14 Feb El balance entre la fe y la razón
Hoy vamos a continuar compartiendo acerca del tema “chasai gospel”. Así le llamamos de forma interesante a la palabra en japonés para hablar acerca de la defensa. Defender algo es básicamente el concepto de apologética, que es la defensa de nuestra fe. En el libro de Primera de Pedro, capítulo 3, el verso 15 dice la palabra del Señor:
“Y es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien. Más también, si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que los que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.”
Básicamente, este verso es el verso principal del cual hemos ido disertando poco a poco y viendo la razón de ser de por qué nosotros debemos aprender a defender nuestra fe.
De ninguna manera, en esta serie la meta es que usted se vuelva un teólogo y que usted se vuelva una persona que debata todos los argumentos y todos los puntos allá afuera. Eso es algo que requiere de mucho estudio y es un poquito sofisticado y complicado. Requiere de un estudio preciso de eso. Pero dar las cosas básicas o generales que yo creo que todos nosotros, como creyentes, debemos tener claro y consciente en nuestra vida.
Una de las principales que hemos visto en los días pasados, y que hoy vamos a reenfocar, es que la salvación en la vida de una persona es obra del Espíritu Santo. Por lo tanto, nosotros no entramos en debates para tratar de salvar a la gente. La meta de debatir, la meta de yo argumentar, la meta de defender la fe, no es que a través de un argumento yo logre que una persona se convierta o se salve, porque la salvación proviene de la obra del Espíritu Santo en el corazón de una persona. Por supuesto, mis argumentos, mis expresiones, pueden proveer la semilla necesaria para que el Espíritu Santo comience a operar. Pero la realidad es que la salvación proviene de Dios directamente, obrando en el corazón de una persona.
Por lo tanto, si en los pasados días hemos enfocado dos aspectos de forma general, es el hecho de que debemos aprender a defender nuestra fe, a presentar argumentos, por dos razones:
Número uno, para evitar que nos ridiculicen. Eso es lo que dice Pedro aquí. Hay gente que te va a ridiculizar, hay gente que va a tratar de hacerte ver como un tonto, hay gente que va a tratar de menospreciarte. Y qué importante es que tú puedas presentar un argumento que demuestre la razón de tu esperanza y la razón de vuestra conducta.
Porque la gente lo que va a cuestionar es nuestra conducta, no meramente nuestra fe. A la gente no le va a importar si tú crees en Jesús, porque hay un montón de gente allá afuera que cree en Jesús y vive la vida loca. El problema es cuando tú dices creer y vives una vida diferente. Tu conducta es la que se cuestiona y te tratan de ridiculizar a ti en ese sentido. Y tú y yo tenemos que estar preparados para presentar defensa, para presentar la razón de lo que nosotros hacemos, creemos y cómo nosotros vivimos.
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