18 Jun Toma el control

Siempre tienes una opción, siempre, siempre, siempre, en todos los momentos de nuestra vida, aunque sea por unas milésimas de segundo. Siempre tendremos la oportunidad de escoger cuál será la respuesta ante toda situación en que nos enfrentemos.

Cuando nosotros miramos el libro de Santiago, capítulo 1, búscalo ahí en tu Biblia, luego del libro de Hebreos. Dice la palabra del Señor en el libro de Santiago, en el verso 1 en adelante. Perdón, Santiago, sí, capítulo 1, verso 19, perdón, dice: “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios”. Cuando Santiago escribe estas palabras, rápidamente usted puede darse cuenta de que Santiago está estableciendo que nada bueno va a salir de tu coraje, nada bueno va a salir de un momento de ira, nada bueno va a salir de ese momento donde tú le das riendas sueltas a tus emociones y las liberas desenfrenadamente. De ninguna manera, ni en Santiago ni en ningún otro verso de la Biblia, dice que tú estarás exento de coraje y que no te va a dar esa angustia en algún momento dado.

Pero sí tienes que saber que si no sabes tomar control sobre eso, lamentablemente el desenlace será peor de lo que estás viviendo en ese instante en tu vida. Y te doy varias ideas para que podamos, de alguna forma u otra, controlar el coraje. De manera general, lo primero que quiero que veas es que hay cuatro tipos de corajes o de expresiones de coraje que hay en nosotros.

Número uno, los momentos explosivos son momentos que, por la razón que sea, ya sea un desgaste físico, un desgaste emocional del momento, algo que no estaba preparado para enfrentar, de repente salgo con mi rabia, con mis corajes, pero es cuestión de un simple momento donde me descontrolo. También la Biblia nos habla de los procesos acumulativos, donde a través de los tiempos, sin darnos cuenta, por no solucionar los problemas en el momento apropiado, en el momento preciso, vamos acumulando, acumulando, acumulando, hasta el día que entonces llegamos a manifestar ese coraje que ha sido acumulado a través de los tiempos. 

Por supuesto, está la expresión del coraje que se muestra en forma de violencia, en forma agresiva, en forma de malas palabras, en forma de golpes. Y por supuesto, está, me parece, que el peor de todos, digo, todos son malos, pero para mí uno de los más malos de todos son esos corajes enfermizos con los que una persona vive toda su vida. Es la persona que está molesta con la vida, le apesta la vida, es la persona que todo está mal, es la persona que, por alguna razón u otra, en su interior ha llegado a la conclusión de que nunca podrá ser feliz y de que nunca vivirá en libertad, y que realmente la única manera de enfrentar al mundo es con ese coraje interno que, sin darse cuenta, enferma el corazón, enferma su mente y enferma todo su ser.

Hay tres maneras básicas de nosotros enfrentar a los problemas y tres cosas que tenemos que entender. Número uno, es importante saber que muchas veces la manera en que nosotros trabajamos con el coraje no es otra cosa que producto de las cosas aprendidas de nuestros padres, de las cosas más tristes que heredamos: los hábitos de nuestros padres. Observamos cómo nuestros padres o nuestros tíos, aquellos que cuidaron de nosotros, reaccionan ante los problemas: con la gritería, con el golpe, con la pelea, salir corriendo. 

Si estás acostumbrado a que en tu casa, cuando tu papá y tu mamá peleaban, simplemente él se tornaba, cogía los motetes, se iba, eh, pues eso es lo que tú vas a hacer ante los problemas, ante las dificultades. Nuestras respuestas emocionales muchas veces son productos de los hábitos heredados de la gente que está a nuestro alrededor. Por eso, tenemos que observar de dónde lo aprendí, quién me enseñó esto, dónde fue que yo aprendí esta forma de trabajar con esta situación, y pregúntate si esa persona realmente, actuando de esa manera de la que tú aprendiste, esa persona está teniendo éxito en su vida. Y probablemente te darás cuenta de que el hábito de responder erróneamente a cada situación no le está dando ningún resultado a esa persona.

Número dos, es importante que sepamos que realmente el coraje no es un impulso, aunque parece impulsivo. Todos los que estamos aquí siempre tendremos la oportunidad de escoger nuestra reacción ante una situación. No hay tal cosa como una buena excusa de tú decir “es que me llevó a esto”. Bueno, te llevó porque te dejaste llevar. A lo mejor tres días atrás debiste haber resuelto el problema, a lo mejor dos días atrás debiste haber dejado el coraje y ahora se tu poder decisional a las emociones descontroladas. Pero siempre tienes una opción, siempre, siempre, siempre, en todos los momentos de nuestra vida, aunque sea por unas milésimas de segundo, siempre tendremos la oportunidad de escoger cuál será la respuesta ante toda situación en que nos enfrentemos.

Número tres, tienes que saber que está la manera de resolverlo, a la forma de Dios. Todo problema, toda dificultad, todo coraje tiene una forma divina de resolverlo, para no llegar a lo que dice Santiago, que el coraje simplemente en eso no va a obrar la justicia de Dios.