Permanecer humilde ante la revelación.
18826
post-template-default,single,single-post,postid-18826,single-format-standard,bridge-core-3.0.5,mec-theme-bridge,qi-blocks-1.3.2,qodef-gutenberg--no-touch,qodef-qi--no-touch,qi-addons-for-elementor-1.7.8,qode-page-transition-enabled,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-title-hidden,qode_grid_1300,qode-theme-ver-29.1,qode-theme-bridge,wpb-js-composer js-comp-ver-6.9.0,vc_responsive,elementor-default,elementor-kit-14558

Permanecer humilde ante la revelación.

A pesar de la revelación de Dios en nuestras vidas, debemos seguir el ejemplo de Jesús, sirviendo con humildad y amor, sin esperar nada a cambio. 

Entiende por medio de este video, cómo animar a otros a experimentar la gracia de Dios y a unirse en el servicio a los demás.

Yo no dudo de la grandeza de lo que tú me estás diciendo que Dios va a hacer contigo. Lo que me hace cuestionar es tu humildad, porque cuando me hablas, me hablas con tanta arrogancia y me hablas tan pretencioso de lo que crees que tiene que pasar y de lo que otros tienen que hacer. Yo digo: esta persona todavía no le ha caído un buen aguijón. ¿Para qué era la oración de Pablo? Número uno, para reafirmarse en la revelación y para reafirmarse en la gracia de Dios.

En estos últimos días, este mensaje yo me lo predico a mí, pues no te puedo negar que he estado un poco ansioso en estas pasadas dos, tres semanas ante el reto de lo que tenemos que hacer. Es un gran reto y he tenido que meditar esto y decirlo una y otra vez, 500 veces: “Bástate en mi gracia, Señor, tú lo vas a hacer, de alguna manera u otra tú lo vas a hacer, tú lo vas a completar, tú lo vas a traer. Las finanzas que hacen falta, tú las vas a traer, se va a completar, se va a cumplir”. Y la mente te dice tantas cosas. Yo tengo que decir: “Bástate en mi gracia”, dice el Señor, “porque mi poder se perfecciona en medio de tu debilidad”. El apóstol Pablo entendió que el aguijón le traía una gran revelación a su vida, varias revelaciones. Número uno, el apóstol Pablo entendió que aquel aguijón y aquel problema lo mantenían humilde. Es bien difícil, hermano, oiga bien, tener una gran revelación y ser humilde. Es bien difícil y yo veo gente en la iglesia que no dudo de la revelación que Dios le ha dado y que le ha dicho lo que tienen que hacer y lo que Dios va a hacer con ellos. Lo que no veo es la humildad en el corazón. Eso es lo que no veo en alguna gente: la humildad.

Yo no dudo de la grandeza de lo que tú me estás diciendo que Dios va a hacer contigo. Lo que me hace cuestionar es tu humildad, porque cuando me hablas, me hablas con tanta arrogancia y me hablas tan pretencioso de lo que crees que tiene que pasar y de lo que otros tienen que hacer, que yo digo: esta persona todavía no le ha caído un buen aguijón. Deja que le caiga el aguijón, deja que le caiga el aguijón para que baje, y si es una revelación de Dios, le va a llegar el aguijón, el cantazo le va a llegar. Pastor, pero usted está profetizando mal. Es que toda revelación de Dios va a producir contradicción entre lo que Él quiere hacer y lo que tú estás viviendo. Así que, ante grandes revelaciones, mantente humilde, porque al fin y al cabo es por la gracia de Dios. El apóstol Pablo decía: “Esto se me fue dado para que no se me suba a la cabeza”. Número dos, el apóstol Pablo dice: “Esto se me fue dado para que el poder de Dios se perfeccione en mi debilidad, para que esto sea por el poder de Dios, que sea el poder de Dios que se perfeccione en mí, que sea el poder de Dios quien opere en mí”. El apóstol Pablo, en esa misma frase, decía: “Para que el poder de Dios esté sobre mi vida, para que repose en mí, no solo para que se perfeccione a través de mí, sino para que repose en mí”. Y Pablo realiza: “Esto se me dio para que yo sepa que cuando soy débil es cuando realmente soy fuerte”. Porque cuando acepto que es por la gracia de Dios es cuando viene mi mayor fortaleza.

Y esto es bien importante entenderlo, porque la mayor fortaleza de muchos de nosotros aquí la teníamos cuando no teníamos nada y solo podíamos confiar en Dios. Ahí era cuando éramos alegres, ahí era cuando creíamos, ahí era cuando decíamos. Cuando tú no habías vivido nada, cuando nunca te habías montado en un avión, cuando nunca habías comido en un buen restaurante, cuando nunca habías hecho nada con tu vida, ¿qué? Tú eras feliz, pues tú decías: voy para adelante, voy. Ahora has probado la vida, ahora sabes lo que quieres, sabes para dónde vas. Y cuando de vez en cuando no lo tienes, estás amargado. Y ahora, porque sabes un poquito y tienes un poco de conocimiento, confías más en eso que en el poder de Dios, que en la gracia de Dios.

Oiga bien, para orar después de 28 años de pastorado, 29 años de pastorado junto a mi esposa, ya son 29 en realidad, años de pastorado, de vez en cuando tengo que volver 29 años atrás. Tengo que volver al joven de 19 que, como no sabía tanto, creía mucho, que como no tenía tanto, dependía más de Dios, que como no conocía a tanta gente, al único que podía llamar era a Dios. Y es bien difícil después de 29 años de haber vivido lo que uno ha vivido, tener lo que uno tiene y lograr lo que uno ha logrado, tener la misma confianza de 29 años atrás. Hace falta, creo que más fe ahora y mucha gente no entiende eso, mucha gente no comprende eso.

El rabino Manis Friedman dijo algo bien impresionante que mucha gente lo perdió. Él dijo: “En el pasado, la prueba de Dios era la pobreza, cuán fiel tú eras a Dios a pesar de tu pobreza”. Él dijo: “La prueba de Dios en este tiempo es cuán fiel eres en medio de toda la abundancia”, porque el mundo de hoy es más abundante que el mundo en el que vivieron nuestros padres. Y cuando no se tenía nada, había que creerle a Dios por algo. El problema es que con tanto que tenemos, no podemos creer. Y cuando llegan estos problemas, estas dificultades, es cuando tú te acuerdas que en realidad tu fortaleza siempre estuvo en tu debilidad, porque en medio de tu debilidad era que tú confiabas en Dios. Y yo voy a orar en el día de hoy para que la gracia de Dios sea suficiente en tu vida.

No Comments

Post A Comment