22 Jan Dios dio Su Palabra

Hijo de Dios no es aquel que es libre de todo pecado. Hijo de Dios es todo aquel que día tras día está luchando para someter toda su vida a los pies de Cristo, porque no le basta la gracia común.

Los creyentes e hijos de Dios, queremos vivir bajo la gracia salvadora, queremos la renovación total de nuestra vida y cada día parecernos más al Dios Todopoderoso que murió por nosotros en la cruz del Calvario.

Esa es la verdad del Evangelio: aquel que todos los días no vive de la gracia común, sino que vive por la gracia salvadora. Sabe que todos los días se tiene que levantar a luchar con su mente, se tiene que levantar a luchar con el pecado que mora en él, que se tiene que levantar a luchar con la batalla mental, que debe levantarse para permanecer en las cosas de Dios todos los días.

¿Y qué decimos en nuestra mente? “No, pero eso significa que hay algo malo en mí”. ¡No! Todo lo contrario. Eso es todo lo contrario. Pastor, pero eso quiere decir que hay un demonio dentro de mí. Está dentro de todos nosotros. Ahora tú tienes que escoger: o vives por la gracia común, como los hombres comunes, o vives para ser cada día más como Dios y ser Su imagen aquí en la tierra, extendiendo la gracia de Dios a los demás.

Cuando yo oigo a los cristianos allá afuera condenar a medio mundo, leame bien, sepamos dar un cumplido a alguien. El que tiene talento, lo tiene. El que ha hecho algo bueno, lo ha hecho. “Ah, pastor, pero ¿usted no ve que es un adúltero?” Está bien, pero está pagando pensión o está haciendo bien.

Algo está haciendo. “Sí, sí, pero lo que hizo está mal”. Pero está cumpliendo con su compromiso, se levanta todos los días a trabajar, está luchando. Oye, algo bueno está haciendo. ¿Me explico? Si nosotros viéramos así la vida, yo creo que tendríamos más cabida y más entrada.

Lo que pasa es que hay que enseñar a la gente. Si sigues comiendo de ese árbol, el homicida siempre estará cerca de ti. Si te crees el pecado y te crees la idea de que si comes de ese árbol nada te va a pasar, estás jugando con fuego. El único que te promete vida y vida en abundancia es el Señor Jesús. Vive para Él el resto de tu vida.