Reply

    Gloria a Dios

  • SILVIA H. GÓMEZ
    Posted at 14:58h, 05 February Reply

    Amén. Bendiciones

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