Necesitamos comprender
19695
post-template-default,single,single-post,postid-19695,single-format-standard,bridge-core-3.0.5,mec-theme-bridge,qi-blocks-1.3.4,qodef-gutenberg--no-touch,qodef-qi--no-touch,qi-addons-for-elementor-1.8.2,qode-page-transition-enabled,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-title-hidden,qode_grid_1300,qode-theme-ver-29.1,qode-theme-bridge,wpb-js-composer js-comp-ver-6.9.0,vc_responsive,elementor-default,elementor-kit-14558

Necesitamos comprender

Necesitamos entender y cambiar la información que tenemos dentro de cada uno de nosotros. Somos responsables de lo que hay en nuestro interior. Existe un gran deseo de conocimiento, y eso a veces, no es del todo positivo.

Cuando comenzamos a renovar el carácter, debemos conocer y comprender lo que esto requiere. Hoy, aprenderemos la importancia de observar todo este proceso en detalle.

Nosotros, como Iglesia, tenemos que prepararnos para una generación que tiene una información totalmente desvirtuada de lo que es el sexo. Las personas que llegarán a la iglesia, que se convertirán y entregarán su vida al Señor, han sido bombardeadas principalmente en el área sexual.

El apóstol Pablo comienza a darnos varias claves. Ya hemos visto dos, y hoy vamos a hablar de la tercera. Comenzamos observando que Pablo nos dice que debemos cambiar nuestra mente, cambiar nuestros pensamientos y comenzar a mirar las cosas de arriba. Esto ya lo discutimos en días anteriores.

Hoy hablaremos del tercer factor, el conocimiento, que es vital para la renovación de nuestro carácter. Necesitamos un nuevo conocimiento, un cambio en la información que tenemos en nuestra mente y en nuestro interior. Tú y yo somos responsables de todo lo que permitimos entrar en nuestra vida: lo que escuchamos, lo que vemos y lo que aprendemos.

Si analizamos el mundo, notamos que el deseo de conocimiento es una de las necesidades principales del ser humano desde pequeño. Todos queremos saber: cómo se hace algo, qué hay detrás de un proceso o cuál es el propósito de ciertas cosas. Este deseo de conocimiento no es malo. Es algo que nos impulsa, pero debemos asegurarnos de buscarlo de manera correcta, ya que nuestro conocimiento tiene límites.

Por ejemplo, ¿por qué se han hecho tan populares los videos de “behind the scenes”? Porque las personas no se conforman con ver el concierto desde el público, quieren saber cómo se montaron las luces, cómo se ensayó. Incluso en los cruceros, hay excursiones para conocer las cocinas.

El deseo de conocer es natural. Sin embargo, debemos reconocer que nuestra capacidad de conocimiento es finita. Si pudiéramos saberlo todo, seríamos como Dios, y eso no es posible. Aunque siempre aspiramos a conocer más, hay cosas que no podremos entender porque Dios no nos las revelará hasta el momento en que las necesitemos.

Ahí es donde entra la fe. Cuando nuestro conocimiento llega a su límite, confiamos en Dios, quien lo conoce todo. Pero, no podemos ignorar que un nuevo conocimiento es clave para nuestra transformación y para convertirnos en las personas que Dios quiere que seamos.

Veamos lo que dice 1 Corintios 2:10-13:

“Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque, ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido”.

El apóstol Pablo hace una separación entre el conocimiento del mundo y el conocimiento espiritual. El conocimiento del mundo proviene de lo externo: la cultura, las enseñanzas de nuestros padres o la educación religiosa. Estos pensamientos muchas veces están viciados y afectan nuestra forma de vivir.

En una conferencia reciente, un pastor dijo algo muy importante: como iglesia, debemos prepararnos para enfrentar una generación con información desvirtuada sobre el sexo. Esta es una realidad que impactará a quienes lleguen a la iglesia.

Por ejemplo, ¿cómo lidiamos con una persona transexual que se operó y no puede revertir esa operación? ¿Qué hacemos si un día decide entregarle su vida al Señor? ¿Lo aceptamos? ¿Lo rechazamos? ¿Lo juzgamos por siempre?

¿Y cómo trabajamos con jóvenes que, debido a decisiones externas en su adolescencia, han recibido hormonas en sus escuelas? Cuando lleguen a la adultez y se den cuenta de que desean cambiar su vida, ¿cómo les ayudamos a manejar las consecuencias físicas?

El cambio no puede venir de afuera hacia adentro. Debe empezar en el interior. Aunque una persona no pueda revertir ciertos efectos físicos, debe encontrar seguridad en su salvación y en su relación con Dios. Y como iglesia, debemos ser suficientemente maduros para aceptar su proceso espiritual.

Si no aprendemos a manejar estos desafíos con amor y madurez, ¿cómo podremos impactar a este mundo? Piénsalo.

2 Comments
  • Oswaldo Monier
    Posted at 10:20h, 22 November Reply

    Fortaleceme En Tú Presencia Y Tú Armadura Para Madurar Y Aceptar El Proceso Espiritual Que Tú Tienes Para Mí Vida AMADO PADRE CELESTIAL
    AMÉN 🙏🙏🙏🙏

  • marttha
    Posted at 22:38h, 25 November Reply

    Amen gracias por la información

Post A Comment