03 Jun Cuando no encajas

Se nos acusa a todas las iglesias de no recibir a la gente con tatuajes. Se nos acusa allá afuera de no recibir a las personas de la comunidad LGBTQ+. Se dice que en esta iglesia el pobre no puede venir porque es una iglesia para ricos, que los que están aquí al frente pagaron $1,000 por estar en la primera fila. 

Hoy quiero que veamos una segunda razón por la cual nos separamos de Dios. Muchas veces sentimos que no encajamos con Dios, que no encajamos en la iglesia, que no encajamos con otras personas. A veces pensamos que, para poder conectarnos con Dios, hay un protocolo, una forma, algo que no nos deja conectarnos con Él. Pensamos que no nos van a recibir, que no nos van a aceptar por tantas cosas. Entonces, en vez de acercarnos por miedo a que nos rechacen, simplemente nos quedamos alejados y separados porque creemos que tenemos que cambiar nuestra personalidad en muchas cosas.

Pónganse a pensar allá afuera, díganme si eso no es lo que a veces tratan de hacer para que la gente no venga a esta o a otra iglesia. Se nos acusa a todas las iglesias de no recibir a la gente con tatuajes. Se nos acusa allá afuera de no recibir a las personas de la comunidad LGBTQ+. Se dice que en esta iglesia el pobre no puede venir porque es una iglesia para ricos, que los que están aquí al frente pagaron $1,000 por estar en la primera fila. Yo voy a verificar esto, pero todavía no lo he hecho. Entonces, ¿por qué dicen eso? Dicen eso para alejarte. Porque si te ves como el pobre que no puede pagar, piensas que no te van a aceptar. Todo es para separarnos. Porque todos los que estamos aquí, de alguna manera u otra, queremos encajar en la vida.

Déjame darte unos ejemplos. Cuando yo miro la palabra del Señor, Dios siempre usó gente de diferentes formas y maneras. Dentro de un momento te voy a llevar a unos versos que vamos a leer directamente en la Biblia. Pero oye esto, solo para mencionarlo: por ejemplo, la Biblia nos describe a una persona como Saúl en el libro de Primera de Samuel, capítulo 9. No tienes que buscarlo, velo en la pantalla, te lo voy a mostrar en un momento.

Otro ejemplo dice: “Y tenía él un hijo que se llamaba Saúl, joven y hermoso; entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él.” Cuando leo eso, pienso que está hablando de mí hasta que llego al próximo verso y dice: “De hombros arriba sobrepasaba a cualquier del pueblo.” Ahí me doy cuenta de que no está hablando de mí. Entonces, mira la descripción que nos da de Saúl: la Biblia es bonita en los detalles. Este era un hombre alto y guapo, y Dios escogió a un tipo alto y guapo para ser rey. Ahora, no funcionó. Al próximo que escoge es David, hermoso también, chaparrito. ¿Le importaba a Dios si tenía altura o no? Le importaba el corazón de David. Se supone que David no encajara en ser el rey de Israel porque era el último de ocho, pero quien lo hizo encajar fue Dios. A Dios no le importa si eres alto, bajito, flaco o feo. A Dios no le importa eso. Todos tenemos algo que podemos cumplir y completar en nuestra vida.

Más adelante, en el libro de Lucas, capítulo 19, vemos a otro hombre que se nos describe curiosamente: “Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era número uno, publicano, número dos, era rico, procuraba ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura.” Este hombre era chaparrito, rico y publicano. En un momento te contaré quiénes son. Y el hombre, como no podía ver a Jesús, se trepa en un árbol y dice: “Ese atrevido, con él voy a cenar en su casa.” En la casa de Zaqueo es que me voy a meter, cuando él no encajaba por ningún sitio.