15 Oct Ama con todas tus fibras

Hace falta energía para amar, hace falta estar vivo y despierto. Si las parejas esperan hasta el fin de semana para amarse después de haber trabajado largas horas, es probable que ya no se soporten. Si tú esperas a expresar amor a tu pareja a las 10 de la noche después de un día agotador, no es que tu pareja te odie o que se haya perdido el amor, es que ambos están cansados. El agotamiento diario y las frustraciones nos afectan, por eso es importante recuperar nuestras fuerzas, tanto física como emocionalmente.

Esto me pasa con mis hijas. Por ejemplo, anoche fuimos a una boda después de un día largo de trabajo. Llegué a casa a las 2:30 de la mañana después de un viaje, encontré a todos durmiendo, me acosté y me levanté temprano a las 5:30 porque tenía una boda por la tarde. Llevaba dos semanas sin arreglarme bien y no iba a ir a la boda así. Fui a las 6 de la mañana para arreglarme y estar listo para el evento.

Más tarde, al regresar de la boda, ya estábamos agotados. Mis hijas nos estaban esperando para ver un programa que siempre vemos juntos. Nosotros nos acomodamos en la cama, mientras ellas se sentaron al frente del televisor. A los 20 minutos, apagaron el televisor y nos miraron, dándose cuenta de que estábamos dormidos. Pero como uno trata de disimular, me desperté y les dije: “¡No, no! Lo estoy viendo, ¡está muy bueno!”. Pero la realidad es que estábamos cansados.

Debemos aprender a recuperar nuestras energías. Nuestros mejores momentos deben ser para Dios, para nuestra familia, para nuestras parejas y hermanos. Tenga cuidado con desgastarse emocionalmente antes de llegar a la iglesia. No venga dormido, venga con energía y fuerza para amar y abrazar. 

Como dice el apóstol Pablo en Gálatas 6:9: “No nos cansemos de hacer el bien, porque a su tiempo cosecharemos”. No permitas que el desgaste emocional por las malas experiencias te quite el derecho y el placer de amar. Tu cosecha está más cerca de lo que piensas, así que procura siempre tener fuerzas para amar y, cuando lo hagas, ama con todo tu corazón.

Otra razón por la que dejamos de amar a nuestro prójimo es la envidia. En 1 Juan 3:12, se nos recuerda que Caín mató a su hermano porque sus obras eran malas, mientras que las de Abel eran justas. El amor más difícil que Dios tuvo que restaurar fue el amor por el prójimo, porque el primer asesinato ocurrió entre hermanos. Eso nos enseña lo dañina que puede ser la envidia.

Caín cuestionó por qué Dios había aceptado la ofrenda de Abel y no la suya. A menudo, nosotros hacemos lo mismo: cuestionamos por qué Dios bendice a alguien más y no a nosotros. 

En lugar de sentir envidia, debemos bendecir a nuestros hermanos. Si ves a alguien prosperar, ¡celebra su éxito! Si te estacionas al lado de un auto que deseas tener, pon tus manos sobre él y di: “Señor, gracias por bendecir a mi hermano, que lo disfrute, y sé que el mío viene en camino”.

Cada vez que Dios prospere a alguien en la iglesia, no dejes que la envidia te afecte. Al contrario, si puedes ayudar a esa persona, hazlo. No permitas que la envidia te lleve a actuar de manera equivocada. Cuando veas en redes sociales que alguien de la iglesia se fue de vacaciones, di: “¡Gloria a Dios!”, y sigue adelante con alegría.